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El primer examen de Illa: calmar al profesorado y remontar los malos resultados del alumnado

Imagen de archivo de una clase de alumnos de cuarto de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) realizando las pruebas de nivel. EFE/Marta Pérez

Pau Rodríguez

Barcelona —

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El profesorado regresa esta semana al trabajo y en Catalunya lo hace con una nueva consellera de Educación, la socialista Esther Niubó. De todos los frentes abiertos del nuevo Govern, el de las aulas es quizás uno de los más urgentes, no solo porque el inicio de curso está a la vuelta de la esquina, el 9 de septiembre, sino porque se acumulan desafíos como el de remontar los malos resultados escolares o apaciguar el malestar de los maestros. 

El PSC llega a una cartera, el departamento de Educación y Formación Profesional, que le resulta casi ajena del todo, puesto que durante el tripartito siempre estuvo en manos de ERC, excepto un breve paréntesis de seis meses en 2006. El president, Salvador Illa, ha situado a una consellera que viene siendo la responsable en la materia dentro del partido desde hace una década, y que mantiene una relación fluida con todos los actores, desde sindicatos a familias y de pública a concertada. 

Los objetivos de los socialistas en Educación, que desgranará Niubó esta semana en la presentación del nuevo curso, pasan en primer lugar por recuperar la confianza del profesorado, que mantuvo un fuerte enfrentamiento con el Govern de ERC, además de remontar los malos resultados académicos que evidenciaron las pruebas PISA. El otro gran reto, señalan desde el departamento, es potenciar la FP, que han decidido incluir por primera vez en la denominación oficial de la conselleria. 

Un mandato para revertir los resultados

Para los resultados escolares, que han sufrido un descenso tanto en PISA como en las pruebas externas de la Generalitat, Illa ya apuntó recientemente que necesitarán entre cuatro y seis años. Tras la debacle en los exámenes de la OCDE de 2022, que situó a Catalunya a la cola de España en comprensión lectora, los datos de Educación han mostrado cierta mejora en matemáticas o lengua castellana, pero no en catalán o en inglés, que siguen a la baja. 

Miquel Àngel Alegre, jefe de proyectos de la Fundació Jaume Bofill, considera la mejora de los aprendizajes como la prioridad más apremiante, y aprueba el horizonte fijado por el PSC. “Si me dicen que en cuatro años el nivel será equiparable al de Asturias, Castilla y León o Dinamarca, lo firmo ahora mismo. Si subimos unos pocos puntos en matemáticas o catalán, entonces será poco”, evidencia. 

Para lograrlo, una de las primeras medidas que comparten los actores educativos es la de dar estabilidad y recursos al profesorado. “La educación necesita tiempo, y en los últimos años hemos padecido demasiados cambios y muy rápidos, lo que ha generado un malestar que urge reconducir”, señala Teresa Esperabé, secretaria general de Educación del sindicato CCOO, que añade que están dispuestos a conceder cien días de gracia a la consellera. 

Más recursos y menos cambios

Los docentes catalanes lamentan que en pocos años han tenido que digerir un nuevo currículum, procesos de innovación pedagógica o un modelo de escuela inclusiva que no cuenta con los recursos suficientes para las necesidades del alumnado con más dificultades. Sobre esto último, piden más financiación y ratios más bajas. “Necesitamos mayor dotación de personal teniendo en cuenta la complejidad creciente del alumnado”, señala Iolanda Segura, portavoz del sindicato USTEC. 

En no pocas reivindicaciones coinciden también las familias, que exigen un refuerzo del sistema público y un aumento de las plazas. “Hay carencias históricas en Secundaria y sobre todo en FP, lo hemos visto estos días”, señala Lidón Gasull, directora asociación de familias de la escuela pública Affac. En Formación Profesional, más de 31.000 alumnos que hicieron la preinscripción siguen sin plaza asignada debido a la falta de oferta en la pública, lo que empuja a muchos de ellos hacia la privada. 

Sexta hora e inmersión, patatas calientes

La lista de retos pendientes para el Departamento de Niubó pasa también por otros frentes que no generan tanto consenso entre la comunidad educativa y que han estado en el foco de la polémica en los últimos años. Uno de ellos es el adelanto del calendario escolar a inicios de septiembre, que aprobó ERC y luego tuvo que rectificar parcialmente debido al rechazo casi unánime que suscitó en el Consejo Escolar. De cara al curso que viene, los sindicatos tratarán de retrasarlo algo más, y habrá que ver cómo reacciona Niubó. 

La consellera está vinculada en algunos ámbitos a los patos de investidura con ERC y Comuns. Con los primeros se ha comprometido a ampliar la gratuidad de la etapa 0-3 –ahora solo lo es en el curso I2–, mantener el cheque escolar para cada familia en no menos de 70 euros, acabar definitivamente con los colegios que segregan por sexo –tarea iniciada por los republicanos– y, esto será a buen seguro foco de tensiones, “mantener el adelanto del calendario escolar”. 

Con los Comuns, el acuerdo incluye garantizar dos tardes de extraescolares gratuitas a la semana y convertir el comedor escolar en un servicio enteramente gratuito. También contempla la polémica recuperación de la “sexta hora” en la escuela pública, es decir, aumentar sus horas lectivas para equipararlas a las de la concertada. Los sindicatos ya avisan que se opondrán de plano a esto último. 

Niubó deberá decidir también si saca del cajón el prometido decreto para regular la concertada y poner fin a sus cuotas, así como si profundiza en la lucha contra la segregación escolar, que los datos evidencian que se ha quedado a medias. Y, por último, deberá lidiar como todos sus antecesores con los ataques al modelo de inmersión lingüística, siempre más presentes en el plano mediático y político que en el día a día de los colegios. 

La nueva consellera se ceñirá al acuerdo para un nuevo modelo lingüístico del que fue ella misma artífice, y que incluyó a ERC, Comuns y Junts. La normativa vigente establece que el catalán es la lengua de uso habitual, aunque contempla a la vez el castellano como idioma curricular, siempre según cada centro. Con este marco, Niubó sabe que será observada desde todos los bandos, tanto aquellos que vigilarán cualquier retroceso del catalán en las aulas como los que seguirán empujando para introducir definitivamente el bilingüismo en las aulas.

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