El aumento de casos de COVID desborda los ambulatorios en Catalunya: “La situación es insostenible”

Pol Pareja

29 de diciembre de 2021 22:25 h

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La cola llega a la esquina. Separados por una distancia prudencial, absortos en su teléfono móvil, decenas de barceloneses aguardan su turno en los aledaños del Centro de Atención Primària (CAP) Maragall, situado en el barrio de Camp de l'Arpa. 

Los motivos de la visita se repiten: quieren que les hagan un test porque han tenido contacto con un positivo y la mayoría no encuentran pruebas de antígenos en las farmacias. Otros han dado positivo en una prueba de antígenos y quieren confirmarlo con una PCR. También hay algunos que se han hecho varios test en casa, siempre con resultado negativo, y aseguran sentirse mal desde hace días. “Básicamente, quiero asegurarme si tengo o no el bicho”, resumía el miércoles una chica de 27 años.

Los casos de COVID-19 están aumentando de manera desbocada en Catalunya. Cada día se notifican más de 20.000 nuevos casos (24.000 el martes, 23.000 este miércoles) y, tras casi una semana de restricciones, la curva todavía no desciende. La atención primaria, el primer eslabón de la cadena médica, es la que está parando el primer golpe de un aluvión que después llega a los hospitales. 

“Es un desborde absoluto, la situación es insostenible”, señala Esperanza García, facultativa del CAP Maragall. Son varios los consultados que aseguran que, a nivel de presión asistencial, están en el peor momento de la pandemia. “Estamos totalmente colapsados”, abunda Jaume Sellarès, del CAP Sardenya. 

Los ambulatorios catalanes están pasando uno de los peores momentos de la pandemia en cuanto a la presión asistencial. El pasado lunes se llegaron a realizar más de 61.000 visitas por COVID-19, una cifra que doblaba la que se registró hace dos semanas. El martes fueron 58.000 los pacientes atendidos en los ambulatorios. 

Para compararlo con olas anteriores: el máximo de visitas que se llegaron a realizar en el pico de la quinta ola fueron 48.000 en un día. “Las cifras son bestiales”, admitió el martes Ariadna Mas, directora asistencial de Atención Primaria en Catalunya.

Las pruebas PCR y de antígenos también están robando mucho tiempo a los enfermeros y médicos de estos centros. En 15 días el número de pruebas se ha doblado y han pasado de los 252.528 test de hace dos semanas a superar el medio millón de pruebas (580.407) la última semana.

Los profesionales de los ambulatorios consultados señalan que lo peor de todo no es tener que atender a tantos pacientes, sino dedicar ingentes esfuerzos a tareas burocráticas que poco tienen que ver con la medicina: tramitar altas y bajas, introducir resultados de test en el sistema, renovar recetas médicas… Súmenle la administración de vacunas (incluida la de la gripe), la vigilancia en las residencias y los test en colegios donde hay brotes.

“Es una pérdida de tiempo brutal para casos que en su mayoría son leves”, explica Eva Mayor, facultativa del CAP La Bordeta, también en Barcelona. “Es un despropósito que estemos dedicando esfuerzos a estas tareas”, añade Sellarès, del CAP Sardenya. “Nuestro trabajo es atender enfermos y estamos dejando muchos pacientes de lado”.

Cunde la sensación entre estos profesionales de que, tras casi dos años de pandemia, no se ha hecho nada para agilizar todo este tipo de gestiones que recaen en los médicos de la primaria. “Se entendería esta situación en marzo o abril de 2020”, señala García, del CAP Maragall. “Pero no entendemos este colapso después de tanto tiempo de pandemia”.

El Departament de Salut ha solicitado este miércoles a la población que no acuda a los ambulatorios si no es estrictamente necesario. La intención es evitar atender a ciudadanos asintomáticos o que ya se han hecho una prueba en casa. “En muchos casos no hace falta que os vea un médico o una enfermera”, ha señalado Gemma Craywinckel, directora del Servei Català de la Salut. “Cumplid las normas de aislamiento y contactad por vía telemática”.

La principal preocupación del Departament de Salut y de los profesionales de estos centros, más allá de la desmedida presión asistencial, es qué ocurre con todos los pacientes que no tienen COVID-19. Qué seguimiento se les hace a pacientes crónicos o hasta qué punto se detectan problemas agudos que no se diagnostican porque los médicos atienden casos leves de COVID-19.

“Solo estamos haciendo COVID y lo demás queda aparcado”, pone como ejemplo Sellarès, que recuerda la gravedad que puede tener un cáncer no diagnosticado al lado de una enfermedad como la COVID-19. “Estamos muy preocupadas por todos los pacientes que estamos dejando de atender”, abunda Mayor.

La ola de pacientes llega, además, con buena parte de la plantilla intentando disfrutar de unos días de vacaciones después de un año y medio sin parar. Hay que sumarle también las reinfecciones de muchos facultativos que lastran la plantilla en buena parte de los ambulatorios. La solución, para muchos, es doblar turnos o llevarse trabajo a casa cuando acaba la jornada laboral. 

“El lunes atendimos a 400 personas en urgencias, cuando en un día intenso solíamos hacer unas 100”, detalla Mayor. “Cada día llamamos a unas 70 y pico personas y casi todos los días acabamos llamando a pacientes desde nuestra casa, fuera de nuestro horario laboral”.

Los médicos también tienen la sensación de que deben dar la cara por un colapso que no es su responsabilidad. Todos los profesionales, a pesar de destacar la buena actitud de sus pacientes, describen situaciones de tensión en los ambulatorios durante los últimos días. “Algunos nos contactan para reportar un positivo y tardamos cuatro días en responderles la llamada”, señala García, del CAP Maragall. “Es normal que estén cabreados, pero deben entender que no es nuestra culpa, no damos para más”.

Los profesionales de la primaria explican que, a pesar del desamparo que sienten, “toca arremangarse” como en las anteriores olas y aguantar el chaparrón. Ven cómo se habla siempre en los medios del temor a que colapsen los hospitales y las UCI y casi nunca se habla del colapso en los ambulatorios. Jaume Sellarès, visiblemente molesto con la situación actual, lo resume con una frase: “Parece que la primaria lo pueda aguantar todo”, reflexiona. “Pero la gente debe saber que esto no es así”.