La Audiencia de Barcelona ha condenado al inspector de los Mossos d'Esquadra Jordi Arasa a dos años y cuatro meses de prisión e inhabilitación para ejercer de policía por aporrear a indignados del 15-M durante el desalojo de la plaza Catalunya en 2011. Las magistradas concluyen que los empujones, golpes y porrazos con los que Arasa desalojó la plaza no estaban “justificados en ningún caso” porque los indignados estaban sentados en el suelo de forma “pacífica”.
Arasa, que ya fue condenado en 2014 por un delito leve de lesiones por golpear en el mismo desalojo al que después sería diputado de las CUP David Fernàndez, ha sido condenado por dos delitos de lesiones a dos manifestantes, a cada uno de los cuales deberá indemnizar con 1.500 euros. Arasa, que fue ascendido el pasado marzo a jefe del Área Regional de Recursos Operativos (ARRO) de los Mossos, también hacerse cargo de cuatro quintas partes de las costas del proceso judicial.
Las magistradas de la sección 3a de la Audienica de Barcelona censuran la actuación de Arasa por empezar a golpear a los indignados sin previo aviso. “NinguÌn agente dijo [a los indignados] que se levantaran ni ninguÌn agente intentoÌ apartarles del lugar donde estaban sentados, cuando de repente el acusado Jordi A. se dirigioÌ hacia X.M. y le golpeoÌ con su defensa en las piernas y en la cabeza”, resalta la sentencia sobre una primera víctima.
El inspector, continúan las togadas, golpeoÌ con su porra a un segundo indignado en las piernas, brazos, pecho, antebrazo y hombros. “En ninguno de estos casos era necesario ni proporcionado ni estaba justificado el uso de las defensas”, zanjan las magistradas. A una tercera activista del 15-M, Arasa “se acercó a ella por detrás, y sin sin necesidad de uso de la fuerza alguna le cogioÌ por los pelos y le golpeoÌ dos veces con su defensa en el muslo y en la pierna”.
A un cuarto indignado que se encontraba “de forma pacífica sentado en el suelo sin estar cogido a ninguna persona ni insultar ni agredir a los agentes”, remarcan las togadas, Arasa “se dirigioÌ hacia eÌl y le golpeoÌ con su defensa en las piernas y en la cabeza, no siendo necesario el uso de la fuerza”.
Tras analizar las agresiones concretas que Arasa propinó a los cuatro denunciantes, las magistradas se centran en analizar si el uso de la fuerza estaba o no justificado en el conjunto del desalojo de la plaza Catalunya –que los Mossos siempre han definido como una “operación de limpieza” para vaciar la plaza de los objetos y tiendas del 15M antes de la celebración de la Champions que logró el Barça en 2011.
Las magistradas destacan que los agentes de la Guardia Urbana que declararon en el juicio declararon taxativamente que nunca se dio la orden de cargar. Por contra, los Mossos sí la dieron, pero las magistradas matizan que no forma parte del juicio, únicamente relativo a cómo Arasa la ejecutó sobre los indignados.
La sentencia recalca además que Arasa usó la fuerza sin intentar antes otras alternativas: “Se podía haber apartado a la gente de otra manera, se podía haber hablado con la gente para que se apartara y no se hizo, se podía haber utilizado la mediación, se podía haber esperado más tiempo, pero nunca agredir a las personas que simplemente estaban sentadas ejerciendo su derecho a la protesta pacífica”.
Arasa, conocido por los movimientos sociales de Barcelona por su dureza en las actuaciones, defendió durante el juicio que aporreó a varios manifestantes debido a su “resistencia activa” y para permitir que salieran los camiones de limpieza de dentro de la plaza. Aseguró que los golpes fueron de cintura para abajo, de acuerdo con los protocolos, pero a la vez reconoció que esto no siempre es posible. Nueve años después, las imágenes de la violencia de los Mossos en el desalojo de plaza Catalunya que dieron la vuelta al mundo ha llegado la condena a uno de sus causantes.