Joan Carles Gallego (62) razona en esta entrevista sobre los efectos que la salida de la crisis ha tenido en la clase obrera y en el sindicalismo. Lo hace con la precisión que le da haber estado enseñando toda su vida, y también sindicalista y economista. Es consciente de que en el siglo XXI, como decía el poeta Martí i Pol, “todo es posible y todo está por hacer”.
¿Hace un año hablabais de resistir el embate de la reforma laboral. Se ha superado esta fase?.
Hemos pasado la fase más resistencialista. Ahora hay una cierta conciencia, tanto en las empresas donde la gente está organizada y como en aquellos centros de trabajo donde no están organizados, de que se ha de pasar a la ofensiva. Esto se ve en los convenios colectivos donde se empieza a presionar un poco más en el tema salarial, condiciones de trabajo, permisos y jornadas. Hay una mayor producción en los convenios. Empiezan a darse denuncias importantes, como la del sector de las cárnicas.
¿Diríais pues que es cierto que los sindicatos se han siguado a la ofensiva?.
Si, diría que estamos en una fase de ofensiva. Paralela a un proceso de recuperación económica que es incierta y débil, pero real. La gente tiene conciencia de que hay mayor riqueza en el país y quiere la parte de riqueza que le corresponde. Pasar a la ofensiva ayudará esta recuperación: mejores condiciones de trabajo, de salarios, no dejan de ser elementos que ayudan a reactivar la economía vía demanda interna. Pero, hay que seguir reclamando a los gobiernos y las administraciones un cambio radical de las políticas que se han hecho estos años si queremos consolidar esta recuperación económica.
¿Qué aspectos de sus políticas deberían cambiar las administraciones?.
Debemos hacer el esfuerzo en la negociación colectiva para recuperar derechos del trabajo, pero al mismo tiempo tenemos que abrir espacios de concertación social donde concretemos elementos que consoliden la recuperación, sea el salario mínimo interprofesional como elemento de justicia social, sea con políticas industriales, con políticas de infraestructuras, con políticas públicas, de servicios sociales, etcétera.
¿Antes de las segundas elecciones españolas confiavaís que una nueva mayoría equilibraría las políticas sociales, que se debe hacer ahora que se ve que cambio no llega?.
Hemos de seguir presionando en la esfera política, en especial en el Congreso, para que hagan efectiva lo que entendemos que tanto el 20 de diciembre como el 26 de junio ha sido la posición mayoritaria de la ciudadanía: un cambio de las políticas dogmáticas de austeridad: se deben derogar aquellas leyes antisociales y también antidemocráticas que se han puesto en marcha. La derogación de la reforma laboral es fundamental si queremos no sólo recuperar derechos de las personas trabajadoras sino también modernizar el tejido empresarial y consolidar el proceso de recuperación económica a partir de políticas salariales diferentes. Y también se deben derogar otras leyes muy regresivas: una ley educativa que si se consolida, dará paso a una sociedad segregada donde los orígenes sociales no serán compensados por políticas de igualdad y también la ley mordaza o aquellas que coartan las libertades públicas.
¿Estas leyes parecen pensadas para frenar el conflicto social?.
Estas leyes condicionan el conflicto social, que hay que recordar que se da fundamentalmente en el mundo del trabajo. Una ley mordaza lo que quiere es limitar la capacidad de protesta para representar los intereses de los trabajadores. Por tanto, debemos ser exigentes para que el Congreso aborde estas demandas de modernización y de mejora de las relaciones laborales.
Aunque la crisis está muy viva, parece que hay consenso en afirmar que la parte más dura ha pasado, ¿qué balance hacéis de puertas adentro del sindicato, por ejemplo, cómo ha afectado la afiliación?.
Podemos decir que de la crisis estamos saliendo en términos económicos, aunque en términos sociales todavía no. El balance de la gestión política de la crisis es socialmente muy negativo, la desigualdad se ha asentado en la sociedad. Pero además, la crisis ha afectado al marco institucional. Ha habido una desconfianza de la población respecto a la capacidad de las autoridades públicas para dar respuestas a las necesidades de la gente. Esto ha dado pie a la crisis político-institucional, la crisis de los partidos, etcétera.
¿Y en la vida de los sindicatos qué efecto ha tenido la depresión económica?
