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Jordi Cuixart, el empresario que popularizó una institución insignia de la burguesía catalana

Cuixart, tras firmar su primera citación en la Audiencia Nacional, con los cuadros de sus antecesores en Òmnium

Oriol Solé Altimira

Cuando cinco próceres de la burguesía catalana fundaron Òmnium Cultural en 1961 su actual presidente, Jordi Cuixart, no había nacido. La entidad, puntal de resistencia de la cultura catalana bajo la persecución franquista, ha sido uno de los motores civiles del independentismo en los últimos años. Cuixart (Santa Perpètua de Mogoda, Barcelona, 1975) ha pasado su primera noche en prisión por orden de la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela. No será la última.

Cuixart, como los fundadores de Òmnium, también es empresario, pero no dirige una gran industria sino la pyme que fundó en 2003 de maquinaria para envasar, Aranow Packaging Machinery. “Yo fabrico máquinas”, es una de sus cartas de presentación. Otra son sus orígenes, que Cuixart suele reivindicar como muestra de la transversalidad del soberanismo: hijo de un badalonense obrero y una murciana carnicera, fue criado en el Vallès, donde empezó su actividad política, que le llevó a ser insumiso al servicio militar, la 'mili'.

Y es que Cuixart, que tiene un hijo de cinco meses, no comparte los apellidos ilustres de los grandes patronos y mecenas que crearon Òmnium en pleno franquismo. Lluís Carulla –fundador de Gallina Blanca–, Joan Baptista Cendrós –creador del popular aftershave Floïd y abuelo de David Madí, asesor en la sombra de Puigdemont–, Fèlix Millet –el padre del saqueador confeso del Palau–, Pau Riera y Joan Vallvé. Todos ellos emparentados con hombres que vienen ejerciendo el poder en Catalunya durante décadas.

El Òmnium de 2017 también influye en política. Cuixart forma parte del llamado 'estado mayor' del proceso soberanista, que reúne a asesores informales de Carles Puigdemont como el propio Madí, el expresident Artur Mas o el líder de la ANC, Jordi Sànchez, encarcelado este lunes. El binomio Sànchez–Cuixart cogió el testigo en 2015 al dúo Forcadell–Casals en la dirección de las multitudinarias manifestaciones de la Diada, que se han celebrado durante un lustro sin incidente alguno.

Un puente con los 'comuns'

A diferencia de Mas y un sector del PDeCAT, tras el 1-O Cuixart fue uno de los partidarios de declarar la independencia sin ambages. Pese a esta diferencia de criterio, a lo largo de su trayectoria pública Cuixart se ha cuidado mucho de no mostrarse como una extensión de ningún partido, y ha procurado mantener los puentes del independentismo con el mundo de los 'comuns'.

Coincidiendo con la llegada de Cuixart a la cúpula de la entidad en 2015 tras la trágica muerte de Muriel Casals, Òmnium ha acentuado su perfil más popular, que empezó a dibujar bajo el mandato de Jordi Porta. Incluso con un punto izquierdista que posiblemente habría hecho fruncir el ceño a los padres fundadores.

Campañas de la entidad como 'Lluites Compartides' (luchas compartidas) buscan trazar un hilo de continuidad histórica entre la resistencia antifranquista de sus inicios y el apoyo reciente de Òmnium a iniciativas sociales como la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) de la PAH contra los desahucios y la pobreza energética.

En este sentido, el propio Cuixart recordó en la noche de este lunes, en un vídeo preparado para difundirse si entraba en prisión, que la policía franquista clausuró la sede de Òmnium en 1963 por los cursos de catalán y el fomento de la cultura catalana de la entidad. La entidad siguió con su actividad en la clandestinidad. Si la cultura catalana resistió al franquismo fue, en parte, gracias a la labor y al dinero de los mecenas que fundaron Òmnium y otras asociaciones catalanistas.

Cincuenta y cuatro años después y en democracia, las defensas de Cuixart y Sànchez critican los argumentos de la magistrada Lamela para enviarlos a prisión, y recalcan que el 20-S los líderes civiles del independentismo llamaron a los manifestantes a abandonar la concentración frente a la conselleria de Economía.

La investigación contra Cuixart se ha traducido en un aumento de socios de Òmnium: ya son más de 70.000, según fuentes de la entidad. “Van a la cárcel con la cabeza muy alta porque no han hecho nada malo”, afirmó este lunes el letrado de Sànchez, Jordi Pina. De momento, sin fecha de salida.

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