Radiografía de Segrià, la comarca de Lleida que vuelve al confinamiento tras la nueva normalidad
El desconfinamiento por fases había de desembocar en una nueva normalidad permanente, pero eso ya no será así en todos los sitios. La Generalitat catalana ha anunciado este sábado que la comarca del Segrià, que comprende la ciudad de Lleida y una treintena de municipios colindantes, quedará bajo un confinamiento perimetral que restringirá los accesos que no sean por motivos laborales o de fuerza mayor.
La medida, que afecta a 210.000 personas, se toma después de que se hayan detectado en las últimas semanas hasta nueve rebrotes de coronavirus, de los cuales ocho se mantienen activos, y con más de 365 positivos por coronavirus en la última semana.
Tras conocerse la mala evolución de la epidemia en la zona, todos los dedos apuntaron de inmediato a las actividades económicas predominantes, el sector hortofrutícola y, en menor medida, al agroalimentario. La provincia de Lleida concentra el 43% de toda la actividad agraria de Catalunya y dos tercios de su superficie están cultivados, con un reinado absoluto de la llamada fruta dulce, es decir, melocotón y nectarina, pera y manzana, aunque también tienen importancia, en las zonas más secas, los cultivos de cereales y el forraje, que se usa para elaborar piensos.
Otra de las características del Segrià es que es el epicentro de una extensa zona rural que ocupa buena parte de la provincia de Lleida pero también una buena proporción de terrenos pertenecientes a Huesca y Zaragoza. Fue en esta zona de Aragón donde, precisamente, hace dos semanas el Gobierno autonómico decidió aplicar en cuatro comarcas las medidas de la fase 2 de la desescalada, tras detectar varios focos de contagio, sobre todo entre trabajadores del campo.
La Generalitat valoró entonces positivamente la coordinación con el Ejecutivo aragonés, que había recomendado a sus propios ciudadanos que limitasen la movilidad, aunque no la llegó a cerrar. Sin embargo, el contacto entre ambas zonas es muy estrecho.
Para empezar, el hospital de referencia para todos los municipios de la llamada Franja aragonesa es precisamente el Arnau de Vilanova, en la capital lleidatana, que tiene un 10% de pacientes que viven en Aragón. Lo mismo ocurre con varios de los servicios, zonas de compras u ocio, y no solo para la zona aragonesa, sino también del Pirineo y la Catalunya central.
Además, muchos de los temporeros optan por hacer noche en Lleida o los municipios colindantes, desde donde se desplazan diariamente para acudir al campo de otras zonas o, también, van moviéndose por temporadas según avanza la campaña de la fruta.
Los riesgos de la cosecha de fruta
Una de las características de este cultivo de fruta dulce es que se recoge a mano, con una gran necesidad de mano de obra en la campaña de la recogida, lo que hace que en los meses de primavera y verano haya mucha movilidad geográfica y población desplazada. Entre 30.000 y 35.000 personas se desplazan cada año a Lleida para trabajar en el campo, según los datos de la patronal. La mayoría acuden con contratos o acuerdos previos, y también teniendo previsto el lugar donde vivirán, que en ocasiones son proporcionados por los dueños de las plantaciones. Pero no siempre es así.
“Es evidente que hay gente que viene sin tener trabajo, y es habitual porque saben que llegarán aquí y acabaran trabajando. Unos dos mil temporeros se quedan cada año en la calle o en condiciones de infravivienda, ocupando granjas abandonadas o donde pueden”, explica Gemma Casal, activista de Fruita amb Justicia Social, una entidad que lucha por las condiciones de vida de los temporeros.
Según explica Casal, si este año ha sido extraordinario para todos, también lo ha sido en el campo de Lleida. “Mucha gente que se ha quedado sin trabajo en el sector turístico o en la construcción y ha venido aquí a probar suerte. También es cierto que la patronal de la fruta llamó para que la gente viniera”, apunta.
Desde el sindicato Unió de Pagesos, que agrupa a buena parte de los productores de fruta, consideran que no pueden asociarse directamente los contagios con el trabajo en el campo. “No todo el mundo que está por la calle es temporero”, asegura Jaume Pedrós, responsable de temporeros de la entidad, que destaca que en pleno confinamiento llegaba a la ciudad Lleida mucha gente, cuando se suponía que no estaba permitido.
Más allá de esto, Pedrós asegura que los agricultores en general han aplicado todas las medidas de seguridad recomendadas por Salut, debido a que “se juegan la cosecha de un año en quince días o un mes” por lo que son “los primeros interesados en que no haya un brote en alguna de sus cuadrillas”.
Recomendaciones incumplidas
El departamento de Salut lanzó unas recomendaciones para los trabajadores del campo al inicio de la temporada de la cereza, ahora ya prácticamente concluida. Entre los consejos estaban la consabida distancia de 1,5 metros con otras personas, lo que en el campo se traduce en que solo dos personas puedan trabajar en un mismo árbol, extremar los hábitos de limpieza, incluyendo las herramientas, utilizar material de protección (mascarillas y guantes) y medir la temperatura al inicio y fin de la jornada.
A principios de esta semana se produjo la primera denuncia por parte de trabajadores contra una empresa frutera de La Portella, municipio de la comarca que ahora ha quedado confiando. Según aseguraban varios trabajadores, ni en los desplazamientos hacia el campo ni durante la actividad laboral podían guardar la distancia de seguridad recomendada, y denunciaban una dramática falta de material protector así como de desinfección de los utensilios.
“Hay que tener en cuenta también la gente que trabaja en los almacenes, que han denunciado situaciones como tener que usar una misma mascarilla quirúrgica durante 15 días”, explica Casal.
Por su parte, la UGT de Lleida ha culpado al Govern catalán de “ineficacia” ante la gestión sanitaria. Según ha apuntado el sindicato en un comunicado, las medidas que se están tomando respecto a los temporeros ponen “en riesgo la salud y la vida de los trabajadores”.
Cambio de criterio sobre el confinamiento
La semana pasada el Departament de Salut informó de que habían localizado siete nuevos brotes de transmisión de coronavirus en Lleida. De estos, tres se habían producido en empresas del sector de la fruta. Antes de eso cuatro comarcas aragonesas colindantes a la frontera con Catalunya habían vuelto a la fase 2, después de registrar más de 300 nuevos casos de positivos.
Pese a eso, la consellera de Salut, Alba Vergès, descartaba hasta este viernes que fuera necesario aplicar medidas de confinamiento en la zona. Sí reclamó a la población que redujese al máximo su actividad y que extremase precauciones.
La evolución de los contagios empeoró la lo largo de los últimos días, principalmente en la comarca del Segrià, y la zona sanitaria registró 155 nuevos positivos entre este viernes y el sábado. Fue entonces cuando la Generalitat cambió de opinión y optó por aplicar medidas de confinamiento que, sin embargo, son suaves. Se impiden las entradas y salidas del perímetro por ocio, pero se permite que continúen por motivos laborales.
También están autorizados los desplazamientos dentro de la comarca y la única restricción en la calle es evitar reuniones de más de 10 personas. Unas medidas que, según ha indicado el conseller del Interior, Miquel Buch, podrían alargarse los próximos 15 días.
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