Sandro Rosell ha dimitido este jueves como presidente del Barça. Con un tono triste y emocionado, Rosell ha leído un breve discurso ante las cámaras en el que afirmó que dejaba el cargo para “preservar el club de los ataques injustos que estaba sufriendo”. Explicó que su familia lleva mucho tiempo “sufriendo en silencio amenazas y ataques”. Justo después mencionó el fichaje de Neymar que, según sus palabras, despertó la “envidia y desesperación” de sus adversarios.
La aceptación por parte de la Audiencia Nacional de la querella por las posibles irregularidades en el fichaje de Neymar ha sido el detonante de la dimisión. Rosell se limitó a decir que el fichaje había sido correcto y que “en el fútbol es imprescindible preservar la confidencialidad pactada”. Rosell anunció que la junta directiva mantendrá el mandato hasta 2016, bajo la presidencia de Josep María Bartomeu, hasta ahora vicepresidente. Bartomeu, elegido por unanimidad de la junta directiva, anunció que el Club se implicará a fondo para defender la legalidad del contrato de Neymar.
Rosell ganó las elecciones a la presidencia del Barça en el 2010. Fue vicepresidente con Joan Laporta, pero muy pronto abandonó la junta directiva y se convirtió en su principal adversario. Desde entonces la pugna entre ambos ha sido constante. Empezó su discurso recordando sus logros, el primero el fichaje de Ronaldinho, el jugador que recuperó un periodo prodigioso del Barça tras el mítico dream team.
Denúncia del socio opositor
Tras la dimisión de Sandro Rosell hay un nombre: Jordi Cases. Se trata de un socio opositor al hasta ahora presidente del Barça. El 5 de diciembre Cases presentó una denuncia al considerra que el importe pagado por parte del Barça por el fichaje del delantero brasileño Neymar supera los 94 millones. La querella apunta a que parte del dinero pagado ha sido en forma de contratos simulados, entre otros los que se habrían firmado con el padre del jugador. Ante esto, el club opina que los contratos asociados a la ficha no forman parte de la operación. Por eso limita el coste del jugador a los ya conocidos 57,1 millones.
Tanto el socio Jordi Cases como la fiscalía entienden que se ha producido una apropiación indebida con la distracción que supondría la firma de los contratos colaterales. Por tanto, este delito de distracción, si finalmente resulta probado, supondría una condena de uno a seis años de cárcel, una pena de especial dureza que responde a que la ley no contempla tanto que el acusado se haya beneficiado de sus actos si no la administración desleal de los fondos, en este caso del club.
El socio denunciado asegura que el contrato con el jugador se firmó con una empresa propiedad del padre del jugador. Oficialmente en este contrato se destinaban 17,5 millones a pagar al club de procedencia, el Santos, los derechos federativos. Otros 40 millones se habrían pagado a la sociedad del padre de Neymar en concepto de penalización por el incumplimiento de un contrato anterior. A esto habría que añadir, según Cases, contratos de imagen y un pago de 8,5 millones más que no existía al primer contrato que habría servido para retener al jugador en 2011.