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La plaza de la Barceloneta donde Ernest Maragall habría sido alcalde

Plaza del Poeta Boscà, en el barrio de la Barceloneta.

Pol Pareja

31 de mayo de 2023 17:30 h

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La mezcla entre ancianos, turistas con maletas y familias migrantes de la plaza Poeta Boscà, en el barrio de la Barceloneta, es la de un distrito en transición. Establecimientos de alquiler de bicicletas y de venta de té matcha recién llegados conviven con bodegas y pajarerías de toda la vida, como la que regenta Manel Mula, de 55 años. “El barrio está cambiando a una velocidad de vértigo”, explica. 

Hay una sola cosa que no cambia en esta plaza: el apoyo sin ambages a ERC. En las dos secciones censales de la zona, el partido republicano se impone pase lo que pase. Lo hizo en las dos elecciones generales de 2019, en las municipales de ese mismo año —cuando Maragall obtuvo más del 40% de los votos—, en las autonómicas de 2021 y también en los últimos comicios.

Lo del pasado domingo tiene todavía más mérito: las dos únicas mesas de la ciudad en las que ha ganado ERC están en esta zona. Son la excepción a un descalabro mayúsculo que ha llevado a Maragall a la cuarta posición en Barcelona, con el 11,22% de los votos, después de haber ganado en 2019 con el 21,35% de las papeletas. Los diez ediles de ERC se han convertido en cinco en apenas una legislatura.

El último bastión de ERC en Barcelona está limitado a un extremo por el paseo Joan de Borbó, epicentro del turismo de playa en la ciudad y desde donde se divisan lujosos yates del puerto. Son unas pocas callejuelas en las que todavía viven vecinos de esos que ellos mismos llaman “de toda la vida”, que ven cómo su barrio está mutando a velocidad de vértigo. 

Maragall no ha ganado en ningún distrito de la ciudad, después de haberse impuesto en 2019 en el Eixample (ahora son cuartos) y en Les Corts, donde el domingo quedó relegado a la quinta posición. En estos dos distritos se ha impuesto Xavier Trias (Junts) al igual que en Sarrià-Sant Gervasi, donde ERC ha quedado sexto, por detrás incluso de Vox.

“No te sabría explicar por qué gana siempre ERC aquí”, responde Tania Gómez, vecina del barrio de 40 años. “Lo único que sé es que el barrio siempre ha sido muy de izquierdas, pero hay cierto descontento con la situación actual”. En 2019, los partidos progresistas obtuvieron más del 74% de los sufragios en estas calles.

“Muchos queríamos hacer un voto progresista, pero castigar la incapacidad por modificar algunas dinámicas que están destruyendo el barrio”, apunta Roger Espineda, 38 años, vecino de la zona. “Llamar de izquierdas a Jaume Collboni creo que es muy generoso, imagino que por eso muchos han votado a Maragall”.

La inseguridad, la gentrificación y la gestión de un turismo que genera todo tipo de molestias son el principal problema que describen la mayoría de vecinos consultados. Entre ellos están los que creen que el anterior Gobierno municipal podría haber hecho más y los que ponen en valor la tarea realizada. 

“Aquí se ha notado mucho lo que ha hecho Colau”, apunta Agustina Pérez, 61 años, dueña de una floristería que lleva ya 77 años en el mismo lugar. “Creo que ha mirado mucho por las clases humildes, espero que el nuevo alcalde haga lo mismo”. Con una renta media de 17.721 euros por persona, el distrito de Ciutat Vella, donde quedan estas calles, es de los pocos en los que se ha impuesto la candidatura de Colau junto al distrito de Sants-Montjuic.

En el barrio hay también, cada vez más, vecinos que no pudieron votar. Es el caso de Thierry Giraut y su mujer, Jeanne. Se instalaron en Barcelona el año pasado y ni siquiera estaban al corriente de que las elecciones fueron el pasado domingo. “Claro que hemos visto carteles, pero no sabíamos que se votaba la semana pasada”, explican.

Mula, desde su pajarería, confiesa que él tampoco votó. “Estoy tan desencantado que me quedé en casa, pero no me sorprende que Maragall siga ganando aquí”, señalaba durante la tarde del martes. “Siempre ha sido una zona con bastantes independentistas”.

Este vecino explica que la plaza que queda en frente de su local antes era un campo de futbol. Recuerda con cierta nostalgia la época preolímpica del barrio, cuando el litoral estaba lleno de merenderos a precios populares. “Poco a poco nos están arrebatando el barrio”, concluye. “Pero creo que esto va a ocurrir igualmente gobierne quien gobierne”.

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