Diario El País: “Detenido un joven que se grabó mientras saltaba ante un metro en marcha en Barcelona”. Antena 3: “Tensa pelea en el metro de Barcelona, puñetazos, y empujones con heridos leves”. El Periódico de Catalunya: “Detenido un joven tras amagar con empotrar su coche en la discoteca Cocoa de Mataró”. Todos estos titulares, y decenas más de otros medios, tienen algo en común: el vídeo que da pie a la noticia proviene de BCN Legends, un canal de Telegram con 53.000 suscriptores y de Instagram donde se cuelgan sin filtro y compulsivamente vídeos, sobre todo, de sucesos impactantes que Raúl, su administrador, encuentra en redes o le envían.
Raúl es ingeniero aunque trabaja de comercial, tiene 42 años y es el administrador de los canales, aunque lo comparte ahora mismo con tres personas más. Ninguno de ellos tiene aspiraciones profesionales ni formación en periodismo, pero Raúl tampoco se considera un divulgador de fake news. Charla con elDiario.es en una terraza de Barcelona y, mientras bebe un café americano, se desmarca de la responsabilidad ante su audiencia: “Yo no soy un medio de comunicación ni lo quiero ser, no soy periodista, no tengo ni idea y no voy a contrastar”, explica. “Cuelgo las cosas que te podría enviar tu primo, tu tío o un amigo por WhatsApp, las cosas que me interesan y me motivan, ya está”.
El vídeo del coche huyendo después de intentar empotrarse en la puerta de la discoteca (y la agresión al huido) generó múltiples llamadas a los Mossos d’Esquadra de los periodistas. “Cuando un vídeo se viraliza, nos llaman para contrastar y entonces tenemos que localizar el vídeo y comprobar que lo que se publica es verdad. No siempre podemos dar los datos”, explican fuentes de los Mossos, que aclaran que si un vídeo es útil “puede ser utilizado en una investigación policial”, pero también alertan de que este tipo de canales “buscan la viralidad y no la fiabilidad o el rigor” y que en caso de engaño “la corrección no tiene el mismo impacto mediático que el vídeo original”.
Raúl reconoce que cuelga casi todo lo que le llega, pero niega que BCN Legends sea un canal de noticias falsas. “Yo no afirmo que lo que llega está pasando en un lugar o en otro. Me pasan algo y digo ‘dicen que es en tal lugar a tal hora, ¿Alguien sabe algo?’ Y muchas veces en los comentarios del chat de Telegram, la gente ya desmiente lo dicho porque vive cerca del lugar o porque el vídeo es antiguo o por lo que sea”.
Para Alexandre López-Borrull, profesor de Información y Documentación de la UOC y experto en fake news, “se trata de un canal sin verificación, de la que él no se responsabiliza, y por tanto puede contribuir a las fake-news en el momento que se le cuelen algunos vídeos”.
La contradicción es curiosa. Al mismo tiempo que los expertos piden discernir entre este tipo de canales y los medios de comunicación, BCN Legends es una fuente de noticias habitual para los medios. “Pero una fuente bruta, que hay que contrastar”, precisa López-Borrull, que no obstante destaca que “la potencia de un vídeo para denunciar injusticias es evidente” y estos canales pueden ayudar a difundirlas, tal y como sucedió en las cargas del uno de octubre, pero que en la mayoría de casos “la función social es un efecto colateral”. “Tenemos que dotarnos de herramientas para aprender a discernir lo que es verdadero de lo que es falso y no creer que un canal es más creíble tan solo porque tiene un número alto de seguidores. Hay que pensar antes de compartir, porque los vídeos que apelan a las emociones tiendes a colgarlos rápido”, apunta.
A Raúl le cuesta definir su objetivo o motivación concreta para seguir con BCN Legends. “Tengo un montón de seguidores, me escriben, a algunos les caigo bien”, dice. En la descripción de su perfil, además de su número de teléfono, anuncia que te puede poner en contacto con abogados si tienes cualquier problema legal. Cobra una pequeña comisión, pero “es anecdótico”, asegura. Y también aprovecha sus canales, aunque no demasiado, para hacer publicidad de una web que tiene en la que vende libros y otros objetos de colección de segunda mano.
“¿Éxito? ¿Y dónde están los fajos?”
Lo primero que responde Raúl al ser preguntado por la clave de su éxito es otra pregunta: “¿Qué éxito? ¿Dónde están los fajos?”. La “constancia”, dice, es lo que le ha hecho ganar más seguidores desde que empezó a colgar vídeos en Youtube de casas abandonadas y graffitis allá por 2010, que apenas tienen visualizaciones aún hoy. Y esa constancia, dice, tiene que ver con una “adicción” no sólo al móvil, sino también a la actualidad.
“Me despierto por las mañanas y me pongo por un lado RAC 1, por el otro la COPE, y a veces también la SER y otras cadenas. Escucho un poco de todo y sé más o menos de qué pie cojean, aunque luego cuando yo cuelgo vídeos o noticias no doy mi opinión o valoro, aunque se puede más o menos adivinar cuál es mi opinión. Me da un poco de ansiedad perderme algo de lo que pasa en el mundo, sobre todo cuando hay grandes acontecimientos, que es cuando más publico y cuando más crecen los seguidores”, explica. El logo y el hecho de responder a todos los mensajes ayuda también crear una audiencia “fiel”, como la define.
