La segregación se enquista en las escuelas catalanas
Catalunya es la segunda comunidad autónoma con más segregación escolar, sólo por detrás de Madrid. Y, a su vez, se encuentra casi un 6% de la media europea, según datos de la Fundació Bofill. Esta problemática es clásica ya en Catalunya y, lejos de mejorar, la situación puede empeorar durante los próximos cursos debido a la bajada constante de la natalidad. Hace 10 años que cae el número de criaturas nacidas, así como la cifra de familias migradas. Esta tendencia puede llevar a que en 2032 haya 23.000 alumnos menos en las aulas de P3.
La bajada de la natalidad está íntimamente relacionada con la segregación, según expone el último informe de la Fundació Bofill, que alerta que si no se recortan todavía más las ratios y se adaptan a la oferta, habrá muchísimas plazas vacantes, sobre todo en los centros concertados y en los de máxima complejidad. Esta afirmación se basa en un análisis de lo que ha estado ocurriendo durante los últimos años: y es que, en la pasada preinscripción, los centros concertados acumularon un 20% de plazas vacantes y los más vulnerables un 17%, mientras que en el resto de escuela pública sólo llegaban al 10%.
“Las plazas vacías provocan que haya competencia entre centros que saben que no llenarán. Esto supone que las familias puedan escoger y no tengan incentivos para quedarse en las escuelas de su barrio o municipio, sobre todo siendo que en las concertadas también sobran plazas y saben que entrarán sin problema”, explica Marta Segurola, autora del informe. De hecho, el 63% de criaturas que no están escolarizadas en su municipio acaban acudiendo a la escuela concertada. Así, según la investigadora, las familias más adineradas tienen tiempo y recursos para escolarizar a sus hijos lejos de sus casas y “cuando un barrio se vacía de familias capitalizadas, se concentra el alumnado más vulnerable en centros de máxima complejidad”, añade.
Esto supone que queden muchas plazas libres en estas escuelas más vulnerables, lo que las hace más propensas a recibir la llamada matrícula viva: es decir, aquel alumnado que se incorpora durante el curso y que normalmente responde a un perfil de familia migrante y con pocos recursos económicos. “Se trata de un ciclo de complejificación eterno”, se lamenta Ismael Palacín, director de la Fundació Bofill.
La concertada se resiste a bajar ratios
Para reducir este problema, la Generalitat aprobó en febrero una reducción de las ratios que establecía 20 plazas para las escuelas públicas. Pero las concertadas no se han acogido tanto a esta medida. De hecho, según datos del informe, sólo el 40% de los centros concertados ha reducido la ratio tanto como los públicos. Esto ha supuesto que las plazas públicas se hayan reducido en un 11% en esta pre matrícula, mientras que las concertadas sólo lo han hecho en un 8%. Así, a pesar de la medida de la Generalitat, la Fundació Bofill estima que el curso que viene todavía quedará un 11% plazas vacantes.
“La reducción de plazas en la concertada ha sido fruto de negociaciones individuales, más o menos exitosas. Pero una medida tan importante no puede depender de la buena voluntad”, ha asegurado Palacín, que demanda que la Generalitat exija la reducción de ratios también a las concertadas. Según el director de la Fundació Bofill, estamos ante un momento clave en la lucha contra la segregación: “si conseguimos aplicar la bajada de ratios a las escuelas concertadas, la disminución de la natalidad puede ser una gran oportunidad, sobre todo si mantenemos el presupuesto educativo, lo que significará dedicar cada vez más recursos por alumno”, dice.
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