El coste sanitario asociado a la contaminación atmosférica fue de casi 45.000 millones de euros en el año 2013 en España, una cantidad equivalente al 3,5% del PIB. Así lo denuncia Ecologistas en Acción, que se hace eco del informe del Banco Mundial “El coste de la contaminación atmosférica. Refuerzo de los argumentos económicos a favor de la acción”.
El informe analiza el coste pero también hace un cálculo aproximado del número anual de muertes atribuibles a la contaminación atmosférica, que constituye según el texto, un argumento contundente para reducir la contaminación. Según recoge la organización, cinco millones y medio de personas murieron de forma prematura en 2013 debido a la contaminación del aire en todo el mundo, siendo los adultos muy jóvenes y los adultos mayores el colectivo más vulnerable. Para España se calcula que 14.689 muertes prematuras pueden asociarse a este factor en ese mismo año.
Y es que la exposición a un aire contaminado tanto en el ambiente como dentro de viviendas aumenta el riesgo de padecer enfermedades como el cáncer de pulmón, accidentes cerebrovasculares, cardiopatías o bronquitis crónica. Precisamente un informe publicado en la revista The Lancet Neurology en junio revelaba, por ejemplo, que casi una tercera parte de los infartos cerebrales se atribuye al factor de riesgo que supone la contaminación del aire que respiramos.
Ante los resultados del informe del Banco Mundial, Ecologistas en Acción considera “muy preocupante” la situación y hace un llamamiento al Gobierno para que cambie sus políticas energética y de transporte para mejorar la calidad del aire, “salvando con ello miles de vidas y reduciendo el gasto sanitario de las Administraciones públicas y de la población”.
Los países menos desarrollados, más castigados
La investigación realizada por el Banco Mundial junto con el Instituto de Evaluación de la Salud (IHME por sus siglas en inglés) señala, sin embargo, que los riesgos de salud de la contaminación de la atmósfera son mayores en países en vías de desarrollo - el 93% de muertes y enfermedades no letales atribuidas a estos factores tuvieron lugar en regiones en vías de desarrollo-. Uno de los motivos que esgrime el informe es el hecho de que en estos países hay más dependencia de la quema de combustibles móviles, tales como la leña o el carbón, para cocer alimentos y calentarse.
“La contaminación ambiental es un reto que amenaza el bienestar humano elemental y limita el desarrollo económico”, señalaba la vicepresidenta para el Desarrollo Sostenible del Banco Mundial, Laura Tuck, en un comunicado de prensa. “Puede ocasionar la pérdida de mano de obra productiva y tener un efecto duradero en la productividad de otras maneras, como reducir la productividad de la agricultura”, se asegura en el informe.
El texto también destaca cómo la contaminación del aire es especialmente severa en regiones urbanas de rápido crecimiento donde la combinación de más población, más vehículos o más construcción generan índice de contaminación más elevados.
La contaminación en Catalunya
Según el anuario 2015 sobre la calidad del aire impulsado en Catalunya, 40 municipios cercanos a Barcelona, la capital catalana incluida, superan los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) y de partículas en suspensión (PM10). Además en muchos territorios catalanes se supera también el límite legal de contaminantes de ozono (O3). Los tres son contaminantes que afectan directamente a la salud de los ciudadanos.
En los días previos a la Semana Europea de la Movilidad y el Día sin Coches, desde Ecologistas en Acción recuerdan que las principales vías de actuación para reducir la contaminación del aire, en España y en Europa, pasan por la disminución del tráfico motorizado, la reducción de la necesidad de movilidad con un urbanismo de proximidad y la potenciación del transporte público.
Precisamente con el objetivo de reducir la contaminación en la ciudad de Barcelona, el Plan de Movilidad Urbana que presentó el Ayuntamiento en junio incluye una serie de medidas para reducir en un 21% la circulación del vehículo privado de aquí al 2018, apostando por un modelo de ciudad “más sostenible que permita afrontar el reto de mejorar la calidad de vida de las personas, haciendo que la ciudad sea más habitable y más saludable”.