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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Un emisario de Putin, San Marino y un fiscal general para la república: los mensajes que un exdirigente de Convergència envió a Puigdemont

La investigación al exdirigente de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) Víctor Terradellas por corrupción en subvenciones de la Diputación de Barcelona a la ONG que preside ha hecho aflorar mensajes que el exsecretario de relaciones internacionales del partido se cruzó con Carles Puigdemont en los momentos más críticos del otoño soberanista de 2017. En los whatsapps, obtenidos del teléfono de Terradellas tras ordenar el juez el volcado de su móvil en una operación en mayo de 2018, el excargo convergente alardea de contactos internacionales y asegura que San Marino está dispuesto a mediar entre el Gobierno y la Generalitat. Tal y como adelantó El Periódico de Catalunya, Terradellas también transmitió a Puigdemont el día antes de la DUI que tenía concertada una cita con “un emisario de Putin”.

eldiario.es ha tenido acceso a la totalidad de mensajes analizados por la Policía entre Terradellas y Puigdemont y que forman parte del sumario del caso de presunta corrupción en la Diputación. En la causa también figuran las conversaciones intervenidas a Terradellas por orden judicial en 2019, cuando ya estaba investigado por malversación y fraude en subvenciones. En los pinchazos telefónicos, Terradellas carga contra Puigdemont, del que dice, entre otras cosas, que “ha sido un fracaso”, y lamenta que no esté suficientemente comprometido con la causa secesionista.

Los whatsapps analizados por la Policía entre Terradellas y Puigdemont empiezan el 29 de septiembre de 2015, cuando el expresident todavía era alcalde de Girona y nada hacía pensar que en enero de 2016 se convertiría en el sucesor de Artur Mas en la Generalitat. Precisamente ese día de septiembre el juez imputó a Mas por la consulta del 9-N, y Terradellas lanza una propuesta a Puigdemont, entonces presidente de la asociación de alcaldes independentistas. En concreto, le propone que todas las campanas de Catalunya repiquen a la hora en que Mas entre a declarar como imputado en el juzgado. “Mañana tenemos ejecutiva. Hablamos. Pero los campanarios son de la iglesia...”, le recuerda Puigdemont.

El siguiente mensaje entre ambos es del 4 de enero de 2016, solo cuatro días antes de que Mas ungiera a Puigdemont como sucesor para no repetir elecciones tras una dura negociación con la CUP. Terradellas intenta concertar una cita con Puigdemont, que le dice que está ocupado porque tiene reuniones del grupo de Junts pel Sí. En una respuesta, el futuro president ya muestra su desconfianza con el que sería su vicepresident en el Govern, Oriol Junqueras, cuando tilda de “peligrosas” unas declaraciones del líder de ERC, que pidió seguir negociando con la CUP. “No nos podemos fiar, estos han puesto en marcha una operación para apartar a Mas y no repetir JxSí”, apostilla Puigdemont sobre la estrategia de ERC.

La siguiente conversación aportada a la causa data de julio de 2017. En ella Terradellas se queja de que el delegado de la Generalitat en Croacia “hace el español de nuevo”. No obtiene respuesta de Puigdemont. Más tarde Terradellas pregunta cómo conseguir reserva en el restaurante de Can Roca en Girona, a lo que Puigdemont contesta que no lo sabe.

Los mensajes se intensifican a medida que se acerca el referéndum de 1 de octubre de 2017. El 22 de septiembre Terradellas hace saber a Puigdemont que “un pajarito de Madrid” le ha dicho que en Moncloa “están descolocados” porque el entonces president aseguró que el 1-O habría puntos de votación después de la operación contra el referéndum del 20 de septiembre. Puigdemont no le contesta.

Terradellas tampoco obtiene respuesta cuando el 3 de octubre indica a Puigdemont que “sería conveniente hacer unos tweet [sic] proponiendo una manifestación silenciosa” para “evitar facilitar hechos no deseados debido a la gente infiltrada”. El 3 de octubre se celebraron en varios municipios catalanes sendas manifestaciones pacíficas, convocadas tanto por colectivos independentistas como por los sindicatos CCOO y UGT, en contra de las cargas policiales del 1-O.

Un día después, Terradellas envía tres whatsapps a Puigdemont, que el president tampoco contesta. En un primer mensaje, Terradellas indica que el presidente ruso, Vladimir Putin, “habló del referéndum sin más valoración pero no lo tildó de ilegal”. Y añade, en una larga disertación en que combina el trato de usted y de tú a Puigdemont, una sugerencia sobre la línea a seguir: “Permitidme que os diga que de no ser internacionalizado el conflicto con la declaración de independencia toda represión seguirá siendo un conflicto interno español y nadie de la comunidad internacional mediará. [...] Me gustaría, por favor, que leyeras la carta que te mandaré y que quedáramos para hablar”.

