El puerto de Barcelona se convierte en el más contaminante de Europa por los cruceros

Barcelona tuvo el dudoso honor de convertirse en el año 2022 en la ciudad europea con el puerto más contaminante por culpa de los cruceros que atracaron. Así lo ha acreditado un estudio de la organización Transport & Environment, que el año 2019 había asignado este puesto a Venecia, pero que reconoce que la ciudad italiana ha hecho un importante esfuerzo reduciendo su tráfico y descendiendo hasta 40 posiciones en contaminación. De esta forma, la capital catalana asciende a la primera del ranquin, pues no ha sido capaz de disminuir su polución sino que el año pasado se mantuvo prácticamente al mismo nivel que antes de la pandemia.

La capital catalana emitió desde el puerto 18.277 kilogramos de dióxido de azufre, una cifra que el estudio pone en contraste con la contaminación que generaron los vehículos en la ciudad. En el caso de Barcelona, el tráfico emitió 6.481 kg, es decir, prácticamente un tercio de lo emitido por los cruceros.

“El análisis muestra que, a pesar de la introducción del límite de azufre del organismo de envío de la ONU en 2020, los 218 cruceros de Europa emitieron más óxidos de azufre que mil millones de automóviles en 2022, o 4,4 veces más que todos los automóviles del continente”, afirma el informe de Transport & Environment.

Otras ciudades que se mantienen en los puestos más altos de Europa son Civitavecchia, el puerto de Roma, que ha aumentado de forma considerable su nivel de polución hasta ser la segunda más contaminante, o El Pireo, en Grecia, que pese a haber reducido las emisiones no lo ha hecho lo suficiente como para bajar de la tercera posición.

Palma es el segundo puerto español que aparece entre los primeros puestos en contaminación, en su caso en el cuarto lugar. Y eso pese que la capital de las Islas Baleares ha reducido de forma considerable sus niveles de polución, que le han hecho descender un puesto. Según este estudio, el puerto recibió 79 cruceros el año pasado, que generaron 12.285 kilogramos de dióxido de azufre, un tercio menos que Barcelona. En posiciones mucho más bajas figuran Santa Cruz De Tenerife (puesto 20), Málaga (22), Cadiz (27) o València (29).

Una de las ciudades en las que más se fija el estudio es Venecia, que ha logrado una reducción muy acusada tanto de cruceros como de contaminación acumulada. Según refleja el informe, la decisión de la ciudad italiana de vetar todos los barcos de más de 25.000 toneladas desde el 1 de agosto de 2021. Esto ha supuesto una reducción de un 80% en las emisiones contaminantes de cruceros en la ciudad.

Otro de los aspectos que destaca Transport & Environment es que una sola compañía de cruceros, MSC Cruises, emitió casi tanto azufre como los 291 millones de automóviles de Europa. “Muchos operadores de cruceros como MSC Cruises han invertido en gas natural licuado (GNL) como alternativa a los combustibles marinos convencionales. Cuando funcionan con GNL, estos barcos causan menos contaminación del aire, pero son más dañinos que los aceites combustibles desde una perspectiva climática debido al escape de metano de sus motores de cuatro tiempos. El metano es un potente gas de efecto invernadero, más de 80 veces más de calentamiento climático que el CO2”, advierte el informe.

Barcelona, incapaz de reducir cruceros

Barcelona sigue instalada en el récord de cruceristas a pesar de que el gobierno de Ada Colau se puso como objetivo limitarlos. Las cifras recientes de 2023 apuntan a que podría superarse incluso el pico de más de tres millones de pasajeros que se registró en 2019, un volumen de barcos —400.000 cruceristas al mes de media, en temporada alta— que desde el consistorio califican de “insostenible”.  

De hecho, Colau llegó a la alcaldía con la promesa de poner fin a la masificación turística, y en 2018 alcanzó un pacto con el Puerto de Barcelona para reducir las terminales de cruceristas. De las nueve previstas se pasó a siete y se las apartó del centro de la ciudad. Pero la cifra de pasajeros ha seguido creciendo, debido a que algunas de esas terminales todavía estaban entonces en construcción y también por el tamaño de las embarcaciones.   

El pasado mayo se reunió por primera vez el Consejo de Sostenibilidad para los Cruceros del Puerto de Barcelona, con los principales actores implicados. En plena precampaña electoral, allí pidió el Ayuntamiento que se reduzcan más terminales, de siete a cinco. Pero la autoridad portuaria no lo contempla (el acuerdo de 2018 es hasta 2027).