La chica marroquí que versionó el Corán para ironizar sobre el virus recibe una oleada de amenazas de muerte
“Mira tu Facebook cuando puedas”. El escueto mensaje lo recibió Hakima de una amiga la mañana del sábado pasado, nada más despertar. Al entrar en su perfil, se topó con 600 comentarios, la mayoría de ellos de personas desconocidas que, básicamente, se dedicaban a insultarla y amenazarla de muerte. Hakima, 29 años, de origen marroquí y afincada en Catalunya desde hace 16 años, no necesitó preguntarse el motivo de esa oleada de ira. El día anterior se había grabado en vídeo recitando unos versos en los que, a la manera de las suras del Corán, se hacían recomendaciones para protegerse del coronavirus. Lo había subido a sus redes y esperado un par de horas, por si había reacciones adversas. Ante la ausencia de respuestas se fue a dormir, sin sospechar lo que vendría después.
El autor de El salmo del Covid, como se titula el texto en cuestión, es al parecer un anónimo de origen argelino, afincado en Francia, que logró la semana pasada hacer viral su ocurrencia entre los internautas que leen árabe. “En verdad os digo, hermanos, en verdad / que el virus, gran calamidad / llegó desde la China lejana con nocturnidad / Lloraron los infieles ante su crueldad, / gran plaga y mortal enfermedad / que no distingue entre criado, rey ni abad. / Vuestros hábitos abandonad, en la ciencia confiad. / El pan vuestro de cada día en casa amasad. / En vuestras habitaciones os confináis. / Y vuestras manos con abundante jabón lavad. / Amén y que sea lo que el gel quiera”./
Un humor blanco, y hasta ingenuo, que los más radicales se han tomado como un imperdonable acto de irreverencia, especialmente cuando han sido mujeres las que lo han difundido. “No hay nada en su contenido que insulte al islam, se limita a emular el modo en que se escribe y se lee el Corán”, se defiende Hakima. “Si esto es capaz de soliviantar a todo un pueblo y sus millones de creyentes, es que hay algo que trabajar ahí”.
Antes del caso de esta catalana de adopción, una muchacha tunecina llamada Amna hizo una broma similar y ahora se enfrenta a un juicio por ofensa a la religión. A Sanaa, una argelina afincada en Francia, la policía gala ni siquiera ha consentido tramitarle la denuncia. “Hemos recibido más insultos que el chico que lo escribió: es evidente que el hecho de ser mujeres aviva la rabia todavía más”, asevera Hakima.
“Nos han llegado mensajes de musulmanes que se consideran 'moderados', e incluso de musulmanas que se autoproclaman 'feministas', que vienen a decirnos que somos muy provocadoras, y que sabíamos que acciones como la del vídeo tienen sus consecuencias. Pero yo vivo en una sociedad libre, y no podemos permitir que cualquiera, a la mínima que toques su religión, te ponga a parir y te amenace”, prosigue la joven. “Lo único que hemos hecho, si lo piensas bien, es remover y poner de relieve algo que está ahí, pero que parece que no existe”.
Aunque Hakima decidió por prudencia restringir el acceso a sus redes, el vídeo del salmo corrió como la pólvora y en poco tiempo llegó a su Marruecos natal. “Vivo bajo los nervios de que esto llegue a mi madre, y que en cualquier momento me llame para echarme la bronca”, comenta. Si llega el caso, añade, “le explicaré que no he hecho nada malo. Puede que no lo entienda a la primera, y se enfadará por haber provocado toda esta polémica. Sabe que los musulmanes vivimos en una sociedad que no perdona tener una opinión diferente al resto”.
Los mensajes recibidos por Hakima, tanto en audio como por escrito, no parecen precisamente los de alguien dispuesto a debatir argumentos. “Voy a buscarte a ti y a tu puta madre allá donde estés, coño. Juro por Dios que pienso torturar al maricón de tu padre, hija de puta, estás avisada. Iré a por ti. Te voy a masacrar. Te voy a meter en la puta miseria, puta que eres”, rezaba uno. “Que dios te castigue. Judía y cristiana, atea maldita. Apóstata. Que dios te inflija los peores castigos. Que dios maldiga el coño de tu madre. Maldito tu coño. Idiota. Los animales tienen más cabeza que tú. Espera un poco, que te alcanzará tu justo castigo”, decían otros.
El perfil de quienes profieren estas advertencias, sin embargo, no se corresponde con el clásico fanático, perdedor y barbudo al que Al Qaeda nos tiene acostumbrados. El periodista Ilya U. Topper, que ha analizado varios de ellos a través de sus cuentas de Facebook y Twitter, ha llegado a la conclusión de que se trata de chavales aparentemente normales, la mayoría de ellos con domicilio europeo y hábitos considerados 'occidentales'.
Les gusta posar con amigas y coches de alta gama, y alguno bromea respecto a si los vasos que sostienen en las fotos de fiestas contienen o no alcohol. Lejos de parecer soldados de ninguna yihad, “no reciben órdenes de nadie: ellos mismos se consideran piezas de una maquinaria mayor, se apuntan entusiastas a una causa que justifica amenazar de muerte a una desconocida”, explica Topper.
Para el periodista, se trata de una maquinaria perfectamente engrasada, que reacciona a cualquier signo de rebeldía con automatismo pavloviano: “Cuando se desata una tormenta de acoso como a Sanaa, Amna o Hakima, se van etiquetando en las redes sociales para hacer acudir a los demás. Una llamada a la guerra santa, podría pensarse, pero no es eso. Nadie menciona la palabra yihad. Se asemeja mucho más a una violación colectiva, con los colegas haciendo cola”, agrega.
Hakima asiente: “Sí, es curioso, la mayoría de los insultos hablan de que si te cojo te follo, te voy a violar… Tienen muy interiorizado que las mujeres son sensibles y débiles, y que si no hacemos lo que se espera de nosotras, la forma de someternos es esa. Incluso hay mujeres que nos han escrito en términos similares. ¿Es eso lo que entiende por igualdad? ¡Qué nivel!”.
Como detalle adicional, la víctima de estos improperios señala que todo esto se produce en pleno Ramadán, el mes que, entre otras prescripciones, prohíbe a los fieles insultar. “Alguno incluso me dice 'si no fuera por el Ramadán, te insultaría… y termina el mensaje llamándome hija de la gran puta'. El que con más saña me amenazó decía que acababa de hacer el rezo de la mañana. No sé si soy yo más creyente que ellos”, ríe Hakima.
Hakima se dirigió este fin de semana a los Mossos d’Esquadra más próximos, quienes en principio le dijeron que su caso no era urgente, y que debía esperar una o dos semanas para ser tramitado. También consultó a la Guardia Civil, que de nuevo le remitió a la policía catalana. Finalmente, ha conseguido concertar una cita para formular la denuncia. “No me arrepiento de nada”, concluye. “No he hecho nada malo, y pienso que quienes se consideran con derecho a abrir el Messenger y decir todas esas cosas, son ellos los que tienen un problema”.
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