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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

“Sánchez debe decidir si piensa en las próximas generaciones o en las próximas elecciones”

Roger Torrent (Sarrià de Ter, 1979) ha tenido que reunir esta semana a los grupos del Parlament para que se comprometan a no insultarse ni faltarse al respeto en los plenos. Además de intentar poner orden en las sesiones, a este dirigente republicano le toca lidiar con las tensiones en el seno del bloque independentista y, como el resto de la cúpula de ERC, se esfuerza en explicar a su electorado que las cosas han cambiado y que hay que adaptar la estrategia del partido al nuevo escenario.  

El presidente de la Generalitat acusa a Iceta de “chorrear cinismo” y Ciudadanos acusa a JxCat y ERC de querer “deshumanizarlos”. ¿Quién tiene la culpa de que la bronca se haya instalado en el Parlament?

Yo no hablaría de culpa sino de responsabilidad. Todos tenemos responsabilidad respecto al resto de compañeros y, sobre todo, respecto hacia la ciudadanía. Los ciudadanos se proyectan en esta institución y ven que sus representantes muchas veces no han estado a la altura en los últimos plenos. Todos tenemos la responsabilidad de guardar el decoro, las formas, la educación y el respeto a la institución.

¿Por qué se ha llegado a esta situación?

Hay que tener en cuenta que estamos en una situación política un poco más compleja. No puede haber una normalidad política porque hay presos políticos, exiliados y una situación de represión política muy evidente. Esto afecta también al debate. Yo he hecho un llamamiento a los grupos para que sean empáticos. Eso significa no solo escuchar o dialogar civilizadamente con el otro sino ponerse en su piel. Me refiero también a las opciones políticas que pueden estar posiciones muy polarizadas pero que deben empatizar.

Como presidente del Parlament, usted ha reunido a los grupos para evitar que la crispación vaya a más. ¿Los grupos se han comprometido a evitar que espectáculos como el del último pleno se repitan?ha reunido a los grupos

La reunión fue muy constructiva. Lo normal sería no tener que hacer este tipo de reuniones. Todos los grupos se han conjurado para mantenerse el respeto y no crispar el ambiente en el Parlament. Intentar que el debate sea vehemente pero civilizado. Cuando un diputado falta al otro lo que hace es faltar a sus electores y eso no lo podemos permitir en ningún caso.

En una entrevista en La Sexta afirmó que los independentistas se habían equivocado al evidenciar en público sus discrepancias. La sensación sigue siendo que no tienen una estrategia conjunta. ¿La tienen?una entrevista en La Sexta

Creo que se está construyendo y lo que falta es acabar de coserla más y explicarla mejor. Explicar de dónde venimos y qué agenda política afrontamos. Hoy hay más coincidencias estratégicas y programáticas que hace unos meses. Eso quiere decir que hay un trabajo de fondo que debe cristalizar en una estrategia común que no sea patrimonio solo de los partidos sino también de la sociedad civil y que se explique a la ciudadanía que legítimamente pregunta hacia dónde vamos.

Una parte de esa ciudadanía les reclama unidad. Pero cuando Puigdemont se ofrece de ir de dos en la lista de Junqueras, ERC le da largas.Puigdemont se ofrece de ir de dos

Desde un punto de vista general no hay que confundir la unidad con el hecho de que haya una sola opción política. La riqueza del independentismo es su pluralidad y que abarca todo el abanico ideológico, desde la izquierda más extrema al centro-derecha. Eso nos ayuda también a seducir a más ciudadanos. Es bueno que se vea que hay diferentes opciones que defienden la república. Es la mejor manera de ir a las fronteras electorales.

Debe ser la mejor manera ahora porque no hace mucho optaron por ir en listas conjuntas.

Hubo una experiencia de listas conjuntas en el 2015 y en unas elecciones con un formato concreto, unas elecciones plebiscitarias. Existe un consenso en el independentismo sobre la necesidad que debemos ser más. Se expresará de formas diferentes pero en el fondo estamos de acuerdo que necesitamos ser más gente a favor de este proyecto. Para ello es imprescindible que cada uno, desde su espacio político, mire hacia otros espacios e intente sumar más gente.

¿En esa estrategia de atraer votantes que nunca han sido independentistas, cree que ir en coalición con Bildu, el partido de Otegi, les ayuda?

Las europeas tienen unas circunstancias concretas, con circunscripción única. Es una lógica muy diferente a cualquier otra elección. Para ERC, cualquier opción que defienda los derechos fundamentales y civiles en el Estado español y que plantee opciones de futuro a favor de la república es positiva y suma. Coincidimos en los valores republicanos y en la defensa de una solución dialogada al conflicto político de Catalunya y de otros conflictos que puedan haber en el Estado español.

