Colegios que cuadruplican la media de alumnos pobres de su barrio y otros casos extremos de segregación en Catalunya
- La brecha entre pública y concertada analizada por eldiario.es se revela exagerada en no pocos ejemplos concretos en los que una pública tiene diez veces más becas que su concertada más próxima
El barrio de Sants de Barcelona, que se podría considerar de clase media, alberga ocho colegios de Infantil y Primaria. Pese a que es una zona que se cruza en diez minutos andando, las diferencias entre los alumnos de sus centros escolares son muy significativas, sobre todo si se atiende a los que están en riesgo de pobreza. En un radio de apenas 500 metros se puede encontrar una escuela con un 62% de alumnos pobres, el triple que otra pública que tiene el 19%, y más de 50 veces más que su concertada más cercana, cuyo porcentaje se queda en el 1%.
Una de las formas de calibrar los niveles de segregación escolar observar cómo de alejados están los colegios de la media de su propio barrio en cuanto a alumnos de origen migrante o de los que tienen beca de comedor –es decir, de los que están que están en riesgo de vulnerabilidad–. Según este último criterio, utilizado para este reportaje, el centro de Sants al que acuden más familias en riesgo de pobreza cuadruplica la media del barrio en cuanto a este perfil de alumnado, que está en el 15,3%. Aun así, no es el colegio más alejado de la realidad de su entorno, distinción reservada para el centro concertado que tiene sólo un 1% de escolares con esta ayuda, prácticamente ajeno a la pobreza infantil que lo rodea.
La segregación entre escuelas públicas y concertadas en un mismo barrio es una realidad palpable en toda Catalunya, tal como ha analizado eldiario.es a partir del reparto de becas de comedor. Pero un análisis al detalle, barrio por barrio, hace aflorar otras desigualdades, como las que existen entre colegios públicos. En el caso de Sants, el que tiene más becas triplica el que menos.
Sin embargo, la mayor segregación sigue apreciándose entre públicas y concertadas. Estas últimas tienen en este barrio un 29%, un 8,8%, un 2,9% y un 1% de alumnos en riesgo de pobreza. Los tres últimos casos están muy por debajo de la media, una constante en la concertada de toda Barcelona. Pero hay también excepciones: en este caso se ve cómo hay una con uno de cada tres escolares en situación de vulnerabilidad, lo que demuestra que existen centros de titularidad privada que sí contribuyen a que la matriculación de este alumnado esté más equilibrada.
Si la Ley de Educación de Catalunya (LEC) se cumpliera al pie de la letra, en lo que a distribución equitativa de este alumnado se refiere, el colegio concertado de Sants que tiene sólo un 1% de escolares pobres pasaría de contar con tan solo siete becas de comedor en su centro a más de 100, lo que le situaría en la media del barrio. Una de las razones por las que esto no ocurre es por las cuotas mensuales que fijan los centros concertados, que disuaden a las familias de menos ingresos.
Parecido a Sants, aunque no tan extremo, es el caso del barrio de Sant Andreu de Palomar. El porcentaje de alumnos con beca comedor en los centros públicos oscila del 13,3% –el que menos tiene– al 35,1% –el que más–. De nuevo la concertada queda lejos de estas cifras, con entre el 2,3 y el 4,3% de alumnado becado sobre el total de su matrícula.
El Bon Pastor y la brecha entre públicas
Las diferencias entre centros a la hora de escolarizar a los hijos de estas familias llega a ser alarmante en algunos barrios. En el de Bon Pastor es quizás donde más sangrante es la segregación, incluso entre públicas: hay una con el 86% de los alumnos becados y otra con tan solo el 15%. Aunque están separadas por un unas vías de tren, ambas forman parte de la misma zona escolar. El tercer colegio del barrio, este concertado, tiene un 16,9% de su alumnado en situación de pobreza.
Las becas comedor consisten en una ayuda del 50% o el 100% del coste del menú, es decir, cerca de tres y seis euros diarios, respectivamente. Este cálculo se hace a partir del precio base de la comida, que es de 6,20 euros, aunque algunos colegios tienden a subirlo, bien sea porque compran alimentos de mejor calidad o porque ofrecen extraescolares al mediodía. En el curso 2016-2017, al que hace referencia este reportaje, para acceder a una beca de comedor los ingresos de una familia de cuatro miembros debían estar por debajo de los 17.900 euros anuales.
