Ciencia Crítica pretende ser una plataforma para revisar y analizar la Ciencia, su propio funcionamiento, las circunstancias que la hacen posible, la interfaz con la sociedad y los temas históricos o actuales que le plantean desafíos. Escribimos aquí Fernando Valladares, Raquel Pérez Gómez, Joaquín Hortal, Adrián Escudero, Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Luis Santamaría, Silvia Pérez Espona, Ana Campos y Astrid Wagner.
Alerta desde la ciencia a los votantes
Esta campaña electoral viene marcada por la normalización de un negacionismo climático sin precedente en la historia reciente de nuestro país y sin equivalente en su magnitud en el resto de Europa. La comunidad científica comunica con detalle desde hace más de cinco décadas la gravedad de la influencia humana en el clima y el 97% de la población española considera que la crisis climática es un problema muy grave, mientras el 86% declara que no se actúa lo suficiente. Éstas son las cifras de una encuesta reciente del think tank liberal Oikos que demuestra que el negacionismo ambiental es totalmente marginal entre la población española y que también lo es entre los votantes de derechas, ya que sólo el 9% de los votantes del PP se declaran negacionistas climáticos. Y entre los votantes de Vox, un 64% está convencido de la realidad del cambio climático. Por ello, los autores analizan que “el ecologismo de derechas existe en España y puede y debe competir políticamente en el debate climático e impulsar la transición energética”.
Sin embargo, la extrema radicalización negacionista del programa del partido Vox, puede llevar a paralizar por completo la acción climática de un gobierno de coalición liderado por el PP. Así, corremos el riesgo de ver una legislatura retardista por bloqueo negacionista que llegará a detener la necesaria y justa transición ecológica a gran escala que recomienda a todos los gobiernos la comunidad científica internacional en el sexto informe del IPCC publicado en 2022. Actualmente España, –pese al impulso de las renovables- incumple el objetivo de reducción de emisiones de carbono de un 55% para 2030 marcado por la Unión Europea. El gobierno que saldrá de las urnas el 23J, independientemente de su signo político, tendrá que actuar en esta dirección, porque la realidad de la crisis climática no se puede derogar.
En este contexto, la posibilidad de un pacto de gobierno con concesiones al negacionismo radical de Vox en materia ambiental y ecológica nos lleva a lanzar desde nuestros respectivos campos académicos una alerta clara, no partidista y fundamentada en datos científicos.
¿Es el papel de la ciencia intervenir en una campaña electoral?
Recordemos que en 2020, ante el programa negacionista que Donald Trump quiso reconducir en las elecciones presidenciales de EEUU, el conjunto de la comunidad científica norteamericana hizo una denuncia pública del balance de la acción gubernamental de la administración Trump entre 2017 y 2021, que llevó a la salida del país de los acuerdos de Paris, pero también de la UNESCO y de la Organización Mundial de la Salud con consecuencias desastrosas a escala nacional y global.
En concreto, durante la campaña electoral de 2020, la prestigiosa revista de referencia Nature, la histórica revista Scientific American y numerosos colectivos científicos, entre ellos todas las academias de medicina, presentaron una condena unánime de la segunda candidatura de Donald Trump por su negacionismo científico y climático.
Basándose en un riguroso análisis cuantificado de los graves impactos ambientales, sociales y democráticos de una gobernanza negacionista para la seguridad del país y para la salud de su población, el editorial de la revista Nature declaró: “Ningún otro presidente en la historia reciente trató hasta tal punto de politizar las agencias gubernamentales y purgarlas del trabajo científico. Las acciones de la administración Trump aceleran el cambio climático, arrasan la naturaleza, degradan el aire y matan la vida salvaje, así como a seres humanos.”
Estas declaraciones sin precedentes fueron apoyadas incluso por grandes figuras científicas del partido republicano y por 81 premios Nobel, independientemente de su orientación política personal y muchas veces en contra de su propia adhesión al partido republicano. La revista Scientific American, por primera vez en sus 175 años de existencia llamó a rechazar el voto a un candidato negacionista por considerarlo como un ataque a la integridad de la nación y llamando a defenderla garantizando “la importancia central de la ciencia en las políticas públicas de nuestra democracia”.
