La relación de las personas transexuales con el sistema de salud ha sido históricamente traumática. La situación ha ido mejorando, pero todavía hoy casi la mitad de los integrantes de este colectivo asegura haber sufrido algún tipo de discriminación o haber cancelado citas médicas por miedo, según una encuesta de 2019. “Uno de los pasos para cambiarlo es mejorar la formación del personal sanitario”, afirma Judith Juanhuix, activista trans y exportavoz del colectivo Generem.
Una de las primeras iniciativas universitarias en España para abordar la realidad trans dentro de una facultad de Medicina ha arrancado esta semana. El viernes, una treintena de alumnos de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universitat de Barcelona (UB) se conectaron vía streaming a la primera clase de la asignatura optativa Diversidad de Género: las personas TRANS*. “Hasta ahora los médicos nos decían a nosotras quiénes éramos. ¡Ahora se lo diremos nosotras a ellos!”, proclamaba Juanhuix a pocos días de empezar.
La optativa consiste en unas 50 horas de docencia y corre a cargo de la doctora Pepita Giménez-Bonafé, del Departamento de Ciencias Fisiológicas, que antes impartía clases de fisiología, lactancia materna y sistema reproductor. Fue a partir de su experiencia que empezó a detectar una importante falta de conocimiento de sus alumnos sobre la realidad de las personas trans. “Primero empezamos invitando a personas trans a que nos hicieran charlas sobre sus malas experiencias en la sanidad pública, sobre su discriminación en todos los ámbitos de la sociedad, pero ante el desconocimiento generalizado decidimos sacar adelante la asignatura”, explica Giménez-Bonafé.
Para ello, la UB ha contado con la colaboración de algunos miembros del colectivo trans, como la propia Juanhuix o Sofía Bengoetxea, de En Femme. También han participado algunos miembros de Trànsit, el servicio público de atención sanitaria para las personas trans en Catalunya y una referencia desde hace años para numerosas administraciones, aunque su fundadora, la ginecóloga Rosa Almirall, se ha mostrado algo crítica con la propuesta. Es una iniciativa “loable”, reconoce, pero añade que hubiese sido “más efectiva” una formación del profesorado sobre estas cuestiones que una optativa que llega a unos pocos estudiantes
Hacia la despatologización
¿Qué estudiarán los alumnos de esta optativa? A pesar de ser un Grado de Medicina, se podría decir que el objetivo de la asignatura es que los futuros facultativos dejen de ver a las personas trans como pacientes. Como personas que necesitan diagnósticos y necesariamente tratamientos hormonales. El planteamiento de la optativa es casi el contrario: ofrecer a los estudiantes una visión sobre los problemas psicológicos y sociales que sufren las personas trans por el hecho de serlo.
“Para mí es clave que se imparta la asignatura dentro del Grado, y no como una especialidad, para que llegue a todos los médicos, particularmente a los médicos de familia, donde todavía hay mucho desconocimiento”, expresa Juanhuix. Esta mujer trans, de 49 años, añade: “Debemos procurar una formación de carácter social para que sepan acompañar a las personas trans en su recorrido, con los cambios corporales que puedan acometer, pero no necesariamente”, argumenta.
La asignatura empieza de hecho abordando la historia del colectivo trans, particularmente la represión dentro del franquismo y el movimiento de liberación LGTBI. “Luego trataremos las implicaciones de ser trans en la educación, en el mundo laboral, en los espacios públicos, el deporte…”, enumera Giménez-Bonafé. También harán un repaso a las cuestiones más puramente médicas, como los procesos de hormonación o la cirugía a la que se someten algunos para completar el cambio de sexo, y a los aspectos administrativos y legales.
Esto último está estrechamente ligado a una de las grandes reivindicaciones del colectivo trans respecto al sistema de salud, y es que se les deje de pedir un diagnóstico psiquiátrico de “disforia de género” para poder empezar el proceso de tránsito, así como haber estado dos años hormonándose. Algunas comunidades ya lo evitaban, y en Catalunya está el ejemplo del servicio Trànsit. Pronto podría cambiar en toda España si se aprueba la nueva Ley Trans, en cuyo borrador, elaborado por el Ministerio de Igualdad (UP), se prevé que las personas trans puedan cambiar de sexo legal sin necesidad de pruebas médicas. Pero no está claro que se vaya a aprobar, porque el PSOE se opone.
“Le daba bibliografía a mi médico”
Sofía Bengoetxea, una mujer trans de 62 años que también participa en la asignatura, explica que ella, por ejemplo, nunca se ha sentido “mal” con su cuerpo. “Nunca he tenido una necesidad imperiosa de operarme o de someter mi cuerpo a una idea de género concreta”, expone. En su caso, hizo el tránsito a mujer hace relativamente poco. Y se lo tuvo que explicar bien a su médico de cabecera. “Le dije que había cambiado de género, que ya no me llamaba Albert sino Sofía, y tuve que darle bibliografía para que leyese un poco sobre qué es ser una persona trans”, relata.
Bengoetxea explica que no dio el paso para hacer el tránsito hasta que no conoció el servicio Trànsit, que ponía todas las facilidades sin necesidad de diagnósticos. Hasta entonces, conocía las malas experiencias de sus amigas en la Unidad de Género del Hospital Clínic. “Algunas salían llorando porque no cumplían con los criterios”, describe. “A mí nunca se me pasó por la cabeza ir a mi centro de salud y preguntar al médico de cabecera por terapias hormonales, por ejemplo. Primero, porque sabía que no tendría ni idea. Y segundo, porque me iba a derivar al Clínic”, añade.
A lo largo de la asignatura, se tratarán también los derechos reproductivos de las personas trans y la situación de los niños y adolescentes, ambas muy conectadas también con lo que pueda recoger la nueva legislación. Esta prevé que todas las personas trans con capacidad para gestar, se identifiquen como hombres o personas no binarias, podrán tener acceso a las técnicas de reproducción asistida, algo que de nuevo ya está contemplado en algunas comunidades autónomas.