INVESTIGACIÓN

Víctimas de la estafa piramidal Omegapro: “Ver a los futbolistas me hizo confiar y perdí todos mis ahorros”

Pol Pareja

Barcelona —
21 de octubre de 2024 22:04 h

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“Yo solo quería vivir como ellos”. Marta, 51 años, está avergonzada y no sabe cómo continuar la frase. Nadie de su familia sabe que perdió miles de euros en Omegapro, una estafa piramidal en criptomonedas que prometía triplicar lo invertido en poco menos de un año. 

Marta es una más de los casi tres millones de personas estafadas por esta empresa de inversión, que celebraba grandes actos de promoción con decenas de futbolistas y celebridades: desde Figo y Ronaldinho hasta Fernando Hierro, Casillas, Puyol y Roberto Carlos, pasando por boxeadores como Floyd Mayweather o actores como Steven Seagal. Se calcula que el dinero defraudado asciende a 3.000 millones de euros.

Esta mujer, cuyo nombre ha sido modificado, explica que la convenció el tren de vida que llevaba una vecina que le insistía para que invirtiera en el fraude. “Ella es viuda y tiene tres hijos, pero llevaba una vida espectacular”, rememora por teléfono desde su domicilio en una isla balear, que pide no desvelar. “Pensé: ¿Y por qué yo no?”.

Como una epidemia silenciosa, la estafa de Omegapro fue saltando de país en país, de familia en familia. Este periódico ha entrevistado a más de 20 víctimas repartidas por todo el mundo: Francia, España, Bélgica, Colombia, Nigeria… Algunos llegaron a endeudar a toda su familia y perdieron el contacto con ella, otros incluso pidieron créditos o perdieron todos sus ahorros.

Todos los entrevistados admiten que, cuando surgían dudas sobre si las altas rentabilidades que ofrecía Omegapro podían ser un fraude, repasaban la magnitud de los eventos y el renombre de los famosos que participaban en ellos para convencerse.

“Ver a los futbolistas me hizo confiar”, explica Manuel, 31 años, desde un municipio cercano a Soria. “Yo llegué a pedir un crédito de 15.000 euros y acabé perdiendo mis ahorros. Sigo debiendo una parte a mis padres, que me ayudaron a salir del marrón”.

El diseño del fraude, que ofrecía jugosos pagos mensuales a quien trajera nuevos clientes a la empresa, llevó a muchos inversores a dedicarse prácticamente a tiempo completo a captar nuevos clientes para el esquema piramidal, logrando salarios muy superiores a los de sus empleos.

“Llegó un momento en el que ganaba el triple de dinero con Omegapro que con mi empleo como profesor”, apuntaba Juan Castro, un hombre en la cuarentena del municipio de Amagá, a las afueras de Medellín. “Dejé mi empleo y me dedicaba a traer a nuevos inversores a la compañía”.

Castro lo hacía convencido. Estaba feliz con su nuevo trabajo y sentía que ayudaba a los suyos a ganar dinero. Los primeros mil dólares que invirtió a principios de 2021 se convirtieron en tres mil en poco más de un año. Llegó un momento en el que convenció a sus hermanos, a sus tíos y a prácticamente todo su entorno de invertir en Omegapro.

“Me parecía que estaba haciendo el bien”, rememora ahora. Cuando los pagos se suspendieron, en noviembre de 2022, decenas de personas le responsabilizaron de las pérdidas y empezaron a pedirle el dinero que habían invertido. 

“A algunos pude pagarles de mi bolsillo, pero el dinero no me dio para todos”, sostiene. Castro explica que se tuvo que mudar de su municipio y “empezar de cero” en otro lugar, que pide no revelar. “No es que haya perdido toda mi plata, es que he perdido hasta a mi familia”, asegura.

En Tocanzipá, otro municipio colombiano cercano a Medellín, la estafa se calcula que alcanzó a 4.000 personas en una localidad de 40.000 habitantes. “Todo el mundo ha sido estafado o conoce a alguien que cayó en la estafa”, explica Carlos, un vecino que también perdió miles de euros. “La ciudad ha quedado marcada por Omegapro”.

“Claro que en algún momento piensas que ese crecimiento no es sostenible”, apunta Robert, un técnico agrario de un pueblo cercano a Amberes, en Bélgica. “Pero luego veías quién estaba involucrado y pensabas que no era posible que fuese un fraude”.

Cuando los famosos participaron en actos de promoción de este fraude, media docena de reguladores internacionales, incluido la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en España, habían advertido de que esta empresa era un “chiringuito financiero” y recomendaban no invertir en ella.

Una pirámide de premios y lujo

Cada inversor que traía un nuevo cliente a Omegapro obtenía el 10% de lo que ingresaba la nueva víctima. Si ese cliente seguía la pirámide y continuaba captando a más inversores, el primero de la lista obtenía el 7% de cada nuevo cliente.