La propuesta de Pedro Sánchez para buscar esa solución pasa por un nuevo Estatut y la reforma de la Constitución. ¿Estarían dispuestos a negociar otro Estatut sin que eso implique renunciar a un referéndum?

Lo importante no es lo que digamos nosotros sino lo que quiere la mayoría de la ciudadanía de este país. Para la mayoría de catalanes y catalanas el Estatut es una pantalla muy pasada. Lo que quiere esa mayoría es votar sobre la autodeterminación. La gente no ha salido a la calle de manera masiva y sostenida para reclamar un nuevo Estatut sino para reclamar un referéndum de independencia.

Si el presidente Sánchez tiene una propuesta concreta para Catalunya que la ponga encima de la mesa. Y si quiere ser valiente políticamente, que la ponga a votación, pero conjuntamente con lo que pide la mayoría de ciudadanos de este país. Si al lado de la opción de la independencia, Sánchez quiere poner otra, que la ponga y votamos.

Entonces, ¿qué es lo que le pide a Sánchez?

Le pido valentía política. Le pido a Sánchez que decida si quiere ser un estadista o un mal político. Si quiere seguir como Rajoy, negando la evidencia de que un 80% de los catalanes quieren resolverlo votando, o no. Es cierto que de un gobierno a otro ha cambiado la música, pero los hechos, aún no. Estamos esperando a que Sánchez decida si quiere pensar en las siguientes generaciones o en las siguientes elecciones.

Si la sentencia en el juicio al 'procés' fuese condenatoria, ¿cuál cree que debe ser la respuesta?

Sea la que sea tiene que ser lo máximo de unitaria posible, que represente ese 80% de los catalanes que no quieren represión, que quieren la libertad de los presos políticos y el retorno libre de los exiliados. Dicho esto, me parece inconcebible hablar de condenas y delitos porque la democracia nunca es un delito. Si son culpables de alguna cosa es de haberla defendido. Ese 80% de los ciudadanos, sean o no independentistas, son la foto del 3 de octubre. Ese día salieron los que votaron el 1-O y los que, aunque no sean independentistas, no están dispuestos a ver como se aporran casi literalmente sus derechos fundamentales.

Apelando a ese 3 de octubre hay dirigentes, algunos de su partido, que defienden que la respuesta sea una nueva huelga general.

Es prematuro porque aún no se ha celebrado el juicio y porque esto debe ser un proceso de reflexión de esta inmensa mayoría de la ciudadanía.

Pero ya tienen presión para que decidan qué van a hacer. La ANC pide que publiquen la declaración de independencia que quedó en un cajón, y el president Torra no lo descarta.

Pero la pregunta es: ¿Qué nos aporta?

¿Se lo han preguntado?

Es una pregunta que yo hago a quien pida que se publiquen determinadas resoluciones del Parlament o decretos que pueda aprobar el Govern. ¿Esto nos aproxima más al objetivo político que compartimos? Yo creo que no. Siempre he dicho que estamos dispuestos a dar los pasos que haga falta, conlleven las consecuencias que conlleven, si sirven para avanzar. Si no, ¿para qué? ¿para generar frustración? Debemos saber cuál es la estrategia y coordinar cada paso que demos, el táctico al estratégico. No improvisar ni hacer gestos simbólicos que no nos aportan nada.

¿El Consell de la República o el consejo asesor que ha creado el Govern para qué sirven?

Estoy convencido de un aspecto que es fundamental y es la internacionalización de la causa política que defendemos y la vulneración de derechos y libertades no solo en Catalunya sino también en otros casos en el conjunto del Estado español. Las figuras de los exiliados deben jugar muy importante en esta internacionalización.

¿Usted también cree, como Puigdemont, que el error del independentismo fue no proclamar la independencia antes, no haberlo hecho el 10 de octubre?

Es evidente que hemos cometido errores. Si no los hubiésemos cometido la situación sería otra, hoy seríamos una república. Debemos hacer una reflexión no solo con ánimo nostálgico o de flagelarnos sino aprender de las lecciones que nos han dado. Y hay dos fundamentales. Por un lado, que debemos ser más y más determinados, y la otra lección es que ahora sabemos cuál es el precio que los aparatos del Estado están dispuestos a hacer pagar a esta disidencia política. No eramos conscientes del grado de represión.

No me ha contestado.

