Es la historia de Ada Leiris, una chica de 19 años, pero podría ser la de cualquiera de las 12 mujeres que aparecen en el documental. Ada quedó para cenar una noche con Julien, un conocido que había sido el novio de una amiga durante un tiempo. Esa noche perdió la virginidad y fue violada por primera vez. Al cabo de unos días volvieron a verse y volvió a ser violada. La tercera vez fue ella la que le invitó a su casa. Fue violada de nuevo.
El documental Sans Frapper [Lo que no te mata...], que proyecta Docs Barcelona durante todo el mes, aborda los matices y los espacios grises que rodean una violación que no cumple con los requisitos “típicos” que nos han enseñado sobre las agresiones sexuales. Cuando no hay callejones oscuros y desconocidos que te asaltan. Cuando puede haber consentimiento hasta un determinado momento. Cuando el agresor es tu pareja o un joven respetable de tu entorno. Incluso cuando ha sido la víctima quien ha invitado al violador a su propio domicilio.
Ada, la protagonista de la historia, no aparece en el documental, pero su presencia se percibe en todo momento. La joven se acercó un día a Alexe Poukine, la directora de la cinta, y le trasladó un texto en el que explicaba su experiencia. Poukine comentó con sus amigas el escrito que le habían entregado y se dio cuenta de que casi todas las mujeres de su entorno habían pasado por una situación similar. Muchas ni siquiera eran conscientes de haber sufrido violencia sexual.
La historia que le había trasladado Ada no era particular sino universal: la pueden contar con distintos matices miles de mujeres de todo el planeta.
Son estas amigas de la directora, mujeres de distinta edad, clase social y origen, las que relatan a cámara la experiencia de Ada. Cuentan todo el proceso por el que pasó esta joven -desde admitir haber sido violada hasta las secuelas de la agresión, pasando por la embarazosa situación de tener que denunciar los hechos a la policía- y van combinando el relato de Ada con experiencias propias. Todas tienen sus particularidades pero un denominador común: la rabia, la vergüenza, la culpa y las secuelas emocionales.
A pesar de que en algunos tramos las mujeres están contando la historia de una persona desconocida, se les quiebra la voz y tienen dificultades para relatarla porque les recuerda demasiado a situaciones por las que ellas mismas han pasado. En el documental, que ganó el premio del jurado a la película más innovadora en el prestigioso festival Visions du Réel, también aparecen dos hombres que se dan cuenta de haber cometido una violación a su propia pareja mientras estaban en una relación.
De manera sobria, con un plano fijo y sin exponer directamente a la víctima, la cinta aborda el crisol de sentimientos por el que transitan estas mujeres que han sido violadas. La memoria corporal y la desconfianza en los hombres tras haber sido agredidas, pero también la atracción que llegaron a percibir por algo horrible que les dejaría marcadas de por vida.
“Es irracional, no tiene nada que ver con el intelecto”, dice una de las mujeres cuando recuerda el momento en que, tras haber sido violada en dos ocasiones, invitó al agresor a su propio domicilio para volver a ser agredida. “¿Qué estaba buscando? ¿Atención? ¿Aventura? ¿Halagos? Quería librarme de esa virginidad que me avergonzaba. Quería ser otra persona y me convertí en nadie”.
El título y el enfoque del documental también pretenden desmitificar la manida idea de que cualquier trauma puede suponer una enseñanza. Aquello de “lo que no te mata te hace más fuerte” queda cortado en el título del filme para demostrar que tras una violación difícilmente se aprende nada, sino más bien al contrario.
“Resulta atractivo decir que de todo se aprende, que lo que no te mata te hace más fuerte”, relata una mujer en el documental. “Pero algunas experiencias lo único que consiguen es que desaprendas: desaprendes sobre las relaciones, sobre el deseo, sobre la confianza… ¿Es esto interesante? No, para nada”.