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Illa, el discípulo de Iceta que pasa de la lucha contra el virus a la pugna por la Generalitat

Illa e Iceta, en una reunión del PSC

Oriol Solé Altimira

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Hace solo 11 meses Miquel Iceta regaló a Salvador Illa el libro 'La construcción de un éxito', obra que repasa el nacimiento del sistema público de salud en España, con motivo de su nombramiento como ministro de Sanidad. Con una pandemia de por medio que ha catapultado la popularidad de Illa, el que fuera discípulo aventajado de Iceta al frente de la sala de máquinas del PSC sustituye ahora a su maestro como candidato a presidir la Generalitat. Si la operación es un éxito se verá el 14 de febrero. 

Illa (La Roca del Vallès, 1966) era el fiel número dos de Iceta cuando se incorporó al Gobierno de coalición. Tres años antes Iceta lo había escogido como secretario de organización. Desde la fontanería del partido Illa recosió las heridas que dejó abiertas en el PSC el inicio del proceso soberanista y la consulta del 9-N. Acostumbrado a la negociación y a los movimientos entre bambalinas, su experiencia le sirvió para encauzar las conversaciones con ERC para la investidura, un acuerdo del que ahora se cumple un año. 

Su papel en la negociación y su fidelidad a Iceta le abrieron la puerta a ser el hombre del PSC en el Gobierno de coalición. La cartera de Sanidad encajaba con Illa: una cartera fuertemente descentralizada, en la que la negociación y gestión con las autonomías es clave, y que permitía de paso a Illa dedicar algún tiempo a solventar la cuestión catalana. 

Illa asumió la cartera de Sanidad con 53 años y más de la mitad de la vida en política. Durante una década fue alcalde de la Roca del Vallès, un pueblo grande (10.650 habitantes) de la segunda corona metropolitana con tradición textil. Siendo alcalde fue fichado por el Govern de José Montilla para la Dirección General de Infraestructuras en el segundo tripartito y, tras un breve paso por la empresa privada, volvió a la política para ocupar un destacado puesto en la retaguardia del grupo municipal del PSC en el Ayuntamiento de Barcelona. Fue allí donde Iceta se fijó en él.

Solo dos meses después de haber recibido su premio al largo servicio al partido, tuvo que participar de la decisión de imponer un confinamiento al conjunto de la población española, una medida que ningún Gobierno español se había tenido que plantear en casi un siglo. De las salas de máquinas y los acuerdos entre bastidores Illa pasó a ser la cara política visible de la gestión de la pandemia y multiplicó su proyección pública como 'superministro' al mando de todo lo que no cayera en la competencia de Interior, Defensa o Transportes.

Si la primera ola de la pandemia estuvo marcada por la omnipresencia de Illa, tras el fin del primer estado de alarma y el mando único del Gobierno el ministro ha tenido que exprimir su papel negociador con las comunidades autónomas, que han asumido la gestión del virus. 

Su experiencia en la gestión y la negociación, fama de puño de acero y lealtad más que probada al partido también serán claves tras las elecciones catalanas en un Parlament que los sondeos muestran más fragmentado que nunca. No solo será president quien gane la noche del 14 de febrero, sino quien logre una mayoría para ser investido y poder gobernar, a lo que aspira Illa, buen conocedor de la sociedad catalana y desacomplejadamente no soberanista.

En ambas fases de la pandemia Illa ha dado muestras de un carácter conciliador y con nervios de acero. Ha evitado los choques abiertos primero con Quim Torra, cuando el entonces president se lanzó en la BBC a cuestionar el confinamiento impuesto por el Gobierno, y ahora con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, erigida en mamporrera contra el Ejecutivo por la gestión del virus. “Mi beligerancia se centra únicamente contra el virus. Lo demás, ni un minuto”, zanjó Illa la semana pasada.

El resultado de la gestión del virus se ha dejado notar en las encuestas. Según el Centre d'Estudis d'Opinió (CEO), el CIS catalán, Illa es el segundo político catalán más valorado, con un 45% de aprobación y un 28% de suspensos entre los encuestados, solo superado por el líder de ERC, Oriol Junqueras. Aunque suspende con un 4,76, solo Junqueras logra el aprobado (5,5). A Iceta en cambio le suspenden el 42% de encuestados y lo aprueban el 33%.

Todo ello ha llevado a un cambio inesperado en el candidato a president del PSC, y ahora el discípulo sustituirá al maestro. La decisión la deberá ratificar en la tarde de este martes el Consejo Nacional extraordinario en el que intervendrán tanto Illa como Iceta. Hace 24 horas el propio Illa afirmaba en TVE que el candidato del PSC sería Iceta. E Iceta a principios de octubre había asegurado a TV3 que él era mejor candidato que Illa ya que era mejor que su número dos en el PSC se quedara en Madrid para “repartirse el trabajo”. Ahora toda la presión recaerá en Illa.

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