A los sindicatos nos ha afectado ha afectado de varias maneras. Una, directa, las políticas para abordar la crisis han intentado limitar la capacidad de representar los intereses de la gente a las organizaciones sindicales, y por tanto han limitado la capacidad de intervenir en la negociación colectiva. Se ha hecho un ataque directo a la función social de los sindicatos. Aunque este ataque creo que lo hemos resistido. En segundo lugar la crisis ha dado una percepción social determinada del papel de las organizaciones sociales. Muchos trabajadores, especialmente aquellos con situaciones sociales más precarias, no han visto en las organizaciones sindicales su referente. Esto ha afectado la percepción social del sindicato, pero creo que lo hemos encajado de manera positiva. Ahora se puede decir que empezamos a reconectar de manera positiva con colectivos inician o vuelven a organizarse.
La crisis ha implicado, claro, la destrucción de actividad económica y destrucción de empleo, ha tenido también efectos directos sobre la afiliación. La caída de la afiliación ha sido producto y paralela a la caída del empleo. Pero ahora el sindicato está en una posición de fortaleza en cuanto a la afiliación: tenemos alrededor de 150.000 personas afiliadas cotizantes, a las que hay que sumar un porcentaje importante de delegados en las empresas. Algunas de estas personas no están afiliadas pero sí vinculadas al sindicato.
¿Así pues, comienzan a recuperar la afiliación perdida?.
Efectivamente, la nueva situación nos hace trabajar con esta perspectiva. Sin embargo, la afiliación mejora cuando mejora el empleo, pero no lo hace automáticamente, tarda un poco. La gente se apunta a un sindicato cuando tiene un trabajo mínimamente estable que le permite una relación orgánica. Pero al mismo tiempo tenemos buscar nuevas fórmulas de vinculación y afiliación.
¿Pero, mantienen posiciones en las elecciones sindicales?
En diciembre de 2015 se cerró el periodo de cómputo oficial de los cuatro años. Y el resultado ha sido la mejora de la representatividad de CCOO en el conjunto de los delegados sindicales elegidos. Hemos revalidado como el primer sindicato de Cataluya con cerca del 42% de representación. Hemos aumentado la diferencia con el segundo sindicato más representativo y respecto al tercer y cuarto, que están por debajo del 3 o el 4%. Para nosotros esto significa que los trabajadores, en este contexto de crisis, han seguido organizándose y haciendo candidaturas bajo las siglas de las organizaciones sindicales que les merecen más confianza, en este caso el sindicalismo confederal y de clase de CCOO. Esto ha sido especialmente significativo en empresas donde hemos tenido que negociar expedientes duros y dolorosos a cambio de mantener viva la actividad económica. Sin embargo, en muchas empresas hay actualmente menos trabajadores. Lo mismo pasa con el número global de empresas, y eso se nota en la cifra total de delegados elegidos. Hoy hay más de 20.000 delegados de CCOO votados directamente por sus compañeros empresa por empresa, lo que muestra que el nivel de representatividad del sindicato ha quedado revalidado y reforzado.
¿Nos puede explicar el proceso de reorganización de federaciones que ha hecho CCOO de Catalunya?.
Intentamos simplificar la estructura organizativa para hacerla, más horizontal, más cercana a los intereses de los trabajadores, más cooperativa. Lo hemos hecho para que aquellas empresas que estaban en federaciones diferentes pero que forman parte de una cierta unidad de los procesos productivos, estén bajo la misma estructura. Ara tememos federaciones más grandes con estructuras directivas más pequeñas y con más capacidad de estar cercanas a los conflictos sociales.
Ahora tenemos una federación industrial que agruparía todos los sectores de transformación. En segundo lugar, una federación de servicios donde están los trabajadores de los servicios privados: financieros, hostelería, turismo, seguros, etcétera. En tercer lugar está la federación de servicios a la ciudadanía para agrupar los que trabajan al servicio de la población desde el punto de vista público pero donde también hay empleados de empresas del transporte, por ejemplo. En esta federación también tenemos sectores que tradicionalmente han formado parte de lo que se llamaba servicios esenciales a la ciudadanía como los empleados de los medios de comunicación. La cuarta sería una federación que está terminándose de constituir, que reunirá la construcción junto con servicios privados, de actividades diversas. Agruparía actividades como la limpieza y mantenimiento viario y, por ejemplo las trabajadoras del hogar. Finalmente mantenemos la federación de educación y la de servicios sociosanitarios. Son áreas que tienen mucho que ver con los servicios públicos, a pesar de que tienen un componente profesional específico. Serían, pues, seis federaciones, más la de pensionistas y jubilados.
