Mientras un jardinero corta meticulosamente el césped, a pocos metros de ahí se sienta un funcionario del Banco de España. Lee un libro desde una majestuosa terraza frente al mar. Está dentro de un castillo declarado Bien Cultural de Interés Nacional que es propiedad del supervisor bancario español. Solo sus funcionarios pueden disfrutar de este lujo.
El funcionario está en un recinto de más de 33.000 metros cuadrados, situado en Roda de Berà (Tarragona) que tiene de todo: una pista de tenis y dos de padel, circuito de minigolf, frontón, una cancha de baloncesto y otra de fútbol, zona de juego infantil, campo de petanca, vestuario, una gigantesca piscina para los mayores y otra más reducida para los pequeños. El castillo tiene también restaurante, un bar frente al mar e incluso una salida directa a una pequeña cala.
El Banco de España asegura que el principal uso que se da a este recinto es de “centro de formación” en el que se realizan “reuniones de trabajo, seminarios, congresos y cursos formativos” destinados a los empleados. Es cierto que en el recinto se celebran eventos cada año, pero el relato de los funcionarios que acuden al lugar es muy distinto.
“Es un derecho que tenemos”, asegura una empleada del Banco de España que pasea por los aledaños del complejo junto a un grupo de compañeros del trabajo. Explica que los más de 3.000 funcionarios del ente público pueden disfrutar del suntuoso recinto, un antiguo hotel de lujo adquirido por el supervisor bancario en los 60. “Pagamos algo simbólico en función del salario”, prosigue la empleada. “Pero es muy poco, sobre todo teniendo en cuenta lo lujoso que es”.
El espacio recuerda a un resort de alto nivel, con decenas de empleados al servicio de los huéspedes.
Según aseguran los trabajadores del lugar, los precios dentro del castillo están también subvencionados. “Un café puede costar unos 30 céntimos y la comida tres o cuatro euros”, sostiene un jardinero que trabaja en el castillo. El menú de octubre incluía almejas, calamares, salmón, gambas, rape, entrecot, espardeñas de mar… El Banco de España no ha querido confirmar ni desmentir si se subvencionan también los precios de la comida en el interior del recinto.
El castillo, con una gran torre de vigilancia de 12 metros, es el resultado de la modificación de una antigua masía construida entre los siglos XVI y XVIII. La fortaleza cuenta incluso con una ermita adyacente (aunque esta sí que es accesible al público) y, según la Diputación de Tarragona, los fundamentos de la torre y su base podrían ser todavía medievales. El lugar se llama Hostal de los Reyes de Aragón y solo lo separa del mar un pequeño camino de ronda que se puede transitar a pie. Dentro del castillo hay amplios salones con sofás, chimeneas, estatuas medievales y arcadas de piedra. También un patio interior con una escalinata.
Cuentan los funcionarios del Banco de España consultados que “hay hostias” para acudir al castillo en temporada alta. “Pueden pasar entre seis y siete años hasta que puedes volver si quieres venir en agosto”, explica uno de ellos. En octubre, sin embargo, el lugar estaba semi vacío y apenas había algunos huéspedes. Las plazas se adjudican por un sistema de puntos, en función de si es temporada alta o baja. No solo pueden acudir los trabajadores y sus familias: también los jubilados del banco.
Los mensajes publicados en redes por parte de los empleados indican que, para muchos de ellos, el castillo es un lugar de asueto y descanso. “Marcha, entrada, llegada y relax por delante”, publicó este septiembre José Luis Casarrubios, exconcejal del PP en Getafe y trabajador jubilado del Banco de España.
“Lo mejor de no hacer nada, es que no hay nada que hacer”, señala otro visitante en una foto de mayo en la que aparece sentado en una butaca dentro del castillo. “Estoy en el ecuador de mis mini vacaciones”, remacha en otro vídeo desde el mismo lugar. Las publicaciones revisadas también indican que los funcionarios o extrabajadores del Banco de España invitan a sus amigos a pasar el día en este recinto de titularidad pública.
Este “derecho” que tienen los funcionarios del Banco de España proviene de una tradición de la época franquista, por la que los empleados de empresas públicas disponían de complejos vacacionales a los que asistir a precios muy asequibles. En la inmensa mayoría de las empresas estos beneficios para los empleados han desaparecido con el tiempo. No así en el Banco de España. En el reglamento de trabajo de la entidad, de 1979, ya aparece el derecho que tienen estos funcionarios y la obligación del Banco de España de mantener residencias “para el descanso de los empleados” como la del castillo de Roda de Berà. Desde entonces, cuatro décadas más tarde, siguen en vigor.
Medio centenar de empleados e inversiones millonarias
Alrededor de medio centenar de empleados atienden a los funcionarios durante todo el año para que no les falte de nada: desde limpiar mesas y espacios comunes hasta mantener el jardín en perfecto estado, servir las comidas y atender el bar, pasando por el hall en el que se recibe a los huéspedes.
Los funcionarios no se hospedan en el castillo, sino en un complejo de casitas adosadas que queda justo detrás de la fortaleza. Entre medio se encuentra el cuidado jardín con todos los equipamientos, bajo la sombra de cientos de pinares y palmeras. En los parterres hay ciclámenes de varios colores junto a bancos para descansar y farolas clásicas repartidas por todo el recinto.
El Banco de España no ha querido precisar el coste anual que tiene este recinto de titularidad pública. Solo la contratación del personal, sin embargo, sumó 5,2 millones de euros por dos años de servicio, 2017 y 2018. La renovación de mobiliario, lámparas, mesas, somieres, colchones, sábanas y carpintería interior y exterior ha costado recientemente más de 550.000 euros. En 2014 también se renovaron “elementos interiores del castillo” por casi 760.000 euros. Los precios incluyen el IVA.
La instalación de un ascensor exterior costó en 2019 más de 220.000 euros. La reciente reforma de las instalaciones deportivas supuso un gasto de 1,2 millones de euros a esta entidad pública. La puesta en marcha de un sistema de seguridad en 2022 ha supuesto 87.600 euros más. En contratos menores, se han gastado otros 60.000 euros entre 2019 y 2022.
El dispendio en este castillo contrasta con las recetas que defiende el Banco de España para las reformas estructurales de la economía, o contra la subida del salario mínimo, el gasto público o las pensiones. El gobernador de la entidad, Pablo Hernández de Cos, defendió recientemente en la Comisión de Presupuestos del Congreso “una revisión integral del gasto público”.
La mayoría de funcionarios del Banco de España interpelados en el recinto evitaban explicar a quién pertenece el espacio. “Es un recinto privado” era la respuesta más habitual al preguntar por la posibilidad de acceder al castillo, vallado en su totalidad y protegido por cámaras de seguridad en los accesos.
“Venir aquí es un privilegio”, admitían los integrantes de un grupo de cinco funcionarios en los aledaños del castillo, ataviados con bermudas, ropa cómoda y alguna cámara de fotos. Un privilegio exclusivo para los trabajadores del Banco de España.