Yo creo que estas son dos lecciones muy evidentes. Cada uno tomará las que considere pertinentes. El president Puigdemont puede hacer una reflexión sobre lo que ha pasado, lo tenemos que hacer todos y no solo individualmente sino también colectivamente.

¿Entiende a Miquel Iceta cuando dice que él seguramente iría a la cárcel a visitar a los presos si no fuese el primer secretario del PSC?

Lo puedo entender desde un punto de vista personal pero justamente el valor de que él vaya a ver a los presos es que es el primer secretario del PSC. El valor es también institucional. Cuando yo le pido que vaya a ver a los presos políticos es porque es Miquel Iceta pero sobre todo porque es el primer secretario del PSC.

¿Qué opina de algunas de las últimas acciones de los CDR como intentar enfrentarse a los manifestantes de los policías de Jusapol o esta misma semana lanzar estiércol a las puertas de varios juzgados?

Puedo entender la frustración, la sensación de indignación frente a la represión, pero hay actitudes concretas que no comparto. De hecho creo que hay actitudes y escenas que no nos ayudan a seducir a más gente.

¿En el ámbito de acciones que no ayudan a ganar apoyos situaría las pintadas de Arran en la puerta del domicilio del juez Llarena?

Podemos hablar de muchas casuísticas, referidas a instituciones o personas. Debemos explicar que en Catalunya no hay una situación de confrontación social. ¿Hay polarización? Pues claro. Pero aquí y en cualquier democracia europea hay polarización política y eso es sano. Hay quien quiere hacer ver que hay una tensión en las calles y esto no es así. Dicho eso yo condeno evidentemente cualquier episodio de insulto, de degradación o situación como la que ha descrito.

¿Pero episodios como estos pueden dar argumentos a los que defienden que sí existe esa tensión que usted dice que no existe?

Si hacemos del caso concreto una categoría, compramos el relato de que en Catalunya hay confrontación. Y no es verdad. Podría hablar de ejemplos al otro extremo, de cómo en una manifestación para condenar la confrontación entre dos ciudadanos se intentase agredir a un cámara de TV3. Pero no quiero contribuir al relato de la confrontación. Lo que hay es un conflicto político y en democracia eso se resuelve en el Parlament y votando.

¿Interpreta la sustitución del juez Marchena al frente del Tribunal que sentenciará sobre el 'procés' como una buena noticia para los intereses de los presos?

Tampoco tengo muchas esperanzas en un tribunal que ha ido encadenando despropósitos. Ha construido un relato jurídico que es absolutamente falso. Habla de unos delitos que no se han producido nunca. Esto no es cuestión de un juez u otro. Es una cuestión institucional. Voy a poner un ejemplo que no tiene que ver con el independentismo. El lío de las sentencias de las hipotecas demuestra la poca fiabilidad de este tribunal, la politización de este tribunal y, en definitiva, que es un problema estructural. Cuando nosotros hablamos de república no es por una bandera u otra sino para hablar de regeneración democrática y derechos sociales. Es un problema del régimen del 78.

El Parlament va a investigar a la Familia Real. ¿Qué hay que investigar?

De momento no hay ninguna propuesta formal. He leído que un grupo lo ha planteado y cuando la haya, este Parlament está para investigar lo que democráticamente los diputados crean que hay que investigar.

Pero, si está de acuerdo en que se cree esa comisión, ¿qué cree que debería investigar?

Es evidente que en estos momentos la Monarquía es una de esas instituciones del régimen del 78 que está absolutamente desconectado de lo que piensan, opinan y quieren una mayoría de los ciudadanos de este país. Uno de los grandes consensos que hay hoy en la sociedad catalana es el de compartir valores republicanos. Valores que tienen que ver con la libertad, igualdad y fraternidad pero también tienen que ver con superar a esta institución, que sufre una clara crisis de legitimidad en Catalunya. Una crisis que se agravó con el discurso del Rey el 3 de octubre. Ese día se rompieron definitivamente los lazos de la sociedad catalana con una de las instituciones que representa ese régimen del 78.

Uno de los diputados que tradicionalmente más ha criticado a la Monarquía es Joan Tardà. ¿Qué piensa cuando ve que en las redes le acusan de traidor?

Que es una tremenda injusticia. Procuro hacer un caso relativo, el justo y necesario, a las redes sociales. Los que estamos en las instituciones debemos saber abstraernos de lo que a veces se instrumentaliza en las redes sociales. El señor Tardà es patrimonio político del país. Se puede estar de acuerdo o no con sus planteamientos pero nunca se puede discutir su capacidad política y su voluntad innegociable de mejorar las condiciones de vida de sus conciudadanos.