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ENTREVISTA

PutoMikel, arqueólogo, drag y youtuber: “Puedo hablar de cosas serias maquillado, dando espectáculo y sin perder rigor”

El creador de contenido Mikel Herrán, más conocido como PutoMikel.

Sandra Vicente

9 de marzo de 2024 21:31 h

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Si alguien es capaz de hablar de la expulsión del pueblo judío de España en el siglo XV con un recogido de pelo de infarto, un maquillaje propio de alfombra roja y mucho brilli-brilli ese es Mikel Herrán, más conocido como PutoMikel. Este joven que se define como “arqueólogo, borracho y mamarracho” ha hecho de las redes sociales su palestra, desde la que explica episodios históricos mezclando la ciencia y el drag. Mikel asegura que su performance le sirve para acercar la historia a los jóvenes y a públicos menos especializados, algo que considera esencial en la batalla cultural por la verdad.

Precisamente sobre esto ha versado la charla que ha tenido con la también creadora de contenido Charcastrology en el Memefest, celebrado este fin de semana en el Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona (CCCB).

A raíz del cuestionamiento de relatos históricos basados en hechos contrastados, como la llegada del hombre a la luna o la evolución, le pregunto ¿qué es la verdad?

Es un relato. Existe una verdad cuando hablamos de ciertos hechos que sabemos que ocurrieron. Sabemos que tal día, en tal batalla, pasó esto. Pero estos hechos no son los que nos hacen avanzar en conocimiento. Lo interesante es ver cómo se construyen nuevas verdades. Que podamos considerar algo como verdadero depende, no sólo de lo bien anclado que esté en hechos demostrados, sino también del rigor y la honestidad a la hora de vincular esos hechos.

Hay que ser consciente de los propios sesgos antes de hablar de 'verdad', porque siempre estamos más dispuestos a creer, oír y replicar unas cosas que otras. El papel de la verdad es desmontar los sesgos y puntos ciegos que todos tenemos a través de hechos contrastados. Es en esa discusión entre hechos contrarios donde se puede llegar realmente a la verdad.

Deme un ejemplo.

Veamos a los terraplanistas. Su verdad es que la tierra es plana. Si llegas con un relato contrario que diga que, obviamente, la tierra no es plana y lo anclas a los hechos, a demostraciones fácticas que aguantan la confrontación del contrario, allí es donde tenemos certeza de que la tierra, en realidad, no es plana.

Haciendo de abogada del diablo: muchos avances científicos se han logrado gracias a cuestionar verdades categóricas. Un terraplanista piensa que está haciendo precisamente eso y, seguramente, saldrá pensando que ha ganado la discusión que planteaba antes. ¿Por qué su versión es la verdadera y la del negacionista no?

Ellos juegan mucho con la emoción, con la cosa esta de 'despertar' y usan más relatos que datos. Es verdad que lo de 'dato mata relato' no es tan cierto como quisiéramos pensar, porque el relato toca tanto la fibra que el dato nos acaba dando igual. Para desmontar el relato, tienes que construir otro relato alternativo, que pueda apelar a esa emocionalidad, pero que se base en datos.

Hay un relato que se ha puesto de moda entre la extrema derecha, que es que Isabel la Católica fue la primera feminista [tal como defendió Ramón Tamames]. Eso no es así y para desmentirlo puedes hablar de datos y documentos, pero puedes referirte también al relato de que una mujer que expulsa a toda una población de su territorio muy feminista no será porque, obviamente, entre los judíos había mujeres.

En el documental 'La xarxa ultra' de TV3 aparece el youtuber Libertad y Lo Que Surja exponiendo muchísimos datos para 'desmontar' las políticas contra la violencia de género. La derecha reaccionaria en redes tendía al relato, pero ahora se están apropiando del dato.

Los datos no son asépticos. Muchas veces, aunque el estudio sea riguroso, debes mirar quién lo firma y quién lo financia. Además, tienes que tener en cuenta el contexto en el que se presenta. El dato dice que hay más criminalidad entre personas no blancas. Si das esa información tal cual, parece que sean poblaciones más dadas al crimen, pero estás obviando el contexto complejo que incluye un racismo sistémico, falta de acceso a recursos, una vida en barrios empobrecidos. Si sólo presentas el dato, permites que se plantee un relato contrario a la verdad, que siempre es mucho más compleja.