En el siguiente mapa, elaborado en colaboración con Storydata, se aprecia la diferencia entre el porcentaje de becas que asumen la pública y la concertada por distritos en Barcelona:
Es una constante en todos los municipios de Catalunya, sobre todo en los del área metropolitana y en zonas con mayor pobreza, encontrar colegios públicos que en porcentaje tienen fácilmente diez veces más alumnos pobres que concertadas que están en su mismo barrio, a veces incluso en una misma calle. La lista podría ser interminable. En el barrio de Llefià de Badalona hay, separadas por una avenida, una concertada con un 5% de niños becados y una pública con el 37%. En el Gornal, en l'Hospitalet, hay dos públicas con un 63% y un 24% de escolares becados -una más del doble que la otra- y luego dos concertadas con un 2,3% un 1,3%.
Olot y Salt como ejemplos
Fuera de Barcelona, uno de los municipios con mayor segregación entre escuela concertada y escuela pública es Salt, localidad con unos índices de pobreza y inmigración muy superiores a su vecina Girona, y con un porcentaje de becas de comedor del 23% sobre el total. Así, hay tres colegios públicos de Infantil y Primaria que tienen alrededor del doble de alumnos pobres de los que un reparto equitativo les garantizaría. De hecho, todos los públicos sobrepasan la media, mientras que existe una enorme brecha con la concertada, que de media tiene un 9,38% de becas comedor.
Destaca en el caso de Salt una de las pocas escuelas concertadas que hay en Catalunya con más de la mitad de alumnos pobres. En este caso es un centro religioso de reciente creación, que solo oferta de momento la etapa de infantil, y que ya de entrada se inauguró con una manifiesta voluntad de servicio social.
En el caso de Olot, la diferencia que existe entre entre públicas y concertadas es de las más reducidas. Su ayuntamiento es uno de los referentes en Catalunya en la lucha contra la segregación escolar, con medidas como la distribución en todos los centros por igual, con transporte escolar gratuito, del alumnado en riesgo de pobreza o de origen migrante. De este modo, solamente un colegio aparece muy alejado de la media de becas del municipio, que es del 15,3% en el conjunto de concertada e Infantil y Primaria de la pública. Aunque no desaparece del todo, es una brecha más delgada que la que padecen la mayoría de ciudades.
¿Qué causa la segregación?
Hay poca discrepancia entre los académicos a la hora de aceptar que el reducido porcentaje de alumnos pobres que hay en la concertada se debe a las barreras económicas que establecen estos centros, en forma de cuotas mensuales u otros pagos por servicios al margen de la actividad lectiva. Mucho más complejo es descifrar por qué dos escuelas públicas de un mismo barrio tienen tanta disparidad en cuanto a perfil económico del alumnado.
Uno de los investigadores que lo ha estudiado es Miquel Àngel Alegre, actualmente en la Fundació Jaume Bofill. Para él, se trata de inercias en la selección de centros que, cuanto más se mantienen, más se suelen consolidar. A grandes rasgos, Alegre señala que las familias de mayor capital económico y cultural suelen priorizar el descarte de ciertos colegios por su composición social, al mismo tiempo que apuestan por aquellos que tienen un proyecto educativo que les convence. En cambio, las familias de entorno desfavorecido suelen descartar a la primera aquellos que tienen cuotas altas y los que les quedan lejos. Esto, con el tiempo y sin medidas que lo impidan, acaba concentrando a los escolares pobres en unos colegios públicos y no en otros.
No ayuda tampoco que los que llegan durante el curso –la llamada matrícula viva, a menudo de origen inmigrante– acaben ubicados en los colegios con más pobreza, porque son los menos demandados y, por lo tanto, con plazas libres.
De estos centros, que tienden a la guetización, son de los que 'huyen' las familias de clase media y alta. Incluso si son partidarias de la pública –y de nuevo simplificando lo que es un proceso complejo–, a la hora de escoger suelen apuntar uno o dos centros públicos del barrio por los que quieren apostar, pero si no entran en ellos los llevarán a alguna concertada antes de que les toque según qué centro público con altos índices de pobreza o de inmigración, resume Alegre.
El Departamento de Enseñanza ha anunciado que para el próximo curso modificará el decreto de preinscripciones para introducir medidas contra la segregación escolar. Entre ellas, blindar que todos los centros, públicos y concertados, tengan una reserva de alumnado con necesidades educativas específicas –discapacidad, pobreza, origen migrante, entre otros perfiles– acorde con el entorno de su barrio.