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ENTREVISTA

Sama Aweidah, activista feminista palestina: “Los soldados israelíes procuran violar a tantas mujeres como puedan”

Sama Aweidah (Jerusalem, 1959) es una de las mujeres que puso la primera piedra del feminismo en Palestina. Es directora general del Centro de Estudios de la Mujer en Palestina, pero también ha sido coordinadora del Foro de Mujeres Árabes o fundadora de la primera organización feminista en Palestina en 1978.

Hoy, como entonces, impulsa la igualdad de género entre sus conciudadanas, un objetivo difícil en una sociedad “tan conservadora” que sigue cometiendo “asesinatos de honor” contra las víctimas de violencia sexual. A esto se suma que, desde que empezó la guerra en Gaza, las mujeres sufren en sus cuerpos simultáneamente la violencia del soldado, del vecino y del sistema. Sobre ello habló Aweidah en su intervención en las Jornadas Internacionales sobre discursos de odio y derechos sexuales organizado por Calala en Barcelona.

El conflicto empezó hace algo más de un año y no parece tener final a la vista. ¿Cómo están?

Sobreviviendo. La situación no es buena. Además, ahora no se puede ir de Cisjordania a Jerusalén y viceversa y hace tiempo que no vemos a nuestra familia o amigos. También es difícil trabajar con las ONG en el territorio porque las fronteras están cerradas. No podemos hacer llegar comida, ropa o medicamentos. Lo único que podemos enviar es dinero, pero ¿de qué sirve si no hay nada que comprar?

Usted centra su trabajo en las mujeres. En las pocas imágenes que hay de ellas en este conflicto las vemos abrazando cadáveres de sus hijos o maridos, mientras que a los hombres los vemos luchando. ¿Cuál es el verdadero rol de las mujeres en esta guerra?

A pesar de que los hombres están más involucrados en la lucha, también hay algunas mujeres. En los años 70, algunos partidos políticos crearon organizaciones de base femeninas, así que siempre ha habido mujeres enfocadas a defender la causa palestina desde las calles.

Pero durante este genocidio las cosas han cambiado. No pueden dejar a sus hijos en estas circunstancias, así que deben cuidar de las criaturas. Como sociedad conservadora, a los hombres les toca estar luchando en la calle y a las mujeres refugiarse, ponerse a cubierto con los más pequeños. Pero Israel está bombardeando casas, escuelas y hospitales, así que las mujeres y los niños se convierten en los más vulnerables.

Las mujeres y niños en zonas de guerra afrontan muchas dificultades que el mundo ni se imagina

Muchas familias se han tenido que desplazar a campos de refugiados. ¿Cómo es la situación allí?

Te diré que, por cada 16 tiendas de campaña, hay un baño. Imagina cuántas horas tiene que esperar una mujer para poder ir al lavabo. Mientras que los hombres pueden hacerlo donde quieran. Esto puede parecer una tontería, pero se le suma que no hay agua corriente y, además, mientras hacen esas largas colas puede pasarles cualquier cosa. Las mujeres y niños en zonas de guerra afrontan muchas dificultades que el mundo ni se imagina.

Asegura que las mujeres palestinas viven una doble opresión. Además de a las bombas israelís, ¿a qué temen?

A todo. Muchas de ellas no duermen por las noches porque, si descansan, cualquiera podría entrar en la tienda de campaña y abusar de sus hijas. Tienen mucho miedo de que sean agredidas sexualmente, tanto por hombres palestinos como por soldados israelíes.

¿Qué le pasa a una mujer que ha sido violada? ¿Cómo la recibe la sociedad palestina?

Los soldados intentan por todos los medios violar a tantas chicas y mujeres como puedan. Y no sólo por el hecho en sí, sino porque saben que con eso van a hacer daño a sus familias. De hecho, es una manera de humillar a toda la sociedad.

Pongo un ejemplo: cuando arrestan a una mujer y la llevan a prisión, la obligan a ir desnuda por la calle. En una ocasión, un hombre se quitó la camiseta y los pantalones para que ella pudiera vestirse y los soldados casi los matan a ambos.

Asociaciones como la suya ponen el foco en la educación, pero hace unos años el gobierno palestino suspendió un programa de formación para evitar el acoso sexual porque consideraba que “difundía el vicio”. ¿Qué pasó?

Teníamos dos programas con el ministerio de Educación para incrementar la consciencia entre adolescentes sobre el acoso sexual y el matrimonio infantil. Nos atacó el Partido Islámico de Liberación, que decía que explicábamos cosas inmorales a los niños. Y, en consecuencia, el Gobierno canceló los programas y no se nos permite trabajar en escuelas.

A pesar de eso, aunque no podamos tratar directamente con los niños y adolescentes, seguimos formando a trabajadores sociales y maestros. Saben de la importancia de advertir a los jóvenes sobre estas cuestiones, así que lo siguen haciendo de incógnito, sin que lo sepan las escuelas ni, a menudo, las familias.

¿Qué supone haber perdido un programa así?

Que los jóvenes no tienen un lugar seguro en el que hablar de sus experiencias ni explicar si han sido víctimas de agresión sexual. Y ahora, en medio de este conflicto, vemos que es una necesidad importantísima. Cuando empezó el genocidio, el Gobierno nos prometió que lo reinstauraría, pero todavía no ha pasado.

¿Las familias no son un lugar seguro para explicar este tipo de cosas?

Sólo te diré que, en muchos casos, las familias no aceptan que una hija suya haya sido violada y la acaban matando. 'Asesinato de honor', lo llaman.

Muchas familias no aceptan que una hija suya haya sido violada y la acaban matando. 'Asesinato de honor', lo llaman

¿Cómo es la vida de una mujer viuda?

Muy dura. Sobre todo por la situación económica. Muchos hombres solían trabajar en Israel y ahora no pueden ir allí porque, o bien están muertos, en la cárcel, o porque se han intensificado los check points. Al menos en Cisjordania las familias pueden acceder a la ayuda que llega desde otros países, pero Gaza está totalmente bloqueada. No hay comida ni bebida, a veces, durante días.

Como sociedad palestina nos estamos intentando ayudar los unos a los otros. Es lo único bueno que ha traído el genocidio: está aumentando la solidaridad entre familias porque, antes del 7 de octubre, una mujer viuda no habría tenido tanta ayuda. Las organizaciones de mujeres estamos intentando presionar para que esta cooperación persista después del conflicto.

¿Qué tiene que hacer una mujer para conseguir comida?

Depende de dónde esté. El problema, normalmente, es que cuando son capaces de encontrar comida, los precios son prohibitivos. La única opción es acceder a los alimentos que algunas ONG reparten gratis, pero a menudo implica esperar durante horas.

Normalmente, son los niños los que hacen las colas para conseguir agua y comida para los suyos. Las familias prefieren que sean ellos en lugar de las niñas o las madres porque les asusta que, durante la espera, sean víctimas de acoso o violencia sexual.

¿Cómo plantean el futuro de toda una generación de niños que no ha podido ir al colegio y que están creciendo rodeados de violencia?

Esta es una de las consecuencias más difíciles que Gaza afrontará. Hay muchas profesoras voluntarias que están dando clase a grupos de niños. Pero la formación no es continua. Cada dos por tres son bombardeados y tienen que moverse y huir. Hablamos de niños que llevan dos años sin ir a la escuela, pero esa no es la prioridad de las familias. Lo más importante es sobrevivir.

Lo que me preocupa mucho es el bienestar emocional de esta generación. Están perdiendo la sensación de seguridad y protección. Va a costar muchos años sanar el daño que están sufriendo.