En una entrevista en este medio hablamos con el youtuber Cuellilargo sobre por qué no hay tantos creadores de contenido de izquierda. Explicar la complejidad de la realidad es más largo y aburrido que simplemente dar un dato racista. ¿La performatividad drag responde a una manera de hacer más entretenido el relato?

Mi trabajo está fuertemente inspirado en youtubers de izquierda anglosajones como Philosophy Tube, que me demostraron que se puede hablar de cosas serias maquillado, dando espectáculo y sin perder rigor. Es una buena forma de llamar la atención, pero también es algo que me sale de dentro. Si hasta yo me aburro con lo que digo, ¿cómo puedo esperar que la otra persona se interese?

Además, el drag y la performance son una vía clara de dejar patente qué punto de partida tengo. A la gente que no está dispuesta a escucharme por lo que soy me la quito de encima rápido, porque ven a un maricón pintado y se van. Pero si hay gente que se queda por curiosidad y luego se entera de algo, bienvenida sea.

¿Por qué cree que es importante que no sólo nos hable de historia el prototipo de académico, que suele ser un hombre de mediana edad blanco, cis y hetero?

Porque tienen perspectivas que ya están muy vistas. La historia como ciencia nace en el siglo XIX de la mano de hombres blancos de clase media alta que hablaban a otros hombres blancos de clase media alta. Cuando entraron las mujeres en los departamentos de prehistoria, se empezó a hablar de las mujeres en la prehistoria. Y lo mismo pasó con las personas racializadas; gracias a ellas se empezó a estudiar el vínculo entre el racismo y el capitalismo.

No quiero decir que debas ser de un grupo para estudiarlo, porque vas a tener tus sesgos y vinculaciones emocionales, pero es más fácil que empatices y tengas interés en estudiarlo si tu vivencia es fruto de las vivencias de este mismo grupo en el pasado. Se nos acusa de politizar la historia cuando buscamos otros sujetos menos representados, pero es lo mismo que se hizo en el siglo XIX, cuando sólo se hablaba de reyes, héroes o épicas nacionalistas. Los historiadores de entonces se consideraban herederos de esa nación de grandes héroes.

En la historia impera la normatividad y se demostró cuando nadie se planteó que los Amantes de Módena pudieran no ser hombre y mujer. Como arqueólogo que no pertenece al grupo de hombres de clase media alta, ¿cuál es la interpretación normativa de la historia que más le molesta?

Un caso muy claro fue el de los manicuristas de un faraón de la dinastía egipcia Nyuserra. Siempre se creyó que eran hermanos, a pesar de que los patrones artísticos del sarcófago eran los que se usaban, muy concretamente, en tumbas matrimoniales. No podíamos saber cuál era su relación, pero un artículo se atrevió a plantear que, igual, esos dos hombres eran amantes. En arqueología, como no tenemos fuentes escritas ni la enunciación de las personas que estudiamos, debemos estar abiertos a todas las posibilidades, pero ese artículo tuvo una respuesta brutal, acusaciones de mentir... Quizás sí eran hermanos o primos. Pero por ahora sólo podemos decir que son los cuerpos de Schrodingër: amantes y hermanos a la vez.

Otro caso es el del emperador romano Heliogábalo, de quien se piensa que pudo haber sido trans. Se dice que quizás fue Dion Casio intentando difamarle, algo muy propio de él. Pero sabemos seguro que no encajaba en la masculinidad. No tenemos constancia de cómo se identificaba Heliogábalo, pero un museo en Inglaterra decidió presentarlo con pronombres femeninos, explicando por qué. Eso estuvo muy bien: todos los museos del mundo se refieren a Heliogábalo como hombre, a pesar de que hay las mismas pruebas tanto de eso como de que fuera trans. Hacer enunciaciones con otras posibilidades es importante.

Algunas interpretaciones de la historia se esconden por falta de perspectiva, pero a veces también se hace de manera consciente para justificar machismos, nacionalismos, racismos. ¿Cómo le sienta eso?

