Hubo aspavientos, advertencias, malas caras, reuniones, conversaciones nocturnas… y al final Junts salvó al Gobierno. Lo hizo de una manera sorpresiva puesto que públicamente en ningún momento había amagado con no participar en la votación de los decretos que tanto había criticado, por la forma y en algún caso por el contenido.
La astucia puede ser una virtud si no se abusa de ella, ya se trate de un gobierno, sus socios, la oposición o, en este caso, Junts. Porque aunque unos y otros intenten hacer ver lo contrario, al PSOE y el partido de Puigdemont, como en el chiste del dentista y el paciente, no les conviene hacerse daño: unos necesitan la amnistía y los otros, sobrevivir en el Congreso.
En Junts llevaban semanas reclamando que el Gobierno retirase los decretos si quería sacar adelante la votación de este miércoles. “Ya comunicamos al PSOE que votaríamos en contra de los reales decretos. Además del artículo 43 bis, que pone en riesgo la aplicación de la amnistía, en estos reales decretos se incluye: la idea de acordar ‘conjuntamente’ lo que corresponde a la Generalitat, que no tienen el resto de comunidades y da siempre el mismo resultado de infrafinanciación; prevé modificaciones del servicio público de justicia sin aportar recursos (en la línea de los últimos cuatro años); regula temas de función pública y de régimen local; no respeta competencias de Catalunya en diferentes materias, y dificulta la contratación y obvia las políticas activas”, tuiteó Míriam Nogueras en un hilo el pasado 27 de diciembre.
Pasaron los días hasta que el 5 de enero Santos Cerdán se desplazó a Barcelona para intentar convencer a Junts de que cambiase de opinión. No lo logró. Este martes fue Jordi Turull quien se desplazó a Madrid. Si alguien podía desencallar la votación era el secretario de organización del PSOE porque él es el único dirigente socialista del que se fían en el partido catalán. En el otro extremo sitúan al ministro de Justicia, Félix Bolaños, a quien llevaban semanas acusando de poner en riesgo la amnistía con una modificación, la del artículo 43bis de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que permite a cualquier tribunal dejar en suspenso la aplicación de una norma en el momento en que se plantee una cuestión prejudicial al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), algo que en la práctica ya ocurre ahora.
El fondo de la crítica era ese aunque tampoco les gustaba que la forma fuese vía decreto, esto es, o lo tomas o lo dejas. Una fórmula que en Junts bautizaron como las “lentejas Bolaños” y que han acabado comiéndose a cambio del compromiso del PSOE de suspender ese artículo. Así que Junts ha facilitado que se apruebe el artículo 43bis a cambio de que se suspenda el artículo 43bis. Cosas de la política.
Las negociaciones entre ambas formaciones siguieron con el pleno ya en marcha. Con los ministros Bolaños, María Jesús Montero y también Santos Cerdán. Al final se logró un acuerdo que el partido de Puigdemont exhibe como un triunfo. Y lo es. Aunque aún solo sea una nota de prensa con pocos detalles, el Gobierno se compromete a traspasar a Catalunya competencias en materia de inmigración, publicar las balanzas fiscales y reformar la ley de sociedades para fomentar el retorno de las empresas que abandonaron Catalunya. Dependiendo de la concreción de cada punto será mayor o menor el éxito de Junts, pero la mera negociación a cambio de convalidar unos decretos es ya una medalla que Nogueras y Turull (siempre con permiso de Puigdemont) pueden colgarse.
Junts podría haber hecho como EH Bildu y otros socios del Gobierno, quejarse de las formas pero apoyar explícitamente los decretos porque es evidente que mantener el escudo social, aunque sea más mermado, es necesario. “Este Gobierno se ha equivocado muchas veces y lamentablemente se volverá a equivocar, pero no puede ser la ciudadanía la que pague por esos errores”, argumentó Mertxe Aizpurua. Pero Junts no es EH Bildu, cuya estrategia es pareja a la de ERC.
Puigdemont no quiere aparecer como integrante de ningún bloque ni que se le presente como socio del PSOE (aunque lo sea, como ha demostrado este miércoles). Es su manera de marcar distancias con los republicanos pese a que la práctica están en el mismo lado. La diferencia es que ERC no espera siempre hasta el último minuto para salvar a Sánchez.