Salvador Illa no solo es el ganador en votos y escaños de las elecciones catalanas. Es sobre todo el único candidato que puede formar una alianza viable a su alrededor. Así lo cree ERC que, por si la debacle electoral fuera poco, también ha obtenido la llave envenenada que podría decidir entre dar el Govern al PSC o forzar una repetición de los comicios.
Los republicanos necesitan tiempo para sobreponerse al palo. Han perdido la presidencia, asumen que salen de la Generalitat y también que gestionar este momento no será fácil. Por ahora tratan de quitarse de encima la presión y remarcan que si socialistas y Carles Puigdemont han compartido hasta ahora la oposición a su Govern -algo que solo es cierto a medias ya que el PSC ha apoyado dos presupuestos de Pere Aragonès– deberían pactar entre sí para sacar a Catalunya del callejón.
“Se ha impuesto la 'sociovergència' y ha perdido ERC, son ellos quienes deben decir qué van a hacer ahora”, repiten desde el partido.
La idea de que Illa y Puigdemont tendrían que buscarse mutuamente es un relato con el que ERC trata de ganar tiempo para reubicarse, reflexionar sobre los posibles pasos y, quizás, renovarse internamente. Pero una cosa sí está clara en las filas de los republicanos: no se sumarán a las maniobras con las que amaga Puigdemont y que implicarían, entre otras cosas, recabar la abstención del PSC y, peor aún, poner en jaque la mayoría progresista en el Congreso.
Esto no quiere decir que los republicanos hayan decidido qué votarán en un eventual intento de investidura del expresident, pero sí que tienen claro que el resultado obtenido tanto por Junts como por el independentismo en conjunto no habilita a Puigdemont para buscar una investidura. Es más, ven sus llamadas a seguir intentando un Govern independentista como los primeros pasos de su campaña para la repetición electoral.
Como tampoco está decidido, y puede que no lo esté en semanas, qué harán los 20 diputados de ERC cuando Salvador Illa se someta a una sesión de investidura. “No estaremos para facilitar una investidura del PSC y no participaremos de operaciones que necesiten el acuerdo entre PSC y Junts”, ha dejado dicho Pere Aragonès en su comparecencia de despedida, aunque la decisión final ya no la vaya a tomar él.
La Ejecutiva del partido mantiene silencio sepulcral sobre el dilema de qué hacer ante una investidura de Illa, con el que antes o después se encontrarán, y se resiste con uñas y dientes a que les arrastren a posicionarse sobre esto. Como mucho, algunas voces en el entorno de Esquerra admiten que el escenario ideal sería que el PSC encontrara por su cuenta los apoyos necesarios para sumar una mayoría simple, que los republicanos podrían empujar con una abstención.
Pero esta no es hoy, en plena resaca electoral, una opinión extendida ni de consenso en la formación, donde otras voces consideran que la situación ha cambiado, pues si antes era ERC la que necesitaba al PSC para gobernar en la Generalitat ahora son los socialistas quienes los necesitan doblemente, en Madrid y en Barcelona. “Cómo era aquello de que las condiciones no las pone quien necesita ayuda sino quien la da”, aseguran, citando una frase que Puigdemont pronunció el verano pasado en relación al PSOE, poco antes de firmar el acuerdo para la investidura de Sánchez.
La maniobra de Puigdemont
Aunque el castañazo más gordo se lo ha llevado ERC, con permiso de la CUP, en Junts no había este lunes nada que celebrar. Poniendo toda la carne en el asador, el partido solo ha ganado tres escaños respecto a 2021 y menos de un punto y medio en porcentaje de voto. Unas cifras que alejan al independentismo de la mayoría absoluta pero también de cualquier posible carambola que pase por una mayoría simple.
Pese a eso, Puigdemont cree poder presionar al PSOE con la mayoría en el Congreso para que logre que Illa se abstenga o, al menos, así lo ha dejado ver en su comparecencia de este lunes. “Me veo como presidente, si no no me presentaría. No haría teatro”, ha asegurado el expresident. El PSC ya le ha respondido que no aceptará chantajes al tiempo que el PSOE ha salido a respaldar a Illa como la única opción posible.
Por el momento, PSC y ERC están de acuerdo en al menos una cosa: a nadie le conviene correr. El calendario de la nueva legislatura da un primer margen para constituir el Parlament hasta dos días después de las elecciones europeas. Justo pero suficiente. El plan de Aragonès es apurarlo al máximo para no obligar a los partidos a elegir al presidente de la Cámara antes de que se vote en Europa. A partir de ahí, se verá. ERC tiene, además, opciones de volver a hacerse con la figura del jefe del Parlament, aunque el PSC podría querer privilegiar otras fuerzas para atarlas o, incluso, tratar de procurarse la presidencia para sí mismo.
Con los socialistas en escena, todos los pactos son posibles, incluso los que requieren una mayor contorsión. Illa tiene al menos tres caminos transitables para convertirse en president investido. El primero, y el que el equipo socialista prioriza, es la suma con ERC y los Comuns. El segundo, el que ERC sugiere como natural, supondría un acuerdo con Junts. Pero aún está la posibilidad de firmar un acuerdo transversal a izquierda y derecha, con el apoyo de PP y Comuns, y buscar después la abstención de un cuarto grupo, como ERC o Vox.
Hay, obviamente, aritméticas más improbables que otras. Pero todas las posibles pasan solo por dos resultados. O bien situar a Illa en la presidencia de la Generalitat o bien que llegue el 25 de agosto sin president y se convoque automáticamente una repetición electoral. En ERC apuestan por no ser quien tome la decisión pero, si lo acaban siendo, afirman: “Haremos lo que nos venga menos mal, sabiendo que no hay salida buena”.
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