Denuncian a empresas que venden contratos a trabajadores extranjeros que se quieren regularizar

La última reforma de la normativa de extranjería ha hecho que cualquier trabajador extranjero que quiera acceder a permisos de residencia necesite presentar por lo menos un contrato de trabajo de un año de duración. Esto ha propiciado la aparición de empresas que venden contratos a estos trabajadores a cambio de unas cifras que oscilan entre los 2.000 y los 3.000 euros, según ha declarado a este diario el director del Centro de Información para Trabajadores Extranjeros (CITE), de CCOO en Cataluña, Carles Bertran.

«A nosotros nos ha llegado información sobre estas irregularidades porque los mismos trabajadores nos lo explican» ha dicho Bertran. Este responsable sindical añade que cuando se enteran de estas propuestas irregulares aconsejan a los trabajadores no aceptar, porque detrás acostumbran ha haber empresas sin actividad real o en situaciones bastante irregulares. «Además, si se entra en esta dinámica la situación puede ser muy negativa para los trabajadores que intentan utilizar este atajo, porque desde el Gobierno central a la más pequeña sospecha en este sentido paran los expedientes».

Las tipologías de las empresas a las que se ha vinculado con la venta de contratos de trabajo son muy diferentes pero todas podrían situarse en los márgenes de la economía formal. Entre estas se han dado casos relacionados, por ejemplo, con la venta ambulante.

Crisis dura

Los trabajadores extranjeros han sido especialmente golpeados por la crisis económica. Primero debido a las reducciones de empleo y luego porque dicha recuperación se hace bajo un criterio de temporalidad que impide cumplir el requisito fijado en la reforma de la ley de extranjería. Desde el CITE se critica que la política española en relación con la emigración «es de vuelo gallináceo». En estos momentos se restringe la entrada de trabajadores extranjeros mientras que en unos años, cuando la economía vuelva a despegar, se requerirán en origen trabajadores formados. Al mismo tiempo, a los trabajadores que viven en Catalunya y España, formados y con suficiente arraigo en el país los empujan a marchar, «y ya se sabe que se van primero los mejores», asegura.