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¿Los niños deben poder salir un poco a la calle? La relajación del confinamiento infantil en Italia aviva el debate en España

Paseo infantil antes del confinamiento por coronavirus

Oriol Solé Altimira / Pau Rodríguez

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Una súplica empieza a multiplicarse entre las familias españolas: poder sacar a los niños y niñas de casa ni que sea para dar la vuelta a la manzana y tomar el aire. Hasta la cantante Shakira ha pedido permitir los paseos en favor de “la salud física y mental” de los niños. Lo que para los hogares privilegiados o de clase media es de momento una petición se convierte en necesidad acuciante para los núcleos familiares hacinados en pisos pequeños o habitaciones. Pero de momento ni los expertos en epidemilogía ni el Gobierno apuestan por flexibilizar de forma inmediata el confinamiento infantil.

“A día de hoy lo que toca es aguantar el grado de contención en el que estamos y no ponerlo en cuestión”, valora el presidente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), Joan Ramon Villalbí. En la complicada balanza entre los derechos y las medidas para contener el virus que restringen la libertad de movimientos, la pedagoga Heike Freire apuesta por que los niños puedan salir a pasear con sus padres, siempre cerca de casa y con un límite de tiempo. “Si en una situación normal se recomienda a los niños estar un mínimo de tres o cuatro horas al día al aire libre, ahora se podría reducir a una hora”, sostiene Freire.

¿Cómo lo viven las familias? “El balcón ya no da para más”, constata Joan Carbonell, vecino del barrio del Poblenou de Barcelona. Confiesa que en los primeros días de confinamiento se llevó a su hijo Manuel a tirar la basura. “Poder salir a dar la vuelta a la manzana ayudaría a sobrellevar la situación”, añade. En los pueblos la petición es similar. “Nosotras al menos tenemos la suerte de tener un minijardín, pero van más de 15 días de cuarentena y la niña, si de momento no puede jugar con sus amigos para evitar los grupos, necesita al menos correr y moverse en un espacio abierto”, pide Rosó Morató, madre de Ona (seis años), desde Sant Esteve de Palautordera.

Sea en el campo o en la ciudad, las familias miran a Italia, que lleva una semana de de ventaja en el confinamiento. Italia mantenía desde el pasado 9 de marzo el mismo confinamiento infantil que en España entró en vigor el día 16, aunque en la mayoría de comunidades los niños llevaban sin salir de casa desde el 12, cuando se suspendieron las clases. No fue hasta este martes que el Gobierno italiano aprobó que los niños pudieran salir con uno de los padres justo en frente de casa o a comprar al supermercado. 23 días pasaron los italianos sin poder sacar a los niños de casa. España lleva 16.

Por su lado, Francia autoriza “salidas indispensables para el equilibrio” de la infancia en espacios abiertos cerca de casa, siempre manteniendo las distancias y sin grupos. Además de salir a pasear, Alemania ha permitido durante toda la crisis que los jardines de infancia sigan abiertos solo para los hijos de trabajadores esenciales.

En España, el más contundente ha sido el presidente de Aragón, Javier Lambán, quien ha reclamado al Gobierno permitir salir ya a pasear a los niños porque el confinamiento puede ser “estresante”. Otras administraciones, como el Ayuntamiento de Barcelona, han solicitado al Gobierno que, una vez se empiecen a levantar las restricciones de movimientos en unas semanas, los niños y niñas tengan prioridad para poder salir de casa. “Aunque las escuelas no abran, nos tenemos que plantear que los niños puedan salir”, afirmó la alcaldesa, Ada Colau.

La comisionada de Educación del Ayuntamiento de Barcelona, Maria Truñó, aboga por un escenario inicial similar al francés cuando el Gobierno decida flexibilizar el confinamiento en los niños y niñas. Eso sí, con los parques y espacios de juego infantiles de las ciudades cerrados para evitar las aglomeraciones y la transmisión del virus a través de toboganes o columpios. “Hay que encontrar un equilibrio razonable entre las necesidades físicas, mentales y emocionales de los niños y niñas y la contención del virus”, asevera.

A criterio de Truñó, este equilibrio, en una primera fase, se hallaría en permitir a los niños salir a pasear un rato por las calles más próximas a su domicilio con medidas de protección y acompañados de uno de sus progenitores. “Es importante que los niños y niñas puedan salir. Ver la calle, aunque esté más vacía, les ayudará a construir y elaborar su vivencia de este confinamiento más allá de las paredes de sus casas”, explica Truñó, que deja claro que los grandes desplazamientos o las quedadas con los amigos en el parque se tendrían que dejar para después de superar la crisis sanitaria.

El doctor Villalbí reconoce que se trata de una cuestión “muy compleja de administrar”, y pide “ir pensando cómo cambiar las medidas, tanto económicas como sociales y educativas, una vez podamos recuperar mayor normalidad”. Pero para cualquier flexibilización del confinamiento infantil, a criterio de Villalbí, debe esperarse a que bajen las muertes, aunque estar todo el día en casa con los niños sea “una medida extrema”. “Si un niño baja a la calle con un adulto la probabilidad de que se contagie es muy baja, pero existe el peligro de tocar superficies donde pueda haber el virus y llevarse manos a las mucosas”, agrega.

Para Freire, es vital dejar salir a pasear a los niños no solo para su desarrollo físico –el movimiento o la luz solar son muy importantes, entre otros aspectos, para que los niños metabolicen la vitamina D, el calcio o el fósforo, o que su vista o su cerebro maduren– sino también en el plano emocional y social. “Poder salir un rato les ayudaría a ser más resilientes ante la situación de estrés inherente al confinamiento”, apunta esta experta, que lamenta que el real decreto por el que se decretaba el confinamiento permitiera excepciones para pasear al perro pero no mencionara a niños y niñas.

“Ha faltado sensibilidad con los derechos de los niños. Se ha optado por la prohibición general y luego, ante las quejas de las familias de niños autistas, se han tenido que concretar las excepciones”, agrega Freire. En este sentido, Carbonell también lamenta que el Gobierno haya mencionado “poco o casi nada” a la infancia. “Hubiera agradecido que dieran ánimos a los críos y que trasmitieran más que tienen en cuenta la situación de la infancia”, apostilla.

Freire reclama más atención de las autoridades a las necesidades de la infancia, un colectivo que, recuerda, “también tiene derechos como los adultos y además está en un proceso de desarrollo”. Con todo, Freire rechaza con contundencia que se aborde la crisis como una batalla entre niños, adultos y viejos. “Hay que minimizar los perjuicios y maximizar el bienestar de todos”.

Mientras no se flexibilice el confinamiento, el consistorio barcelonés ha puesto en marcha la iniciativa 'Estimat diari', para que los menores expliquen sus vivencias bien con dibujos bien con textos. Tanto en el corto como en el medio y largo plazo, Truñó reclama “no dejar de lado el interés superior de los niños y niñas pese a la emergencia”. “El reto va más allá de los deberes del cole o del currículum de este curso y de las desigualdades educativas, que también hay que abordar. Se trata de reforzar vínculos, acompañar a los niños y niñas para que elaboren esta experiencia y que la vean no como un castigo sino como una vivencia colectiva”, concluye Truñó.

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