“Quedarme en blanco y que se me ocurran cosas es mi oficio”
Albert Pla nos espera, o desespera, fumando un cigarro en la puerta de la librería Barra/Llibre en el barrio de Sants de Barcelona. Acaba de presentar el libro Espanya de Merda (Ed. Ara Llibres) y como sus protagonistas, está de gira de presentación. Es la décima o vete a saber qué entrevista que hace en un día, nos explica mientras hace las últimas caladas antes de entrar. Con humor comenta que ya le han hecho fotos en todas las puertas de la plaza y que tendremos que pensar en un lugar original donde retratarlo.
Vamos al patio interior antes de que se vaya el sol para terminar las fotografías y luego nos sentamos en dos butacas para comentar su primera obra narrativa. Hablamos de la gira -road trip para los amantes de las grandes palabras- que hacen Raúl y Tito, los protagonistas del libro, por el estado español y sobre cómo lo ha vivido él.
El título del libro es 'Espanya de Merda'. ¿La voluntad es cagarse en todo?
Para mí no, en todo caso si fuera “en todo” y tuviera que poner un verbo antes, tal vez pondría reírse, más que cagarse.
¿Con qué intención te lanzas a escribirlo?
Yo no tengo ninguna intención cuando empiezo algo. Bueno, la intención personal de escribir una palabra y que tengas ganas de escribir otra, es esa mi intención. Quedarme en blanco y que se me ocurran cosas, es mi hobby, pasatiempos, oficio, tendencia natural. Así es como disfruto.
Pero algo más que hacer reír quieres, ¿no?
No es nada especial, como con todo. Si algo no me hace reír, no me provoca nada, ya no lo escribo. En el momento de subir a un escenario es muy incómodo para mí salir a decir algo que no sé cómo decir, que me siento extraño diciendo. Me sería complicado, no soy tan buen autor.
¿Querías hacer otra cosa, diferente?
Yo no quería hacer otra cosa, nunca quiero hacer otra cosa. Puedo hacer teatro, puedo hacer un musical, una película... siempre vas haciendo cosas diferentes para seguir siendo el mismo, un poco.
¿Por qué Raúl, el cantante uruguayo que protagoniza el libro, canta en una lengua que entiende todo el mundo?
Esto es de las cosas que más me gusta del libro, que haya una persona que pueda cantar en todas las lenguas del mundo. Por eso tal vez me gustan tanto el Mago Tamariz y el Tortell Poltrona, porque vayan donde vayan del mundo, en una plaza en Bombay o la estepa de Siberia, se salen con la suya. Y se salen con la suya por aquellas ganas secretas que tiene la gente de querer que una persona le comunique algo.
¿Y tú sabes, de este idioma?
Ya me gustaría poder ir a Bombay y sobrevivir, pero yo necesito la palabra para explicarme.
En el libro haces aparecer algunos músicos como Javier Krahe o Quimi Portet...
Dos cracks. Krahe era un grande, era muy buen escritor y se explica muy bien, con un castellano fantástico. Los pocos castellanos madrileños majos, de idioma, que he visto. Y creo que lo más bonito era lo que había en medio, entre palabra y palabra, sus respiraciones y sus miradas y su manera de empujar una palabra o no, o de hacer un silencio, o no. Es cuando todo lo que vas diciendo cobra significado. Los incluí porque aunque hubiera podido elegir otro personaje, con la excusa que salen ellos, se lo tendrán que leer por fuerza ya que a ellos les enseño todo lo que hago.
¿Has hablado con Quimi Portet? ¿Qué le parece salir en el libro?
Sí. Le deberías preguntar a él, a mí me dijo “ah bien, bien, adelante” y que por él perfecto que saliera su nombre.
¿Se parece el personaje al Portet real?
Es todo ficción. Me gusta hablar de Quimi e inventarme cosas sobre él. Pero decir tal como es creo que sería atreverse demasiado
¿Y el hecho de que Raúl se pregunte constantemente por si las cosas son grandes, a qué se debe?
