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Toni Comín, el confidente de Puigdemont

Toni Comín (Barcelona, 1971) hoy es más un conseller de Puigdemont que un diputado de ERC. El exconseller de Salut se ha convertido en el mejor confidente del president. Ambos insisten en que deben repetir en el cargo que ocupaban antes de la destitución del Govern vía aplicación del 155. Pero como ha quedado demostrado esta misma semana en el Parlament, no todo el mundo en el independentismo comparte su estrategia. La contundencia del exconseller choca con la prudencia de su partido. Cuanto más frena ERC, más acelera Comín.

El exconseller se marchó a Bruselas con una maleta preparada para pasar una larga temporada. A diferencia de otros compañeros de viaje, tenía claro que no sabía cuándo podría volver a Barcelona. Antes de tomar la decisión de irse lo consultó con su familia. No es una familia cualquiera. Su padre era el histórico dirigente del PSUC Alfonso Comín, un referente de la izquierda catalana, que falleció cuando el exconseller tenía nueve años. Alfons Comín fue uno de los fundadores de Cristians pel Socialisme y su hijo ha heredado esa doble identidad progresista y católica, que puede parecer contradictoria, aunque en la tradición política catalana no lo es tanto.

Licenciado en Filosofía y Políticas, entró en el Parlament en el 2003 de la mano de Pasqual Maragall. Estaba integrado en el grupo del PSC, pero como independiente y destacado miembro de la plataforma Ciutadans pel Canvi. Después acabó afiliándose al PSC, y como otros miembros del partido identificados con el sector autodenominado catalanista, acabó dejando el PSC tres años después. Lo hizo tras discrepar del rechazo de los socialistas a la consulta del 9-N. Se fue solo dos días después de que lo hiciese otro apellido ilustre de la izquierda catalana, Ernest Maragall. Ambos acabaron en ERC. Primero Maragall y después, Comín.

Su idilio político con Junqueras le llevó a ser el tercer nombre de Esquerra en la lista que compartieron con Convergència el 27 de septiembre del 2015, Junts pel Sí.

El exconseller confiesa que es uno de los muchos federalistas decepcionados que han acabado abrazando el independentismo. Sus detractores le reprochan que haya utilizado el nombre de su padre para progresar en política mientras que sus defensores alaban su implicación en las políticas sociales y su osadía a la hora de aceptar retos. Citan como ejemplo que ha sido el primer conseller de Salut que no era médico. Habría debate sobre si eso es una ventaja o un inconveniente.

Su vida en Bruselas no tiene nada que ver con la activa vida social y cultural que tenía en Barcelona. Su marido Sergi y su hija Laia se han desplazado algunos fines de semana a Bruselas. En la capital belga, Comín se ha convertido en una de las personas de máxima confianza de Puigdemont, con el que comparte largas conversaciones y coincide en la estrategia a seguir. Cuanto más se ha acercado al president, más se ha alejado de su partido. ERC quería que renunciase al acta de diputado pero él les dejó claro que no pensaba entregarla. Al final se ha salido con la suya y es el único de los que están en Bruselas que, juntamente con Puigdemont, seguirá siendo diputado.

La revelación de sus comprometidos mensajes con el president cesado, además de demostrar esta confianza entre ambos, prueba que la distancia política entre Bruselas y el Parlament es cada vez mayor. Y también muestra que de poco sirve extremar al máximo los controles para evitar que se filtren conversaciones y desplazamientos si no te das cuenta de que detrás tienes una cámara grabando.