Fue uno de estos acontecimientos, el referéndum del 1-O, el que le hizo pasar de ser una cuenta con varios centenares de seguidores a una cuenta viral. “Mucha gente me enviaba vídeos de las cargas policiales y las iba colgando y aquello creció un montón”, señala. “Cada vez que hay algo grande crece [su cuenta], porque la gente ve mi logo, que pongo en el vídeo, y me siguen o me empiezan a conocer”. En los macrobotellones de La Mercè, gran parte de los vídeos que se filtraron lo hicieron a través de su cuenta. “¡Esto para BCN Legends!”, gritaban algunos de los jóvenes mientras grababan los destrozos o peleas que protagonizaron una minoría.
Aunque los vídeos espectaculares de peleas, atracos o inundaciones son lo que más triunfan en BCN Legends, Raúl publica también resúmenes de noticias internacionales que ve en otros medios, fotos de motos robadas o animales perdidos, denuncias de todo tipo o personas rapeando que quieren alcanzar una mayor audiencia. “A los que denuncian o rapean les digo, vale, pero grábate un vídeo, di que es para BCN Legends y di lo que tengas que decir. Que les cueste un poco”, explica.
Como moderador, Raúl es tajante: “¿Que dices que ponga la nacionalidad del agresor porque es importante? Te vas fuera. ¿Comentario machista? Fuera. ¿Comentario homófobo? Fuera. A veces me escriben indignados porque les echo, pero esto no es la calle, es mi cuenta y en casa de uno todo el mundo es un poco dictador”.
Su audiencia en el canal de Instagram (donde cuenta con más de 50.000 seguidores) es de mayoría aplastante masculina y menor de 34 años, como muestran las estadísticas de la aplicación. En esta plataforma, tiene más cuidado con lo que publica porque hay “mucha censura” según él. “Ni hablar de publicar sobre suicidios [en Instagram], eso va al Telegram, aunque ahora pongo el logo sobre la víctima para que no se vean imágenes desagradables”, explica. “Es un tema del que se debería hablar más”, opina. En Instagram, tiene una cuenta secundaria para redirigir desde allí a las nuevas cuentas cuando le van cerrando las anteriores, que sucede a menudo.
Multas y amenazas
La censura no es el único problema que ha tenido Raúl. Explica que ha recibido “bastantes” amenazas, aunque no han ido a más y no se las toma en serio. Y además la mayoría de quienes le escriben es para felicitarle por su canal. En una ocasión, le multaron con 1.500 euros por publicar una imagen con número de placa de agentes de la policía, prohibido por la ley mordaza que el gobierno está a punto de reformar. “Me la gané”, reconoce. Recaudó dinero para pagar la multa a través del canal y un par de desconocidos llegaron a darle 100 euros. Les preguntó qué querían a cambio y le dijeron que ser administradores de sus cuentas.
Una vez un joven le escribió desde la comisaría explicándole que le habían pillado por un vídeo de su canal. “Le dije que qué le iba a hacer, que estaba en la calle y lo grabaron”, cuenta. Y en otra ocasión, esa función social “colateral” de la que hablaba el profesor de la UOC, implicó que apartaran a un agente de los Mossos, como explicó el digital Tot Barcelona, por una agresión que originalmente publicó BCN Legends, aunque para entonces Raúl ya había difuminado las caras para no volver a vérselas con la ley mordaza.
La relación entre estos canales y los medios de comunicación tiene diversas caras. El periodismo se alarma ante el riesgo de fake News pero al mismo tiempo encuentra en BCN Legends vídeos que no llegan a sus redacciones y eso le ha generado a Raúl situaciones particulares, según cuenta. Desde un medio que le ofreció 25 euros por mandarle los vídeos antes de publicarlos en el canal -se negó porque lo consideró poco- hasta un fotógrafo que se indignó porque publicaba fotos y vídeos de su canal. “¡Ponle logo!”, le respondió. A una televisión fue Raúl quien se ofreció para llegar a un acuerdo económico después de ver que publicaban muchos de los vídeos que pasaban por BCN Legends, pero se negaron. Y un fotógrafo de Barcelona directamente le manda fotos suyas para que se publiquen en el canal y así tener más audiencia.
En una publicación de los últimos días de BCN Legends, alguien explicaba que le habían pedido el pasaporte covid a la entrada del metro. “Los propios vecinos lo desmienten enseguida, estaba claro que no podía ser cierto, pero yo publico el rumor y la gente ya se dedica a confirmarlo o no”, cuenta Raúl.
Días antes, algunos medios publicaron la historia falsa de un hombre que contó que se había despertado de un coma tras 35 años. López-Borrull, profesor de la UOC, reflexiona sobre las relaciones entre medios y canales particulares: “Las imperfecciones del periodismo no validan a nadie para malas prácticas”, opina. “El periodista tiene mecanismos de verificación, pero hoy en día todos nos podemos convertir en canales de comunicación y las reglas del juego también rigen hoy en día a los individuos en las redes, tanto por lo que respecta a la ley como a las normas de cada plataforma”.
Según este profesor, canales como BCN Legends “no pueden hacer el trabajo sucio a los medios, que tienen que verificar todo lo que encuentran en las redes”.