Actualmente hay sectores con convenios estructurados y que se respetan y otros ámbitos en los que hay movilizaciones por cosas elementales, como hacer vacaciones, ¿como tratan esta dualidad?.
Nuestro objetivo es garantizar la cobertura universal de la negociación colectiva para el conjunto de trabajadores, es decir, el convenio sectorial. La reforma laboral ha ido contra ello. Pretendía introducir una estructura nueva de negociación, en la que los trabajadores se quedaran sin convenio, o introducir convenios de empresa. Contra esto, nosotros hemos mantenido vivo el grueso de la negociación colectiva. Sin embargo, hay sectores nuevos de empresas que antes no tenian conveni y aquí hemos de forjar nuevos acuerdos colectivos. Actualmente estamos abriendo espacios de negociación para ámbitos como la investigación biomédica. Hay otros sectores que realizan trabajos que corresponden a un convenio sectorial existente, pero las empresas han aplicado la reforma laboral para no aplicar el convenio de sector y sí su convenio propio. Esto ocurre con las empresas de servicios integrales, que son una alternativa pensada para aplicar la filosofía inicial de las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) que conseguimos frenar con el convenio de ETT que hoy garantiza que una persona que va a una empresa contratada por una ETT tiene las mismas condiciones que la persona a la qual sustituye. Las empresas de servicios integrales no ceden personas sino que contratan un servicio, lo que hace posible que en un lugar de trabajo haya personas a las que se aplica el convenio sectorial y otras a las que se aplica el convenio de la empresa de servicios integrales, que a veces apenas supera el salario mínimo. Es el caso de las camareras piso. Y eso es lo que combatimos, vía derogación de la reforma laboral y vía denuncia de los casos concretos.
Esto se parece a lo que ocurre en las industrias cárnicas catalanas, ¿verdad?.
En las industrias cárnicas hay fórmulas de trabajo enormemente precarizadas que utilizan figuras contractuales fraudulentas. Esto lo denunciamos, haciendo que se visualice el conflicto y ayudando a los trabajadores a organizarse.
CCOO en Catalunya ha hecho dos actuaciones que llaman la atención, la asamblea sindical abierta, muy del siglo XXI y al mismo tiempo una reivindicación orgullosa de sus orígenes, ¿con qué visión se identifica?.
Quien pierde la memoria pierde el futuro. Y pierde su razón de ser. Nosotros reivindicamos lo que somos y lo que hemos hecho, pero no para añorarlo sino porque ello nos permite proyectarnos al futuro y organizarnos. La memoria histórica nos permite poner las bases sobre las que se construye nuestra práctica actual y futura. Debemos hacerlo conscientes de cuáles son los objetivos que buscamos: emancipadores, de igualdad, de mejora de las condiciones de trabajo, etc.
Todo esto lo hacemos en un contexto actual, que no sólo es de precariedad sino que también muestra que hay nuevas formas de interactuar con las personas, como son las TIC, que deben ayudar a que el sindicato organice mejor y el debate fluya en todas las direcciones.
CCOO de España ha convocado su congreso, antes se hará el catalán, ¿qué elementos puede aportar Catalunya al debate?.
Nosotros queremos hacer un congreso muy abierto y participativo, donde abordemos los nuevos retos de la clase trabajadora. Queremos un nuevo marco de derechos laborales y sociales que dé respuesta a las demandas de trabajadores y trabajadoras. Queremos derogar la reforma laboral, pero al mismo tiempo, tenemos que construir un nuevo marco de derechos laborales que implique participación directa en las decisiones de las empresas, o hacer que las expectativas vitales de las personas tengan respuesta en la organización del trabajo. Hemos de abordar el debate de la reforma horaria y a la vez ver cómo mejoramos las maneras de organizar los trabajadores, especialmente de aquellos que tienen muchas dificultades de hacerlo en su lugar de trabajo.
También se trata de reforzar elementos de valor, de ética del delegado o de la dirigente sindical. Creo que debemos aprovechar el congreso para reforzar estos valores y también para proyectarlos hacia fuera. Valores como la renovación, la limitación de mandatos, la transparencia, o el del rendimiento de cuentas, configuran la cultura de CCOO, pero muchas veces no hemos sabido explicarlos. Aquí hay paridad en los órganos de dirección, en la ejecutiva hay tantas mujeres como hombres. Lo hemos de explicar, como también que si a una persona se le detecta haciendo mal uso de los recursos sindicales, por ejemplo, usar las horas sindicales en beneficio propio, es sancionada.
