Un resumen de 650 palabras que ocupa menos de dos hojas. Así despachó la conselleria de Interior el pasado mes de abril el mandato del Parlament de noviembre de 2019 para que hiciera público el protocolo sobre el uso de las balas de 'foam' que disparan los Mossos d'Esquadra. El departamento tampoco ha entregado a los grupos parlamentarios el documento completo, de catorce folios, al que ha tenido acceso elDiario.es tras haber rechazado la Comisión de Transparencia el intento de Interior para que no se hiciera público.
Entre la información que Interior ocultó a los grupos parlamentarios y a la ciudadanía en su web destaca un aspecto que puede tener relevancia en la investigación judicial abierta por la mutilación del ojo de una manifestante de las protestas por Pablo Hasel debido al impacto de un proyectil de 'foam' de los Mossos. Se trata de un punto del protocolo que insiste en que debe dispararse del abdomen hacia las piernas. “Hay que tener en cuenta si la persona se mueve, si el operador está inestable, etc., circunstancias que pueden hacer que se dispare fuera de esta parte del cuerpo”, reza la instrucción interna de la policía autonómica.
El departamento de Interior pedía no publicar este punto del protocolo por motivos de “seguridad pública”, que permite restringir el acceso a la información pública que comporte un riesgo para la seguridad de las personas. Alegaba además la conselleria que la difusión de esta información pondría en riesgo “la precisión de los tiros y la integridad de los agentes responsables y de la ciudadanía afectada”.
En cambio la Comisión de Transparencia catalana (GAIP) resuelve que las alegaciones de la conselleria “no justifican la restricción al acceso” a la información de tres apartados del protocolo. Además de la advertencia del protocolo sobre la peligrosidad de no disparar por debajo del abdomen, los artículos del protocolo que Transparencia obliga a Interior a hacer públicos versan sobre la obligación de que la lanzadora de 'foam' esté “siempre” custodiada y que se anote en un libro las salidas de las cajas con los proyectiles y el agente al que se ha asignado. Otros fragmentos del protocolo, sin embargo, sí aparecen tachados con el beneplácito de Transparencia para proteger la seguridad ciudadana.
Además Interior acabó aceptando que se publicaran otros artículos del protocolo que la conselleria no había incluido en el apartado de transparencia de su web. Es el caso del que establece la rendición de cuentas de los disparos. “La responsabilidad a nivel de ejecución es del agente que utiliza” la lanzadora, indica la instrucción, que además remarca que el jefe de servicio tiene que saber “en todo momento” cuántos lanzadores están operativos, cuántos están fuera “del búnker” y de cuánta munición se dispone en todo momento. “El jefe de servicio debe ser informado de si se ha usado el lanzador, dónde, el resultado y cuánta munición se ha consumido”, apostilla.
También figura en el protocolo que en caso de ser solicitado un informe interno sobre el uso de estos proyectiles en la vía pública se deberá tener en cuenta quién da la orden de uso del lanzador –el jefe del dispositivo, el mando directo del agente o el propio escopetero–, los motivos concretos del disparo, su resultado, si después se ha arrestado a alguien, el tipo y cantidad de munición utilizada, la fecha, hora y lugar concretos del disparo y “cualquier otro aspecto importante que sea trascendente para elaborar el informe”.
El proyectil de 'foam' es la principal munición de los dispositivos de orden público de los Mossos después de que el Parlament prohibiera en 2014 las balas de goma por el caso Ester Quintana. El 'foam', que recibe su nombre por el tipo de espuma con el que está fabricado, tiene 40 milímetros de diámetro y al estar hecho de material viscoelástico su impacto queda repartido entre el proyectil y el objetivo. La principal diferencia con la bala de goma es que el 'foam' no rebota cuando toca el suelo: al ser un proyectil de precisión, las lesiones que provoca se producen por un impacto directo en el cuerpo, y no fruto de un rebote incontrolado. Se dispara mediante un fusil de mira telescópica que incrementa su precisión
Pese a que el conseller de Interior, Miquel Sàmper (Junts), se comprometió a publicar todo el protocolo sobre el uso del 'foam' después de la mutilación de una joven en las protestas por Hasel, finalmente el departamento solo publicó varios fragmentos del mismo. Su subida a la web de la conselleria, un año y medio más tarde de que se lo reclamara el Parlament, se produjo además en plenas negociaciones para formar gobierno en Catalunya después de que la CUP y ERC acordaran la suspensión del uso del 'foam' mientras no se desvelara todo el protocolo.
El protocolo indica que la balas de 'foam' deben dispararse “del abdomen hacia abajo”, aunque si la persona tiene “un objeto arrojadizo [que no precisa], contundente o arma blanca” sí podrá dirigirse el proyectil a “las extremidades”. “Antes de utilizarlo, y siempre que sea posible, deben haberse agotado las vías de diálogo y mediación previas”, recalca el protocolo, en línea con el modelo de mediación y proporcionalidad de los Mossos.
Si bien por regla general se debe avisar a las personas de su utilización, el propio protocolo no dice que tenga que ser obligatoria, e indica que la comunicación será preceptiva en las manifestaciones “cuando se produzcan alteraciones de la seguridad ciudadana con armas o cualquier otro medio de acción violenta”, que es precisamente el supuesto más habitual de empleo de las balas de 'foam'.
El documento también indica que las balas de 'foam' podrán ser utilizadas por el agente al que se haya asignado su uso y, por norma general, será necesaria la “autorización expresa de la persona que ejerce el mando del equipo o del dispositivo”. No obstante, añade el protocolo, se podrán usar los proyectiles sin autorización “excepcionalmente, en casos de extrema necesidad con peligro muy grave para las personas, para los propios agentes de policía o para los bienes”.
“En este caso hay que informar lo antes posible del uso, de las circunstancias que han provocado la necesidad de utilizarlo y de los resultados de la intervención”, agrega el protocolo que, en cualquier caso, obliga a actuar “siguiendo los principios de congruencia, oportunidad y proporcionalidad”. El protocolo establece que, con carácter general, se podrán usar en situaciones que comporten “desórdenes públicos graves y con peligro inminente para las personas, la policía y los bienes inmuebles” o que sea necesario “neutralizar conductas violentas individualizadas que pueden provocar lesiones a las personas o daños a los bienes”.
Después del uso de la lanzadora, cada operador y mando policial deberá informar del tipo de proyectiles que se haya disparado en cada intervención, el lugar y la hora, de la forma más exacta posible, y las posibles incidencias detectadas. Esta es precisamente una de las diligencias que la joven mutilada en las protestas por Hasel ha pedido que el juez requiera a lo Mossos. Su querella contra la policía catalana ha acelerado la publicación del protocolo, que Sàmper venía anunciado desde su lesión el pasado mes de febrero. Además, el conseller se mostró partidario de que el Parlament debatiera un nuevo modelo de orden público en la nueva legislatura –que no está claro que eche a andar.