Primera víctima de los atentados del 17 de agosto de 2017 en la Rambla de Barcelona que declara ante el tribunal de la Audiencia Nacional. La comparecencia ha sido breve, pero menos de diez minutos han bastado para que el tribunal se ilustrara sobre el trauma que vivieron las víctimas el día de los ataques y cómo el proceso judicial ha supuesto reabrir una herida que con el tiempo se había ido mitigando, que no cerrando. “No he pisado la Rambla desde ese día”, ha resumido entre sollozos Judith R.
Ya antes de empezar, el presidente del tribunal, Félix Alfonso Guevara, se ha alejado por un momento de la firmeza con que viene llevando la vista y ha permitido que la víctima declarara como testigo protegido (nadie ha visto su rostro) para que se sintiera “amparada”. Antes de la declaración la víctima se encontraba “muy nerviosa” y “llorando” en la oficina de víctimas establecida en la sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares (Madrid), ha explicado Guevara, que ha recibido a la víctima en un amaba “tranquilícese”. “Vamos a tratar que sea lo más breve posible y que no sufra más”, había pedido antes Guevara a las partes. Al finalizar su declaración, además del “puede retirarse” con el que Guevara despide a los testigos, el magistrado ha añadido: “Muchas gracias por su declaración”.
A preguntas de su abogado (la víctima reclama una indemnización por las lesiones que sufrió) la mujer ha explicado que el 17 de agosto de 2017 estaba en la Rambla justo después de salir de trabajar. Iba de camino a casa con una amiga. Mientras esperaban que un semáforo se pusiera verde, vieron aparecer la furgoneta que conducía Younes Abouyaaqoub –abatido tras cinco días de huida por los Mossos d’Esquadra– con la que el terrorista segó la vida en la Rambla a 14 persones e hirió a un centenar, entre ellas Judith R- y su amigo. No tuvieron tiempo de cruzar la calle: “Escuché un furgón blanco pegar una aceleración muy fuerte. En ese momento no me percaté que esa furgoneta venía hacia nosotros”.
Entre sollozos, la víctima ha continuado el relato de lo ocurrido: intentó apartar a ella y a su amiga como pudo, pero el retrovisor de la furgoneta conducida por Abouyaaqoub golpeó a su acompañante y ambas cayeron al suelo. “No supe más porque la gente comenzó a pisotearnos. Tenían miedo y querían salir”, ha contado. Una vez logró ponerse de pie, quedó en “shock” por lo que vieron sus ojos: “A mi alrededor demasiada gente tumbada en el suelo, y el furgón todavía haciendo 'zig-zag' llevándose a peatones por la Rambla”, ha rememorado.
La comparecencia de la mujer ha puesto de manifiesto el trauma de las víctimas y la reapertura de las heridas que causa el juicio, aunque su declaración es un requisito necesario para que el tribunal pueda acordar que sea indemnizada por las heridas que sufrió. La complicada balanza entre la revictimización y las garantías procesales se ha mostrado con toda crudeza este jueves, y seguramente se repetirá cuando declaren el resto de víctimas.
Las secuelas de Judith R. llegan a día de hoy. “Mi vida ha cambiado por completo, ya no soy la que era antes. Yo no tenía nervios, era una persona sana gracias a Dios, pero desde que pasó eso.... los nervios”. La víctima ha detallado que ha necesitado medicación después de los atentados y también para afrontar psicológicamente su declaración en el juicio tres años después: “Poco a poco lo había olvidado, pero aquí otra vez lo he revivido”.
Declaran más Mossos que incriminan a Oukabir
En la sesión de este jueves –la tercera del juicio– también han comparecido varios Mossos d'Esquadra que participaron en la investigación de la célula yihadista. En línea con lo que sus jefes explicaron este miércoles, la declaración de los agentes ha servido para dar argumentos a las tesis de las acusaciones y restar credibilidad a los alegatos defensivos de los tres acusados, Mohamed Houli, Driss Pukabir y Saïd Bien Iazza, para quienes la Fiscalía pide 41, 36 y 8 años de cárcel respectivamente.
Los agentes han vuelto a hacer hincapié en que Houli no estuvo colaborativo con la investigación mientras lo interrogaban en el hospital (el acusado fue herido en la explosión del chalé de Alcanar donde murió el líder espiritual de la célula, el imán de Ripoll Abdelbaki Es Satty), al contrario de lo que alegó el joven durante el juicio. Asimismo han relatado que recibieron amenazas de Oukabir cuando fue detenido. “Si me vuelven a poner en la cárcel por algo que no he hecho juro que mataré a los agentes que me han detenido”, han explicado los mossos que dijo Oukabir cuando lo arrestaron en Ripoll tras los atentados.
Tal y como viene haciendo en todas las sesiones, el magistrado Guevara no ha permitido que se preguntara por el contenido de las actas de declaraciones en comisaría de los acusados, lo que ha llevado a tener un breve enfrentamiento con uno de los abogados. Jaume Alonso-Cuevillas, diputado de JxCat y abogado del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, que en este juicio representa a los padres del niño de tres años que murió en La Rambla. Cuevillas ha intentado preguntar por el contenido de las actas y tras ser regañado por el presidente del tribunal ha formulado protesta y agradecido su “amabilidad”.
“La ironía a otro lado, se lo advierto. Creo que no he faltado el respeto a ninguno, si me ha pedido que hable alto [los abogados tenían problemas con el audio de la sala de vistas] es por lo que estoy hablando alto, pero a mí no se me contesta de esa forma. A mí personalmente sí, a lo que estoy representando, no. Si ahora es moda de no respetar las instituciones, aquí se respetan”, ha zanjado el magistrado.