Vivir bajo el espionaje de Pegasus: “¿Pero esto qué caray es, la Alemania del Este?”
Josep María Ganyet es un tipo popular en Catalunya. Profesor universitario, experto en tecnología y muy activo en las redes, también colabora con algunos programas de máxima audiencia y tiene espacio en diarios como La Vanguardia, siempre para hablar de cacharros digitales. Para sorpresa de todo el mundo –menos de él mismo– su nombre aparecía en la lista de 65 personas que según Citizen Lab habían sido víctimas de la campaña de espionaje con el programa Pegasus llevada a cabo en Catalunya.
“Yo tenía todos los números”, asegura Ganyet. “Trabajaba con Sergi Miquel [coordinador de la Casa de la República de Carles Puigdemont en Waterloo], tengo relación personal con Toni Comín y soy amigo de Elies Campo, que también tenía el teléfono pinchado”. ¿Y solo por esas relaciones ya considera tener todos los números? “Uy, pues yo todavía”, exclama, “hay gente que aún no sabe por qué le entraron al teléfono”.
La infección masiva de móviles de personas vinculadas de una u otra manera al mundo independentista, descubierta el pasado lunes por la organización canadiense Citizen Lab, ha sacudido a la sociedad catalana. Hasta 65 personas confirmadas como objetivos de la campaña accedieron a publicar sus nombres en el estudio, pero los investigadores alertan de que el 'software' malicioso puede afectar a muchos más. De los que han trascendido, los nombres son variopintos. Los hay que destacan por su peso institucional, como el hecho de que se haya espiado a los cuatro últimos presidents de la Generalitat, a dos presidentes del Parlament o a una treintena de diputados y exdiputados. Pero otros llaman la atención por lo contrario, por su escasa vinculación personal con el mundo de la política institucional. Hay, por ejemplo, algunos abogados de encausados, pero también activistas, parejas de políticos, padres o incluso amigos de alguien que se convirtió en un objetivo.
“A mí me buscaban por Jordi, claro, pero no sé exactamente qué buscaban. Puedo suponer que su estrategia en el juicio”, explica Txell Bonet, pareja del expresidente de Òmnium Cultural Jordi Cuixart. En su caso, los intentos de espionaje ocurrieron sobre todo durante el proceso judicial que se siguió en el Tribunal Supremo contra los líderes independentistas. “En aquel momento yo estaba embarazada y aprovechaba para ir a las ecografías en los momentos de receso del juicio, porque sabía que estaría con los abogados y que podría coger el teléfono”, recuerda Bonet. “Si nos estaban escuchando pensarían que estamos locos, porque lo vivíamos con mucha alegría”, apunta, divertida.
Pero la periodista vuelve a un tono más serio cuando reflexiona sobre lo que le ha ocurrido. “Yo siempre he estado muy concienciada sobre el espionaje digital y de alguna manera siempre he sospechado que podía pasar, pero es una vulneración de derechos tan fuerte para ti y para todo tu entorno que claro que te afecta”, implica. En su caso, incluso ha supuesto un cambio de actitud. “Me he vuelto más seca, menos habladora y por teléfono hablo lo menos posible y siempre pensando mucho en qué digo”, explica. “Mi suegra debe pensar que me he hecho una antipática”, bromea.
Tampoco Ganyet se sorprendió demasiado del espionaje. “En Catalunya llevamos tres años dejando los móviles fuera cuando vamos a alguna reunión. En el ámbito de programadores esto era muy común. O desactivando el acceso a los móviles mediante huella o reconocimiento facial, porque ha habido muchos abusos con gente que la paraban por la calle”, explica. El experto en tecnología escribió esta semana un artículo en el diario Via Empresa en el que relataba su experiencia como atacado por Pegasus. En su caso, fue consciente de que había sido víctima de algún tipo de intento de que pinchara en un enlace, en el que, pese a que conoce perfectamente la técnica, cayó. “Eran los momentos de Urquinaona [las protestas y disturbios que siguieron a la sentencia del procés] y me llegó una noticia al móvil como si fuera de Google. Pinché, como un acto reflejo, y según había pinchado me di cuenta de que la había cagado”, explica.
Ganyet subraya lo que considera una “vulneración total de los derechos” y se enciende cuando oye hablar sobre la respuesta que ha dado el Gobierno central al caso. “Yo entiendo que si tienes un 'software' de este tipo tienes que negar que lo tienes, incluso por razones legales. También entiendo que una vez lo has comprado, la tentación de usarlo es muy fuerte. E incluso me creo que algún juez lo apruebe. Pero ¿qué juez aprueba espiar a cuatro presidentes de la Generalitat, a diputados? ¿Y a ciudadanos normales y corrientes? ¿Y cuando te pillan aquí no pasa nada? ¿Pero esto qué caray es, la Alemania del Este?”, se pregunta.
La pléyade de espiados por Pegasus es variopinta y, aparentemente, sin más vinculación que su supuesto apego a unas ideas independentistas o soberanistas, aunque en algunos casos solo se les supone, porque no ha trascendido su militancia, si es que la han tenido. En otros casos, los investigados sí son o han sido cargos públicos. Pero entre los nombres no están ni mucho menos las voces del independentismo más radical o unilateralista. El ejemplo paradigmático es Marta Pascal, que en el momento de ser espiada era secretaria general del PDeCAT y, posteriormente, senadora por ese mismo partido, y que ya entonces era conocida por ser una de las voces más moderadas del espectro independentista.
“Cuando te dicen que te han espiado te viene a la cabeza todo tu entorno. Te sientes indefenso. La gente con la que tienes contacto te pregunta qué significa eso, si han sido expuestos o si tienen que hacer algo, y no sabes qué decirles”, explica Pascal, ahora embarcada en el proyecto del Partit Nacionalista Català. En su caso, una persona contactó con ella para contarle que estaban llevando a cabo la investigación sobre posibles terminales espiados a través de enlaces maliciosos. Y en ese momento ató cabos. “Entre octubre de 2017 y finales de 2018, yo recibía SMS con links que eran o bien de medios de comunicación con noticias vinculadas al procés, con titulares jugosos, y por otro lado ofertas de compañías de teléfonos, tarifas y estas cosas”, explica.
Pascal asegura que todos los políticos ven expuesta su intimidad en cierta medida, pero entiende que eso está muy lejos de lo que ocurre con un programa como Pegasus va mucho más allá. “En el momento que pierdes esa esfera de intimidad y que no sabes qué uso están haciendo de tus datos y de toda tu vida, miedo y angustia sí que da”, afirma. Por eso, y pese a que ella fue atacada en momentos en los que aún estaba en el Gobierno Mariano Rajoy, la exdiputada es muy crítica con la respuesta que está dando el actual Ejecutivo de Sánchez. “El silencio del Gobierno español está siendo clamoroso. Espero explicaciones de primer nivel en el Congreso, no puede quedar así”, afirma.
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