“Referéndum o referéndum”, proclamó Carles Puigdemont en el discurso que pronunció en la cuestión de confianza a la que se sometió el 28 de septiembre de 2016. Justo el mismo día, siete años después, y también en el Parlament, se ha acordado una propuesta que reclama a Pedro Sánchez que se comprometa a “trabajar para hacer efectivas las condiciones para la celebración del referéndum”.
El independentismo ha pasado del 'son lentejas', el referéndum sí o sí, incluso de defender que ya se había votado y que lo que había que implementar era el resultado del 1-O, a plantear que se den pasos para avanzar hacia una votación que Junts y ERC ni han situado en el calendario (es un error del que parece que han aprendido) ni presupone una pregunta o porcentajes que llevarían las conversaciones para la investidura a un callejón sin salida para cualquier aspirante a la presidencia del Gobierno, incluso para Pedro Sánchez.
El redactado acordado entre Junts y ERC es lo suficientemente ambiguo como para evidenciar lo que ambos partidos han defendido desde un principio, y es que no se conformarán solo con la amnistía para dar sus votos a Sánchez. Pero está perfectamente medido para que no frustre la negociación con el PSOE. El resumen sería que desde la perspectiva de los interlocutores independentistas, la investidura no va solo de amnistía pero no va de referéndum.
A la pregunta de qué significa, en la práctica, “trabajar para hacer efectivas las condiciones para la celebración del referéndum”, diputados independentistas explicaban en los pasillos del Parlament que lo importante es que al PSOE le quede claro que deberá moverse para buscar una salida al conflicto catalán. O, visto de otra forma, que deberá encarar no solo la parte judicial sino también la vía política en la mesa de diálogo. Pero, en privado, tanto ERC como Junts también se esfuerzan en remarcar que no están exigiendo un referéndum con fecha y pregunta para dar luz verde a la investidura de Sánchez.
De hecho, los posconvergentes no confieren una excesiva importancia a las resoluciones aprobadas esta semana. “El marco general de la negociación ya lo dibujó el president Carles Puigdemont en su conferencia de Bruselas”, afirman, a la vez que recuerdan que el también eurodiputado ha puesto el acento en el reconocimiento del catalán en Europa y la amnistía, más que en ninguna otra exigencia.
En todo caso, no solo era previsible sino que políticamente habría sido muy difícil de explicar tanto para los de Puigdemont como para los de Junqueras que en el debate de Política General del Parlament, en el que cada grupo fija las líneas estratégicas para el nuevo curso, no hubiesen impulsado propuestas sobre la amnistía y el referéndum. Partieron de textos distintos y lo que sí es destacable es que hayan sido capaces de ponerse de acuerdo teniendo en cuenta que en la negociación para la investidura van cada uno a la suya, cosa que desde hace semanas obliga a los socialistas a hacer equilibrios para no despertar más recelos entre ambas formaciones.
A las puertas del 1-O
Como todas las propuestas de resolución, las referentes a la amnistía y el referéndum tienen más de simbólico que de efectivo puesto que lo habitual, sean las que reclaman mejoras en la sanidad, la educación o el autogobierno, es que no se cumplan, gobierne quien gobierne. Queda a menudo a modo de inventario de las declaraciones de intenciones.
Lo que en el Govern y Junts subrayan como un triunfo es que las tres formaciones secesionistas de la Cámara catalana, ellos y la CUP, hayan podido sacar adelante dos propuestas sobre la negociación con el PSOE, algo que hasta ahora había sido imposible. Las iniciativas aprobadas no solo marcan condiciones a la investidura de Sánchez por el lado del referéndum, sino que también apuntan cómo quisiera el independentismo que fuera la amnistía, un perdón penal lo más extensivo posible.
Además, el texto se ha aprobado en el Parlament justo antes de otra fecha marcada en el calendario de efemérides independentistas, el 1 de octubre, cuya conmemoración tendrá de nuevo como protagonista a Puigdemont. ERC enviará al acto de este domingo a una mínima delegación prácticamente desconocida, consciente de que el público asistente será similar al que ya el año pasado les abucheó por haberse avenido a dialogar con el Gobierno de Sánchez. Será interesante ver hasta qué punto Puigdemont alimenta este domingo el discurso de la confrontación teniendo en cuenta que ahora es Junts quien está sentado negociando con el PSOE después de haber prometido en campaña que sus votos nunca servirían para hacer presidente a Sánchez.
En el Palau de la Generalitat recuerdan que además de los textos ya conocidos, el grupo de expertos convocados por Aragonès para marcar las líneas maestras de un posible “acuerdo de claridad” catalán hará públicas sus conclusiones próximamente. La intención es que se presenten antes de cerrar un acuerdo de investidura y en todo caso será un documento que ERC utilizará como guía para negociar en la mesa de diálogo con el Gobierno, un órgano que los republicanos esperan que se mantenga y siga dando frutos.