Y el cinco de octubre, otro whatsapp de Terradellas: “Urgente!! Presidente llámame tengo mensaje para tí urgente”. El 8 de octubre, cuando Societat Civil Catalana llenó las calles de Barcelona en contra de la independencia, Puigdemont sí responde a Terradellas, y le diagnostica la situación y los problemas en los que se encontraba tras la celebración del referéndum, cuando afloraron los desencuentros entre los partidarios de convocar elecciones anticipadas –entre los que, al principio, se encontraba el propio Puigdemont– y los que querían declarar unilateralmente la independencia.

“Tenemos problemas muy serios que no podemos ignorar. No me refiero a los bancos [entidades como Caixabank y Sabadell habían anunciado el traslado de sus sedes fuera de Catalunya] ni a la mani de hoy ni a nada de eso. Me envían mensajes nuestra gente, gente muy sólida y comprometida, con mucha preocupación e inquietud”, relata Puigdemont. El entonces president se muestra pesimista: “La mayoría que conseguimos el día 1 hoy puede estar en peligro serio y el Estado ha activado la operación de fractura de la sociedad catalana. Les está funcionando al menos un poco (está creciendo)”.

Dos días más tarde, el día en que por la tarde Puigdemont declaró la independencia y la suspendió en ocho segundos, el president envía un whatsapp a Terradellas a las 7:47h. de la mañana. Le indica que, frente al bloqueo de las cuentas de la Generalitat ordenado por el Ministerio de Hacienda, “las cuentas de las oficinas y las delegaciones exteriores del Govern no creo que las tengan bloqueadas”.

La conversación continúa y Terradellas le revela a Puigdemont que tiene “una noticia de San Marino”. Y, en mayúsculas, anuncia: “El gobierno de San Marino está valorando ofrecerse para alojar negocaciones ente España y Cataluña y dar asilo a personalidades necesarias si fuera necesario”. Terradellas indica que tiene que hablar con el ministro de San Marino, pero que no podrá ser hasta las 18h. “Estos italianos!”, lamenta. Puigdemont le responde que “ningún problema” y que “lo importante es que sea posible”.

A partir del 12 de octubre los mensajes se convierten prácticamente en un monólogo de Terradellas. El exdirigente de Convergència aconseja a Puigdemont “no responder” el requerimiento previo a la aplicación del 155 y que el president sí contestó. Y en 14 puntos, Terradellas propone una estrategia a seguir, consistente en declarar la independencia y que “nunca, nunca” se convoquen elecciones anticipadas. También apunta que “es muy posible tener apoyos internacionales”. Puigdemont no responde.

Cuatro días más tarde, Terradellas envía a Puigdemont una declaración del parlamento esloveno, uno de los países que se ha mostrado más sensible a la reivindicación soberanista, en que se pide una “solución pacífica” a la situación en Catalunya. También pide al president “levantar la suspensión” de la independencia porque “lo tenemos de caramelo y la gente en el bolsillo”. No obtiene respuesta de Puigdemont y el 17 y el 18 de octubre Tarradellas insiste para verse con el president. “Yo creo que no perderás nada si los escuchas, a mi me gusta esta gente”, dice Terradellas. “¿De qué hablas?”, pregunta Puigdemont. “Del mundo he aprendido algo, tienes que recibir a todos y escuchar”, responde Terradellas, sin obtener contestación.

Los días 21, 23 y 24 de octubre, Terradellas insiste a Puigdemont para que declara la independencia y pide concertar una cita, pero el president le responde que está reunido con su equipo “todo el día y sin teléfonos”. Terradellas se conforma en “poder hablar por Telegram” con Puigdemont.

Y llega el 25 de octubre, cuando un tal Miquel –cuya identidad no desvelan los investigadores–, desde el móvil de Terradellas, escribe a Puigdemont para decirle que “China diga lo suyo” y le pide que “antes de hacer nada el viernes [día en que el Parlament votó la DUI]” haga una videoconferencia con “Pu”. ¿Quién es “Pu”? La Policía apunta en su informe que “por el contexto de la conversación podría tratarse de un error gramatical haciendo referencia a realizar una conferencia con Putin”.

Puigdemont no responde los whatsapps. Un día después, Terradellas escribe un mensaje a Puigdemont para afearle que no lo recibiera. El mensaje se envía a las 10:45h. de la mañana, justo cuando Puigdemont está a punto de anunciar que convoca elecciones. Al final, sin embargo, el president compareció para anunciar que el Parlament votaría la DUI. “Ni nos has escuchado, creo que nos lo merecíamos”, lamenta Terradellas, a lo que Puigdemont replica: “No tenía ya ningún margen y el escenario era devastador para Cataluña. Lo siento, sé que no es fácil ni agradable de aceptar, pero no tenía ningún convencimiento de que saliese bien [ens en sortiríem, en el original catalán]”.

