La iniciativa de Ada Colau y del núcleo de En Comú para impulsar una organización política que formalice lo que hasta ahora eran candidaturas electorales, anunciada hace dos semanas en rueda de prensa, ha cambiado el escenario de las izquierdas catalanas alrededor de la figura de la alcaldesa. Si hasta ahora las confluencias se habían construido mediante la suma de diferentes partidos, como ICV, EUiA o Podem, además de otros grupos y personas individuales, el proyecto de organización permanente propuesto por Colau solapa el espacio ocupado anteriormente por estos y les obliga a redefinirse.
Entre esas organizaciones que podrían verse solapadas o absorbidas hay diferentes posturas. ICV presentó este sábado una ponencia en al que apuesta por la confluencia estable en forma de “cooperativa política”. La lógica de la propuesta de los ecosocialistas se basa en la fórmula ya probada en Barcelona en Comú, por la que los sujetos confluyentes no desaparecen pero sí delegan funciones en una nueva organización.
La gran baza de ICV para resistir ante la fuerza arrolladora de los de Colau ha sido su estructura organizativa, consolidada durante años, articulada por el territorio y con capacidad para proveer de cuadros técnicos necesarios para el día a día en las instituciones. En el binomio En Comú-ICV los primeros han aportado la potencia discursiva mientras que los segundos han garantizado la logística política, de espacios propagandísticos a conocimiento práctico de las instituciones.
Diferente es la situación de Podem. La marca morada tiene una implantación reciente en Catalunya y solo ha concurrido a las elecciones en candidaturas junto a otras organizaciones y, en menos casos, con agrupaciones de electores impulsadas desde los propios círculos locales. Con cerca de 70 cargos electos, 60 de ellos concejales, su fuerza organizativa reside en los entorno a 2.000 militantes activos organizados en 120 círculos. Unos números que contrastan, por ejemplo, con los casi 300 cargos electos de ICV y las 220 candidaturas que consiguió presentar en la mayoría de municipios catalanes de más de 10.000 habitantes.
Diferencias en Podem sobre su papel futuro
La dirección de la organización morada está en periodo de interinidad debido a la dimisión de su secretaria general, Gemma Ubasart, a la que siguieron una cascada de renuncias que dejaron al Consejo Ciudadano en esta situación, a la espera de ser renovado en elecciones abiertas a los inscritos. La asamblea para ello se celebrará a principios de abril, y algunos cargos de la formación ya han mostrado interés por presentarse. Es el caso del diputado Albano Dante Fachin, quien fuera elegido en primarias como número uno de la formación a las elecciones autonómicas pero que luego quedó relegado al número 5 en la lista de Catalunya Sí que es Pot.
Fachin, que anunció en una entrevista con El Periódico su deseo de convertirse en el próximo secretario general de Podem, no ve con malos ojos la propuesta de Ada Colau de liderar una confluencia estable que los incluya. Pero esta no es la postura unánime entre los morados. Tanto es así que al día siguiente de la rueda de prensa de la alcaldesa y de los principales líderes de En Comú, Podem lanzó una respuesta en forma de comunicado en la que se reivindicaban como “eje vertebrador de las confluencias”, un papel que quieren seguir ejerciendo.
El reto organizativo de Podem ante el nuevo partido impulsado por Colau tiene que ver, además, con la relación entre En Comú y el Podemos estatal. El absoluto liderazgo del colauismo en la candidatura de En Comú Podem y su diseño como una candidatura diferente de Podemos dibuja un esquema de relación entre ambos similar al que históricamente se han mantenido entre PSOE y PSC, donde uno actúa como referente del otro. Siendo así, existen dudas razonables sobre el papel que Podem puede tener en Catalunya, si es que puede tener alguno ante el surgimiento de un nuevo gran actor.
Pese a todo, desde En Comú aseguran que el objetivo en ningún caso es “sustituir a nadie” y que “respetarán escrupulosamente” los procesos internos de decisión en las organizaciones a las que se les invite a participar en el nuevo sujeto político.
Catalunya En Comú, una idea en fase de gestación
En Comú concibe el proyecto como poco más que “una idea que debe ser debatida”. Según plantean fuentes de la formación, primero debería tomarse la decisión de ponerse a trabajar en ello mediante plenario de la formación. El próximo se celebra el día 20 de febrero y el asunto podría tratarse en él, aunque todavía no está concretado el orden del día. Una vez que el máximo órgano de Barcelona en Comú dé luz verde a la iniciativa de Colau, un grupo de estudio se pondría a buscar la mejor fórmula para llevarlo a cabo.
“De momento es poco más que una pregunta que debemos plantearnos como organización, pero quedan muchas fases para desarrollar y ni siquiera tenemos un calendario”, explican desde la candidatura. Barcelona en Comú cuenta con un censo de personas registradas, asambleas en los barrios, grupos sectoriales, órganos de dirección y un plenario. La cuestión de formar una organización permanente se planteó con En Comú Podem, que no cuenta con ninguna de estas estructuras. También con posibles futuras candidaturas a otras elecciones, por ejemplo, a las autonómicas. “Se trataría de un reto organizativo gigante, pero es posible que el plenario de Barcelona En Comú considere que no debe hacerse. De momento no hay nada avanzando”, aseguran estas mismas fuentes.
Entre lo que sí está avanzado es el registro de nombres. Escarmentados tras la mala experiencia con el nombre de Guanyem, que fue registrado por un tercero para chantajearlos antes de las elecciones municipales, la organización ha registrado ante el Ministerio del Interior hasta una docena de nombres posibles para el nuevo partido, uno de los cuales el que lleva sonando desde la primavera pasada: Catalunya En Comú, que está en el listado de partidos políticos desde este enero y a nombre de la misma persona que en su momento registró Guanyem. Sin embargo el dominio de la web catalunyaencomu.cat está registrado dos días después de la victoria de Colau en Barcelona, en este caso a nombre de un trabajador de ICV.