ANÁLISIS

A Sánchez se le ha puesto cara de Zapatero

18 de junio de 2021 22:27 h

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A Pedro Sánchez se le está poniendo cara de José Luis Rodríguez Zapatero y eso, al menos en Catalunya, es bastante bueno. El expresidente del Gobierno es de los pocos que siempre ha abogado por el diálogo, incluso cuando hacerlo solo podía generar incomprensión entre los suyos y críticas entre los adversarios. “Hay que dialogar siempre, hasta el último minuto, hasta el último segundo, con el adversario más increíblemente difícil”, repetía a quien estuviese dispuesto a escucharle. Zapatero avisó de que el viaje de los independentistas era hacia ninguna parte pero nunca rompió el contacto con ellos, aunque fuese a través de personas interpuestas, y habló con Oriol Junqueras por teléfono antes del juicio del Supremo que condenó a 13 años de cárcel al líder de ERC. 

El expresidente había pedido al Supremo una sentencia que permitiese “recuperar la necesaria y saludable convivencia”. Las duras penas impuestas por el tribunal presidido por Manuel Marchena no ayudaron a mirar hacia adelante pese a descartar que los dirigentes y activistas independentistas hubiesen cometido un delito de rebelión. Sánchez en ese momento defendió “el cumplimiento íntegro” de las penas y descartó los indultos. Era cuando el PSOE argumentaba que el perdón primero lo tenían que pedir los afectados y que para otorgarlo se debía tener en cuenta la opinión del tribunal sentenciador.

Zapatero fue, junto a algunos dirigentes del PSC como Miquel Iceta, el primero en mostrarse a favor de la medida de gracia para los presos del procés, cuando solo pronunciar la palabra significaba para muchos ser un mal patriota. El actual ministro de Política Territorial tuvo que sacar el paraguas ante la cantidad de críticas que le llovieron cuando en el 2017, en plena campaña de las autonómicas catalanas, lo sugirió. Tiró de su habitual ironía para replicar las descalificaciones que recibió por parte del PP y Ciudadanos y las desautorizaciones de algunos de sus compañeros del PSOE. “Siempre he sido un adelantado a mis tiempos”, afirmó, y adelantó lo que entonces era solo un vaticinio: “Algunos vamos a tener que arriesgar más por la reconciliación”. A posteriori, el PSC calculó que la afirmación de Iceta le había costado 100.000 votos. El todavía primer secretario de los socialistas catalanes, que ahora comparte el liderazgo con Salvador Illa, comentó entonces a su equipo que estaba convencido de que el tiempo le daría la razón. Y así ha sido.  

Zapatero, de la mano de los socialistas catalanes, ya se enfrentó durante la tramitación del Estatut a algunas voces importantes del PSOE. También en ese momento Felipe González estaba en contra de la propuesta del PSC y junto a dirigentes como el que era presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, defendieron que era una reforma que implicaba “romper la cohesión” de España. Zapatero aguantó las presiones de la derecha y de algunos de los suyos, como ahora lo ha hecho Sánchez.

Rodríguez Ibarra no está en política, pero uno de los primeros que salió a criticar los indultos fue su sucesor al frente del socialismo extremeño, Guillermo Fernández-Vara. José Bono tampoco ocupa ningún cargo político, pero tiempo después de abandonar el gobierno de Zapatero aseguró que lo había hecho porque no estaba de acuerdo con el Estatut. “Le dije al presidente, en noviembre del 2005, que no podía ser ministro si el Estatut venía a ser el impulso de un movimiento secesionista”, le reveló a Bertín Osborne en una entrevista en el 2017. También su sucesor en el PSOE manchego, Emiliano García Page, ha sido ahora de los que más se ha opuesto a los indultos. 

La carta de Oriol Junqueras aparcando la vía unilateral (algo que de facto ya había hecho el independentismo la pasada legislatura) y valorando positivamente los indultos (algo que no había hecho hasta ese momento) calmó las voces críticas y cargó de nuevas razones a quienes como Zapatero insistían en que no hay alternativa al diálogo. En una entrevista concedida a elDiario.es e Infolibre, el expresidente pronosticó que la estrategia de Sánchez no será penalizada en las urnas, igual que, en su opinión, la tramitación del Estatut no le pasó factura a él porque tras toda la polvareda política que provocó, el PSOE subió en votos y escaños. Siendo eso cierto, los estudios postelectorales del partido indicaron que hubiese podido obtener la mayoría absoluta y que si no lo logró fue precisamente por el desgaste que le supuso la negociación de la reforma estatutaria.

Zapatero y el PSC contaron durante la tramitación del Estatut con los mismo aliados que ahora ha tenido Sánchez: los socialistas valencianos y los de Baleares. El presidente lo ha podido comprobar estos días en las jornadas que el Cercle d’Economia ha celebrado en Barcelona. Tanto Ximo Puig como Francina Armengol apostaron por evitar la confrontación y el centralismo. “La polarización produce un atasco institucional que es muy negativo para solucionar problemas clave como la financiación autonómica o como la propia estructura de un Estado descentralizado”, defendió el barón valenciano. Por su parte, Armengol quiso dejar constancia de la sintonía entre ellos en una imagen que colgó este jueves en Twitter en la que aparece caminando por Barcelona junto a Puig, Iceta e Illa.

Sánchez regresa el lunes a Catalunya después del paseo triunfal de este viernes en un foro, el del Cercle d’Economia, que ha dado la espalda a Pablo Casado. El líder del PP escuchó por boca de Jordi Gual, expresidente de CaixaBank, una de las entidades bancarias que se fue de Catalunya por el procés y que aún no ha regresado, que la postura de los partidos que se oponen a los indultos es “intransigente”. La Moncloa empezará la semana con un acto que recuerda al que Mariano Rajoy organizó en marzo del 2017 y en el que prometió un programa de inversiones para “sellar grietas, reconstruir puentes y mirar hacia adelante”. Ni llegaron los millones ni se reconstruyeron los puentes. A ver si a Sánchez le sale mejor.