Las municipales del pasado 28 de mayo pasarán a la hemeroteca como el día que Xavier Trias ganó en Barcelona gracias al voto contra Ada Colau. Pero los datos calle a calle de aquella jornada permiten acercarse con mucho más detalle a los elementos que pudieron pesar en el voto de los barceloneses y los barrios que dieron o retiraron su apoyo a diversos candidatos.
De la resaca electoral emergió una primera conclusión: Trias barrió especialmente en la zona alta y Colau naufragó como en ningún lado en Nou Barris, el distrito de menor renta. Pero hay más donde mirar. ¿Dónde se desfondó ERC y hacia dónde puede haber ido su votante? ¿Dónde resistió Colau e incluso subió a pesar de sus malos resultados? ¿Dónde le funcionó la campaña mejor al PSC y dónde apenas tuvo efectos?
En los siguientes gráficos se analizan cinco escenarios que ocurrieron en la ciudad de Barcelona y que permiten diseccionar los resultados. No dónde ganó o perdió cada partido, algo ya conocido, sino observar el crecimiento o disminución del voto de cada formación sobre la media de su apoyo en la ciudad.
Colau, con un 19,8% de voto en toda la ciudad, descendió un punto respecto a sus resultados en 2019. Muy llamativo fue su citado retroceso en Nou Barris, pero resulta significativa, por otro lado, su subida en el Eixample. Habiendo sido uno de los focos de la campaña electoral, por sus ejes verdes proyectados por el consistorio, en este distrito la alcaldesa subió del 19,9% al 22,1%.
Pero, ¿y en la treintena de secciones censales que lindan con alguna de las cuatro calles peatonalizadas? Son las llamadas superilles de Consell de Cent, Rocafort, Comte d'Urgell y Girona, cuya transformación copó no pocos minutos de debate electoral. Si se analiza el diferencial de voto a Colau respecto al crecimiento medio de su partido en Barcelona —esto es lo que muestra el mapa- se ve que el voto a Colau subió 3,6 puntos en esa zona exacta. Teniendo en cuenta que en el conjunto de la ciudad la alcaldesa perdió 0,9 puntos, en las calles peatonalizadas los comuns obtuvieron 4,5 puntos por encima de la media, lo que supera incluso a los 3 puntos positivos que se observan si se coge todo el distrito del Eixample.
Dicho de otro modo, en casi ningún sitio Colau creció el domingo como lo hizo en esta superilla. Y resulta curioso que en el mapa, además del morado intenso de los barrios de Gràcia y Ciutat Vella, emergen también pequeñas zonas donde subieron los ‘comuns’ en la avenida Meridiana ya pacificada o en el entorno de Gran de Sant Andreu. No ocurre lo mismo en otras peatonalizaciones como las de Horta.
A todo esto hay que recordar que la victoria en el Eixample fue para Trias y de forma relativamente cómoda. Viniendo de unos resultados muy malos hace cuatro años, Junts saltó allí de un 13,5% de voto a un 28,3%. Pero si se mira el diferencial respecto a la media de resultados del partido en toda la ciudad, esta es de 2,5 puntos positivos en la superilla y 2,7 puntos en el resto del distrito.
Si la pérdida de votos morados en Nou Barris invita a la autocrítica en los ‘comuns’, pocos resultados son una enmienda tan clara contra una estrategia electoral como los del PSC en la zona alta de Barcelona. Perfilándose como un dirigente de orden y en complicidad con los sectores económicos, Jaume Collboni fue a los barrios acomodados en busca del voto perdido de Manuel Valls. Collboni cosechó complicidades en el elitista Círculo Ecuestre y entre importantes lobbies económicos de la ciudad. Pero nada de esto le sirvió para ganar votos en las zonas de renta alta, que consideraron que su caballo ganador era Trias.
El diferencial de voto (subida o bajada en cada sección censal sobre la media) es revelador también en este caso. En unas elecciones que no le fueron mal al PSC, pues subió 1,4 puntos porcentuales en total, precisamente fue en los dos distritos de clase alta donde peor acogida tuvo su candidatura. En Sarrià Sant Gervasi y en Les Corts perdió concretamente 0,4 puntos de voto. Además, un vistazo al mapa muestra como su mejoría se notó especialmente en los distritos de Nou Barris, Sant Martí y Sant Andreu y en otros núcleos aislados de Ciutat Vella, el centro histórico de la ciudad.
Otro de los escenarios más llamativos del 28M fue la caída de ERC. Hace cuatro años Ernest Maragall fundamentó su triunfo por su buena entrada en los núcleos de población tradicionales de Barcelona, en las antiguas villas como Gràcia, Sants, Sarrià, Poble Nou o Sant Andreu, además de en todo el Eixample, es decir, zonas donde predominan las clases medias catalanoparlantes.
Descontando los barrios de la zona alta, donde la dinámica fue diferente, los mapas con el diferencial de voto de ERC y de Trias son reveladores. Allí donde los republicanos no aguantan y quedan en negro, Trias entra con fuerza en toda la zona alta y central del Eixample o en Les Corts.
Pero los de Junts también son eficaces en Sants, en Gràcia, en el Guinardó o en Camp de l'Arpa. Lo mismo pasa en dos zonas marítimas cotizadas, como son el Port Olímpic o Diagonal Mar, los republicanos quedan en negro mientras entran los de Trias.
Sin embargo, Junts no es capaz de crecer en aquellas pocas zonas donde Maragall mantiene el tipo. Toda la franja norte de la ciudad, donde ERC no es demasiado fuerte pero donde tampoco pierde votos, es inaccesible para los de Trias. También en Ciutat Vella, el Poble-sec y en algunas calles de Vallcarca y el Carmel los republicanos no pierden apenas votos, mientras que Junts es incapaz de ganarlos.
Se ha convertido en un tópico decir que la participación es la protagonista de las elecciones, pero en este caso está más justificado que nunca. En la capital catalana la abstención fue del 39%, seis puntos más que en las últimas municipales. Pero esa cifra es una media y la realidad es que, mientras en algunos barrios de rentas bajas la abstención crecía hasta en 10 puntos, en la mayoría de los barrios ricos la participación subió.
Este escenario apunta a una hipermovilización del llamado voto anti-Colau, con epicentro en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi, que disfruta de una renta per cápita de 33.113 euros anuales. Pero a esto se le sumó la desmovilización de los barrios populares, que en 2015 y 19 le dieron la alcaldía a Colau.
En zonas de Nou Barris como Verdum o la Prosperitat, o en barrios como el Bon Pastor, en el distrito de Sant Andreu, pero también en muchas secciones censales de Horta-Guinardó, Sant Martí o Ciutat Vella, todos ellos favorables a la izquierda, la participación se desplomó más de 10 puntos. Miles de votos cruciales que podrían haberle dado la victoria a Colau o a Collboni incluso por encima de la goleada de Trias en las zonas adineradas.
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