Es frustrante, porque creo que, hasta cierto punto, estos sectores tienen ganada la batalla. Son discursos mucho más asentados en el imaginario colectivo porque son más sencillos, simples y directos. La historia es una asignatura obligatoria desde finales del siglo XIX, desde el momento en que se formó el estado nacional, porque parte de la formación del espíritu nacional es enseñar que tenemos una historia común. Y esa peca de sesgos.

Lo que la mayoría de la gente sabe de historia es lo que se le enseñó en el instituto, pero luego casi nadie sigue estudiando por su cuenta. Pero eso no quiere decir que la historia desaparezca de tu vida: está en el atril del Congreso de los Diputados, en los medios...

Esa visión de la historia peca de sesgos y de explotación de la nostalgia...

La nostalgia es interesante. Hay quien diría que es parte inherente de la historia, porque va de fijarse en el pasado. Por eso ganan más las visiones rosas de la historia que las negras, por mucho que diga Elvira Roca Barea sobre la leyenda negra [la historiadora publicó el libro Imperiofobia, sobre una supuesta propaganda contra los pueblos ibéricos y el imperio español. El texto fue un éxito, pero contenía referencias y citas, muchas de las cuales luego se demostró que eran falsas o habían sido tergiversadas].

Las versiones nostálgicas ganan porque queremos pensar que hubo un momento mejor y sentirnos orgullosos. Hay mucha gente que no puede ver el pasado de manera no emocional, por eso nos acusan al resto, a los que contradecimos estas visiones rosas de la historia, de politizar y hacer juicios de valor. Pero eso es exactamente lo que hacen ellos cuando se casan con el pasado y lo convierten en su manera de interpretar el mundo. Y eso es un error.

Sobre esto: últimamente ha habido debate sobre la 'cancelación' de ciertos productos culturales del siglo pasado porque contenían mensajes racistas o machistas. ¿Qué opina?

Soy de la opinión de que hay que contextualizar el momento histórico en el que se produjeron. Con Lo que el viento se llevó hubo todo un tema, pero se hizo lo correcto: poner un cartel al principio de la película explicando por qué se usaban ciertos términos y actitudes. Tenemos que saber de dónde venimos para ver lo lejos que hemos llegado y lo que todavía nos queda por avanzar. Cancelando estos rastros no nos hacemos un favor. Es necesario recordar que películas como Raza sirvieron políticamente al régimen franquista.

Cada vez hay más creadores que hablan de esas materias que la mayoría solo estudiamos en el colegio y apuestan por hacerlo desde el humor: la Gata de Schrodingër sobre ciencia, Alba Moreno (@fisicamr) sobre física o usted sobre historia. No sólo cambian la manera de contarlo, sino el público al que va dirigido. ¿Qué ganamos bajando la academia de un pedestal?

Es importante. Se gana mucho demostrando que no son campos aburridos y que nos afectan más de lo que pensamos. La gente cree que la historia sólo va de gente muerta y eso ¿qué más da?. Pero cuando trabajo intento hablar de debates actuales afectados por un proceso histórico, por ejemplo cuando se empezaron a derribar estatuas. Es importante bajar la historia para hacerla accesible y demostrar que se pueden transmitir conceptos complejos a gente no especializada en algo. Si hablas de forma más comprensible que Judith Butler, con ejemplos más cercanos, le pones humor y te tomas tu tiempo, la gente te entenderá.

Cuentas como la suya demuestran que en Youtube, TikTok y en Instagram también se pueden aprender cosas, al contrario de lo que piensan ciertas personas. ¿Cuál es su perfil de seguidor?

Cerca de un tercio tienen entre 18 y 24 años. Y otro tercio son menores de 34. Eso en Youtube, en Tiktok y en Instagram hay gente más joven todavía. Esto es un mensaje positivo que no va de que les interese más o menos el tema del que hablo, es que les interesa el tono. Puedes hablar de historia en un tono sobrio y te escuchará cierta gente, pero si los atraes con 'edits', cortes rápidos y un poco de humor, te ganas a los jóvenes. Y luego ya tienes su atención para hablar de cosas complejas. Pero es que eso ha pasado siempre: todos nos hemos enamorado de una asignatura por el profesor. Hay que hablar a los jóvenes y a todo el mundo con pasión, ahí está la clave.  

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