En Catalunya hay limitación de mandatos, dos más un tercero. La pregunta es directa, ¿tiene decidido presentarse a la reelección?.
Esta decisión será colectiva, también individual, claro. Se tomará con la conciencia de que tenemos una organización muy dinámica, con personas implicadas en el sindicato con capacidad de liderar el proyecto colectivo. La decisión la tomaremos alrededor de octubre. Estará vinculada que la persona que decida presentarse para coordinar esta organización lo haga de una manera abierta y participativa con una recogida de avales, no sólo en el acto congresual sino antes, en un proceso participativo.
¿De qué se siente más satisfecho de CCOO de Catalunya y que cambiaría si pudiera?.
La mejor es seguir siendo el primer sindicato de Catalunya y la conciencia de que los hombres y mujeres y dirigentes del sindicato son desde el punto de vista de la ética personal, integras. Para mí esto es un orgullo.
¿Qué cambiaría? Quizá algunas prácticas de funcionamiento orgánico, aunque lentas. Ahora bien, somos una organización muy grande, con unas150.000 personas y muchas organizaciones que tienen soberanía, que está muy bien pero a veces hace que los procesos de toma de decisiones sean pesados.
Hace un año el presidente en Catalunya era Artur Mas, ahora lo es Carles Puigdemont, ¿qué cambios ha notado en su contacto quotidiano?
Los talantes son diferentes. Pero nosotros no estamos para valorar las personas, sino para ver las políticas que están aplicando. La sensación que tenemos hoy es que se mantiene una cierta inacción gubernamental a la hora de dar respuestas a los problemas de la ciudadanía. Por lo tanto, muchos cambios respecto al gobierno de Artur Mas no los vemos. No vemos una acción decidida para romper las lógicas antisociales impuestas desde el inicio de la crisis. Hay elementos que apuntan algunois cambios: una mejor respuesta en cuanto a la negociación de los derechos de los trabajadores públicos. O en los temas de educación y sanidad, aunque no se acaban de revertir los efectos negativos que han tenido las restricciones de plantillas. En el ámbito general, la Renta Garantizada de Ciudadanía está en el mismo punto en que estaba cuando el presidente era Artur Mas. También hay gestos que muestran cambios, como que el Parlament apruebe el pacto nacional por la industria, pero hay que ver cómo se materializa. Estamos en el ámbito de los gestos pero deberíamos pasar a un cambio radical de políticas.
Hace un tiempo se interpelaba a Comisiones en relación con su papel en el proceso soberanista. Ahora esto ya no se plantea, ¿cuál es la razón, se ve menos urgencia, o se ha entendido la posición del sindicato?
Esperamos que la posición de CCOO haya sido bien entendida. Este conflicto político hay que solucionarlo políticamente, por la vía de la negociación. Entendemos que el ejercicio del derecho a decidir es el clave e imprescindible. Dicho esto, el sindicato, como tal, seguirá haciendo de sindicato en cualquiera de los escenarios, y no nos toca a nosotros decir cuál es el escenario que queremos, sino garantizar que la gente pueda decidir cuál es el escenario que quiere. Y esto depende de buscar los mecanismos políticos que lo permitan y lo faciliten. Esperamos que esto se entienda y no se quiera instrumentalizar el sindicato en beneficio de una posición u otra.
¿Como veis la unidad de acción sindical?.
Creemos que la unidad de acción sindical está instalada. Es un valor entender que los trabajadores no pueden actuar divididos y enfrentados entre ellos frente a sus contrapartes. Si el movimiento sindical enfrenta internamente, los poderes empresariales y los poderes políticos estarán contentísimos, porque podrán hacer lo que quieran mientras estamos divididos. Este valor está consolidado en las relaciones con el segundo sindicato, con la UGT. Creemos que otras organizaciones deben hacer también esta reflexión. Hay alguna organización sindical que prefiere instalarse en la diferencia en relación con el sindicalismo confederal y de clase, diferenciarse del que llaman sindicalismo mayoritario. Entendemos que si es mayoritario, es por el apoyo que le dan los trabajadores. El sindicalismo no debe confrontarse con otras organizaciones sindicales sino que debe buscar la máxima fuerza para confrontarse con los poderes económicos y políticos, desde la independencia y la autonomía.