Primero fue accidental, pero después me pareció una buena frase. Era una buena opción para que le pudieras coger cariño al personaje sin que dijera nada, sólo explicado por los antepasados, lo poco que dice y su mirada. Así, sin saber qué tipo de canción hace. Creía que era imprescindible para que a la gente le cayera simpático. Mírame a mí, que hablo poco y cuando hablo siempre la cago. No hay nada detrás, es muy grande. Además los uruguayos lo dicen mucho, “es muy grande”.
¿Por qué es de Uruguay?
Porque estaba en Uruguay cuando escribí el libro.
¿Qué crees que puede aportar un uruguayo en el libro?
Los uruguayos no creo que le aporten nada a mi novela [le coge un pequeño ataque de risa].
Quería decir el hecho de que haya un uruguayo en el libro, no qué puede aportar en Uruguay el libro.
A mí me gustan mucho los cantantes uruguayos y el público uruguayo y no me importaría que la gente conociera muchos cantantes uruguayos, que hay más de dos o tres.
¿Qué tienen estos cantantes?
No sé, me caen bien. Tienen el mejor cantante del mundo, Leo Maslin. El mejor cantante, cantautor, el mejor tío haciendo canciones, no sé cómo llamarle. Además tienen un acento que a mí me gusta, al igual que me gusta el mallorquín, también me gusta el uruguayo.
Hay bastantes dosis de surrealismo en el libro. ¿Por qué?
Me gustaba y por una cuestión de equilibrio. Te empiezas a cagar en Dios y también dices: “no es mi intención cagarme en Dios”. Y luego tiras hacia el humor y dices: “tampoco es mi intención que se esté la gente partiendo de risa”. Después te inventas una historia más poética e intentas ir equilibrando. Si se acaban de morir todos los catalanes y ha desaparecido Valencia, que al menos pueda echar un polvo en Murcia, ¿sabes qué te quiero decir? También creo que los estados de ánimo de las personas son así: te puedes estar cagando en Dios y luego estar la mar de contento. Me pasa a mí y un poco a todos.
También hay un cierto elogio a la mentira...
La mentira es el principio básico de la imaginación. Si todo el mundo dijera la verdad, no habría imaginación. En cosas morales no entro ni salgo. Matar a una rata para un hombre le será muy práctico, pero para la mujer de la rata debe ser horrible.
¿Qué diferencia hay entre la relación con las drogas de Raúl y la de Tito, su manager?
Yo no entiendo tanto de drogas. He tomado drogas y ya no tomo. Las siento un poco lejos. Mientras las tomé creí que era algo muy mío. Como el pollo, que nunca sabes a quien le gusta, al que no le gusta, al que le gusta el pecho o el muslo, cuánta cantidad es capaz de comer a alguien, si el vegetariano o el que cría pollos, el tipo de pollo, las sensaciones que siente... el “no te comas veinte pollos tío que te sentará mal”. Sabes? Algo así ... es algo incompartible, no la puedes generalizar.
¿Te has dejado nada por decir en el libro?
La verdad es que nunca me quedo nada por decir. En el libro no pondría ni el nombre de autor, ni el título, ni nada. Nunca me fijo cuando leo un libro. Sin prólogos ni epílogos, ni anotaciones, ni aclaraciones. Es la gracia.
Tienes previsto hacer nada nuevo ahora?
Hemos comenzado una gira con Fermín Muguruza y Refree con la obra Guerra y acabamos de sacar el libro. Ya me dicen: “calma, calma, calma”.
¿Tienen que ver las dos cosas?
Yo creo que no, el momento poder, soy yo, estoy yo por allí en medio. Las intenciones eran otras. Muy diferentes.
¿Cuál es tu momento?
Mi momento personal es fantástico. ¿No me ves? ¿No me encuentras guapetón? Tengo 76 años, me conservo bien, ¿verdad?