La noticia saltó hace exactamente un año, el 15 de diciembre de 2020. Reig Jofre, la farmacéutica catalana con sede en Sant Joan Despí, en Barcelona, iba a participar en la fabricación de la vacuna contra la COVID-19 de Janssen, filial de Johnson & Johnson. Más adelante, se fijó la fecha de inicio en junio de 2021. Pero medio año más tarde, ninguno de los 44 millones de sueros de esta firma distribuidos en Europa ha salido de este laboratorio, que no solo no ha comenzado su producción según lo previsto, sino que ha despedido a algunos de los profesionales de la nueva planta que iba a dedicarse a este cometido.
Los primeros retrasos, recogidos por este diario en julio, se justificaron por los conocidos problemas registrados en plantas de Estados Unidos y Holanda, donde se fabrica la sustancia activa. Sin la materia prima, Reig Jofre no podía aportar su parte del proceso, que consiste básicamente el envasado y etiquetado de los viales (el llamado fill and finish).
Pero a fecha de hoy, las razones de las demoras en Reig Jofre son otras. Tanto la compañía catalana como Janssen han declinado hacer valoraciones a elDiario.es, pero han remitido sendos comunicados en los que hacen referencia al proceso de transferencia tecnológica –el traspaso de métodos y conocimientos de una empresa a otra– como el motivo del retraso. Es decir, que la tecnología de la planta todavía no está a punto, de acuerdo con los requisitos de Janssen. Pero algunos exempleados añaden que esto se debe a deficiencias de la farmacéutica catalana a la hora de facilitar la formación necesaria a sus profesionales o errores en la adquisición y puesta a punto de la nueva maquinaria.
Mientras tanto, Reig Jofre no tiene calendario para empezar la producción para Janssen y en octubre decidió cerrar uno de sus cinco turnos –el que trabajaba de noche y en fin de semana– y despedir a buena parte de sus integrantes, tanto del ámbito de producción (el llenado de los viales) como el de acondicionamiento (el etiquetado). Según el comité de empresa, han sido siete empleados los que se han ido a la calle con el compromiso de volver a ser contratados cuando se inicie la producción, aunque algunos de ellos recelan de esta promesa y recuerdan que los despedidos alcanzarían la quincena si se tiene en cuenta a los operarios que estaban subcontratados a través de empresa de trabajo temporal y a quienes no se ha renovado el contrato.
El acuerdo de Reig Jofre con Janssen, alcanzado a pocos días del inicio de la campaña de vacunación en Europa, provocó que el laboratorio catalán se disparase en bolsa y apareciese en todos los medios. Especializada en productos farmacéuticos inyectables estériles, esta empresa familiar con más de 1.000 empleados iba a aprovechar la apertura de una nueva planta, proyectada en 2018, para dedicarla casi enteramente a la producción para Janssen. Su capacidad, según informó el consejero delegado Ignasi Biosca, es de 250 millones de dosis anuales. En total, unos 60 profesionales pasaron a integrar ese departamento, distribuidos en cinco turnos para poder producir 24 horas al día, siete días a la semana.
No obstante, desde entonces, pero sobre todo a partir de julio de 2021, cuando se hizo público el primer retraso, la empresa ha sufrido una notable caída en bolsa. El descenso acumulado este año es del 20,23%. Además, en junio se conoció que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) había aprobado en paralelo la ampliación de la producción para Janssen en la planta de la multinacional Catalent en Agnani, en Italia.
Los problemas en la puesta a punto
En el proceso de puesta a punto de la fábrica, extrabajadores han relatado a este diario que uno de los grandes impedimentos para iniciar la producción, ya desde junio, fueron los déficits de formación específica de la plantilla que debía formar parte de los procesos, que van desde la esterilización de los viales hasta la dosificación (el llenado), y que la empresa no estaba garantizando correctamente. “Una de las cosas que detectó Janssen es que el plan de formación de Reig Jofre tenía defectos y que había que llevar a cabo un nuevo plan de formación de unas seis semanas, pero que se hizo en tres días”, denuncia un exempleado, que pide que no se le identifique para no padecer futuros problemas en el sector.
Según este antiguo trabajador, algo que corroboran otras fuentes de la plantilla entonces, Janssen realizó entre junio y julio dos visitas a la planta de Reig Jofre para supervisar el proceso de fabricación. Y habría sido entonces cuando se detectaron estas carencias. Cabe recordar que la capacitación y la acreditación del buen uso de los equipos de un laboratorio de este tipo resultan clave para garantizar la calidad y la seguridad ante la exposición a agentes biológicos.
Preguntada por estos déficits, Reig Jofre ha preferido ofrecer una respuesta genérica. elDiario.es ha preguntado también a la compañía si tiene previsto usar la nueva planta para otros proyectos para terceros a la espera de Janssen, extremo que confirman fuentes de la plantilla, pero la firma catalana no entra en más detalles.
“Reig Jofre mantiene su compromiso de poner su capacidad productiva al servicio de la lucha contra la COVID-19”, señalan, y añaden que desde el inicio de la pandemia sus esfuerzos se centraron en “la fabricación de medicamentos esenciales vinculados al tratamiento de pacientes en la UCI, y cuyo suministro desde países asiáticos fue interrumpido, poniendo en peligro las vidas de los pacientes en estado más grave en nuestro país”. Sobre el suero contra el coronavirus de Janssen, concluyen: “El proceso de transferencia que pondrá a Reig Jofre en capacidad de fabricar la vacuna contra la COVID-19 continúa”.
Algo parecido responden desde Johnson & Johnson, la compañía matriz de Janssen, que hace referencia al acuerdo alcanzado con Reig Jofre en diciembre de 2020. “Desde entonces, hemos estado trabajando conjuntamente en el proceso de transferencia tecnológica para posibilitar la producción en Reig Jofre del fármaco”, afirman. “Es un proceso complejo, con varios pasos, que se llevará a cabo de acuerdo con rigurosos estándares de fabricación biológica”, expresan en su breve comunicado.
Sin embargo, las fuentes de los exempleados consultadas por este periódico señalan que las prisas por poner a punto la planta, que hicieron que durante un tiempo se trabajase en ella mientras se hacían las obras, provocó que la formación no llegase a todos por igual, especialmente al quinto turno, el de noches en fin de semana, puesto que los técnicos que instalaban los equipos y que instruían sobre su uso solo podían hacerlo entre semana. “Te pedían ir entre semana, te citaban un día y a veces se anulaba a última hora, con lo que no podíamos hacerla. Otras veces hacíamos los cursos por videoconferencia, sin tocar ni ver los equipos directamente, porque eso nos decían que era más caro”, señala un exempleado. Las distintas fuentes consultadas de la plantilla de entonces corroboran además los continuos fallos detectados en las pruebas para validar los procesos, es decir, en las pruebas de puesta a punto de los equipos y la tecnología.
Debido a la falta de actividad de la planta, a medida que avanzaban los meses, además, se acabó dando la situación en que a menudo en algunos turnos, sobre todo a partir del verano, no había demasiado trabajo. “Cumplíamos horario pero estábamos mano sobre mano, tratando de no dormirnos. Y limpiando sobre limpio por lo menos para hacer algo”, señala otro exempleado.
En materia de seguridad laboral, coinciden también en señalar que Reig Jofre no proporcionó calzado de seguridad a los empleados de la planta hasta junio, cuando debía comenzar la producción, aunque antes les hicieron trasladar igualmente material pesado y químico. Desde el comité de empresa aseguran no haber tenido constancia de demandas en este sentido.