La pirámide distinguía distintos rangos en función de cuánto volumen de inversión traía cada uno mediante sus víctimas. El rango Silver era para los que traían una inversión de entre 16.000 y 24.000 euros al mes. El rango Blue Diamond, por ejemplo, era para los que trajeran a través de sus afiliados entre 140.000 y 240.000 euros mensuales. 

El rango de cada uno determinaba su posición en la empresa, que premiaba a los captadores de víctimas con viajes a Dubai o a las Maldivas. Si uno estaba en las categorías más altas incluso podía tomar la palabra en estos eventos o conocer personalmente a los fundadores del fraude. 

“Era importante motivar a los pequeños líderes”, explica desde una cárcel de Francia Romain Muller, uno de los principales responsables de captar clientes en ese país (su actual condena no está relacionada con Omegapro). 

“En los viajes se encargaban de nosotros, estaba todo muy bien organizado”, prosigue Muller. “Había cenas de gala, regalos para todos, podías conocer a los fundadores de la empresa….”.

En uno de estos eventos a los que acudió Muller, celebrado en Dubai, Omegapro premió a los captadores de víctimas con cheques y regalos. A unas 600 personas del rango Diamond les regalaron sendos relojes valorados en unos 7.000 euros. A los 120 miembros con el rango Blue Diamond, entre los que se encontraba Muller, los premiaron con un cheque de 100.000 dólares a cada uno. Hubo 35 miembros con un rango superior que recibieron cheques de 250.000 dólares. Los 13 miembros de la categoría más alta obtuvieron cheques de un millón de dólares cada uno como premio.

El valor de estos regalos, la opulencia y el lujo que desprendía todo lo relacionado con Omegapro junto al prestigio de las celebridades que le daban apoyo jugaba en favor de la credibilidad de la empresa, sostienen todas las fuentes consultadas. 

“La dirección no respondía cuando pedíamos información”

El testimonio de Muller permite hacerse una idea de cómo funcionaban las entrañas del fraude. Este hombre de mediana edad fue el segundo europeo que obtuvo el rango Blue Diamond gracias a su tarea de captación de nuevos inversores. Eso le dio cierto acceso a los fundadores de la estafa que están ahora encarcelados o fugados. 

“Empecé captando un centenar de personas que, al seguir la cadena, supusieron un millar de inversores activos”, rememora. “Al final ganaba unos 30.000 euros de media al mes gracias a Omegapro. El mejor mes llegué a facturar 76.000 euros”.

Con algo de experiencia en productos financieros, Muller preguntó en junio de 2020 si era sostenible este nivel de rentabilidad y qué sucedería cuando bajaran los beneficios. “La respuesta que obtuve fue el silencio”, recuerda. “Nunca tuvimos acceso a la contabilidad de la compañía a pesar de que trabajábamos activamente para captar inversores”.

Muller recuerda las habilidades que tenían los fundadores del fraude —actualmente en prisión o huidos de la justicia— para defender la fiabilidad de la empresa. “No he visto a nadie tan elocuente y con capacidad de convencimiento como Dilawar Singh”, dice del principal fundador, en paradero desconocido desde hace dos años. 

Cuando Muller logró ver de manera extraoficial algunos documentos internos sobre Omegapro, descubrió que el riesgo era altísimo y empezó a hacer más preguntas. “Me respondieron de malas maneras diciéndome que no me lo podían decir”, recuerda. “Sufrí mucho porque entonces empezaron a apartarme de la estructura”.

Finalmente, en verano de 2022, hizo un directo en Facebook en el que puso en cuestión la credibilidad de la empresa. Este captador de clientes admite que creía “en un 90%” que la empresa era una estafa piramidal, pero cuando le interpelaban por este aspecto respondía que el producto tenía riesgos como cualquier inversión de alta rentabilidad. 

Preguntado por la responsabilidad de los futbolistas que promocionaron el fraude, Muller no tiene ninguna duda de que deberían rendir cuentas. 

“Ellos y el Gobierno de Dubai son cómplices de lo que ha sucedido”, afirma. “De la misma manera que es estúpido invertir en algo solo porque hay futbolistas, creo que lo que hicieron estos deportistas fue una vergüenza, deberían haber investigado un poco”.

La CNMV reprocha la actuación de los jugadores

Tras la publicación el lunes por parte de este medio de una investigación en la que se señalaba la connivencia de los jugadores de futbol con este fraude piramidal, la CNMV ha emitido un comunicado en el que reprocha la actuación de los deportistas.

“Con un sencillo chequeo del nombre, se puede evitar promover esquemas que acaban a veces causando grandes perjuicios para los inversores y sus seguidores”, señala el regulador español.

La CNMV recuerda que la lucha contra el fraude “concierne a muchos estamentos de la sociedad” y recomienda consultar siempre su listado de chiringuitos financieros, en el que Omegapro está incluido desde enero de 2020.

El regulador precisa que sus listas de chiringuitos financieros “también pueden usarse por las figuras públicas a quienes se propone participar en actos de promoción de campañas de inversión”.