Terradellas no oculta su enfado, en un momento en que los diarios digitales abren su ediciones anunciando que Puigdemont iba a convocar elecciones . “Nos habían garantizado declaración esta tarde, Gorbachov. Dinero por parte chino. Te pedíamos apurar. A las 5 venía emisario de Putin. Estamos en la puerta de palacio [de la Generalitat]. Nos debes recibir. Retraso y danos tiempo”, escribe el exdirigente de CDC. “Yo ahora tengo que hacer comparecencia”, responde Puigdemont. Se trata de la comparecencia que se fue retrasando hasta la tarde, y en la que finalmente el president anunció que optaba por consumar la vía unilateral y que el Parlament aprobara la DUI. “Pues lo retrasas. Y hablamos”, le pidió Terradellas, a lo que Puigdemont accedió a que subieran al Palau de la Generalitat.

Los siguientes mensajes son del 28 y 29 de octubre, cuando Puigdemont ya estaba de camino a Bélgica. El president no responde las largas aseveraciones de Terradellas sobre la situación política tras la DUI y la aplicación del 155. Terradellas primero envía una suerte de argumentario, con citas a la constitución alemana, en el que concluye que si “Rajoy & friends quieren justificar la aplicación del 155, primero deberían reconocer a Catalunya como estado”.

Más tarde, Terradellas pide a Puigdemont “demostrar sentido de estado y control del momento político”, por ejemplo arriando la bandera española del Palau de la Generalitat –algo que nunca ocurrió– y blindar el edificio “con una llamada a la población”. También pidió que se ordenara al major Josep Lluís Trapero “una lista de mossos para saber su nivel de espesor y lealtad”. Trapero había sido cesado por el 155 y un día antes se había puesto a disposición de jueces y fiscales para detener a Puigdemont en caso de que lo ordenaran. Terradellas va más allá y exhorta a Puigdemont para que firme los primeros decretos de la república catalana, entre ellos uno que nombre “fiscal general de la República de Catalunya” al exjuez Santiago Vidal, el hombre que con sus conferencias permitió a la justicia empezar a investigar el referéndum. “Como siempre, estoy a su servicio”, termina el whatsapp.

Puigdemont, un “mandorrino”

Dos años después de estos whatsapps, el teléfono de Terradellas es intervenido por orden del juez Joaquin Aguirre, que lo investiga por el fraude en subvenciones. En tres conversaciones con Miquel Casals, condenado por pertenecer a Terra Lliure, Terradellas menciona y habla abiertamente de Puigdemont, si bien ya no se muestra “a su servicio” como dos años antes. En una de las charlas con Casals, Terradellas tilda de “mandorrinos” a Puigdemont y al expresidente de la ANC y dirigente de JxCat Jordi Sànchez, encarcelado por el Supremo, y considera que con su liderazgo “no saldremos adelante”, porque ve al expresident más preocupado por su escaño de eurodiputado.

Así, en la conversación interceptada el 20 de junio de 2019, Terradellas afirma a su interlocutor que Puigdemont “ha sido un fracaso”, y asegura que el entorno del expresident ha ido a ver a un amigo suyo y le han pedido 100.000 euros. “Esto tiene fecha de caducidad”, apostilla Terradellas sobre la estancia en Bélgica del expresident. “Torra también es otro error que no tiene nada. Cuando no sea nadie será un mierdoso”, añade Terradellas sobre el actual president.

Y en otra conversación con Casals diez días antes, Terradellas afea a Puigdemont “haber dejado la guardia pretoriana” de Artur Mas en la Generalitat, en referencia a los colaboradores del antiguo president, a los que tilda de “manzanas podridas”. “Él [dice en referencia a Pugidemont] no quiere hacer nada, y para esto es mejor no ponerse. Nosotros necesitamos un tío allí delante que los tenga bien puestos”, concluye Terradellas.

Las dudas sobre Romeva

En el sumario del caso también figura una carta, una de las tantas que Terradellas enviaba a dirigentes de la órbita nacionalista, y que el exdirigente remitió a Mas y Puigdemont en junio de 2016 para quejarse del entonces conseller de Exteriores, Raül Romeva (ERC). Terradellas asegura en la misiva que Romeva oculta información a Puigdemont y sólo reporta a Oriol Junqueras.

Por ello Terradellas recomienda crear un “grupo propio para la acción exterior” coordinado desde la conselleria de Presidencia, aprovechando la trayectoria internacional que él mismo había impulsado desde CDC. Y es que según Terradellas, un excónsul de EEUU de Barcelona, Jan Hartman, le había avisado sobre el “desbarajuste” que veía en la consellería de Romeva.

“El propio conseller se ha querido significar especialmente en las cuestiones de cooperación al desarrollo, pero lo ha hecho desde la perspectiva de ONG y no como Govern. El personal en el que ha confiado tiene una visión poco nacional del trabajo”, afea Terradellas a Romeva. En el sumario del procés ya se habían puesto de manifiesto las desavenencias y la relación no siempre bien avenida entre los cargos vinculados a ERC de la conselleria de Exteriores y los más cercanos a Convergència ubicados en el Diplocat.

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