Actuar ante el riesgo colectivo de un negacionismo climático de estado
El ejemplo de las elecciones norteamericanas de 2020 es muy importante para orientar nuestra actitud como científicos y científicas y también como votantes ante las elecciones del 23J que, por primera vez en la historia de nuestra democracia, ponen el foco en un negacionismo climático de estado. El partido Vox ha presentado a los electores un programa de gobierno muy cercano al programa político nacionalista, xenófobo y negacionista climático de Donald Trump y cuenta con su apoyo público. Vox es actualmente el partido de extrema derecha más radical en sus posturas porque reclama para España la salida de los acuerdos de París, cosa que ni Giorgia Meloni ni Marine Le Pen plantearon en sus respectivos programas, y además deslegitima las recomendaciones de los expertos científicos internacionales del IPCC en materia climática, reclamando la paralización de la transición ecológica tanto a nivel europeo como nacional como si de un “fundamentalismo climático” se tratara.
Vox ha formado gobierno recientemente en diversos ayuntamientos y comunidades con el Partido Popular y estaría dispuesto a hacerlo a escala estatal si el resultado electoral les avala. Pero las políticas negacionistas de Vox, que admiten la existencia del cambio climático pero no que los humanos lo estemos causando y que proponen, por tanto, no hacer nada al respecto, significan una amenaza grave para las instituciones democráticas y para el conjunto de la población española, enfrentada a un reto vital de máxima extrema emergencia climática.
Para los científicos y las científicas, no hacer nada respecto a este negacionismo extremo ya no es una postura posible como lo ha reafirmado la revista Nature hace poco: “cuando los candidatos amenazan con alejarse de la razón, toda la ciencia debe alzar la voz.” Por eso llamamos a toda la comunidad científica a apoyar un pacto de estado ecológico participativo contra el negacionismo climático. Un Pacto de Estado de un nuevo tipo, que no sólo integre el compromiso climático de los partidos políticos democráticos electos sino también la expresión de la ciudadanía informada por la ciencia en la Asamblea ciudadana por el Clima reunida en 2022, que fue nuestro primer dispositivo participativo de alcance estatal. Actualmente 18 organizaciones apoyan esta iniciativa apartidista de la plataforma Democracia por el Clima y reclamamos públicamente a todas las sociedades científicas españolas que lo apoyen para demostrar su compromiso con la democracia y su conciencia del riesgo que suponen un negacionismo y un retardismo de estado para la supervivencia de la humanidad.
El último informe científico del IPCC lo ha demostrado una vez más: no hay duda del origen humano del cambio climático y entramos en una zona de emergencia climática que según A. Guterres, secretario general de la ONU, representa una alerta máxima, un “código rojo” para la humanidad. Todos los gobiernos sin excepción deben actuar en función de lo que recomienda la ciencia para reducir de manera drástica y socialmente justa las emisiones de combustibles fósiles y preservar así las condiciones bio-físicas actuales necesarias para la vida humana en el planeta.
Negar estos datos científicos internacionales, negar la previsión de desertificación de un 75% del territorio español -uno de los países europeos donde las proyecciones de cambio climático son más alarmantes- y negar con ello el riesgo que suponen para todos nosotros los eventos meteorológicos extremos de sequías, tormentas y calor que estamos viviendo a diario nos obliga como científicos y científicas a tomar una posición clara antes de la votación del 23J y a declarar que el negacionismo es peligroso tanto para el clima como para la democracia.
Ningún gobierno puede tomar el riesgo de integrar políticas negacionistas o de ralentizar su agenda de acción climática dando a un partido como Vox la posibilidad de entrar a tomar decisiones en materia ambiental, ecológica, económica y social en contra de una justa transición ecológica que la toda la comunidad científica recomienda para proteger nuestro país, nuestras vidas y la vida de la generaciones futuras.
Esta campaña electoral viene marcada por la normalización de un negacionismo climático sin precedente en la historia reciente de nuestro país y sin equivalente en su magnitud en el resto de Europa. La comunidad científica comunica con detalle desde hace más de cinco décadas la gravedad de la influencia humana en el clima y el 97% de la población española considera que la crisis climática es un problema muy grave, mientras el 86% declara que no se actúa lo suficiente. Éstas son las cifras de una encuesta reciente del think tank liberal Oikos que demuestra que el negacionismo ambiental es totalmente marginal entre la población española y que también lo es entre los votantes de derechas, ya que sólo el 9% de los votantes del PP se declaran negacionistas climáticos. Y entre los votantes de Vox, un 64% está convencido de la realidad del cambio climático. Por ello, los autores analizan que “el ecologismo de derechas existe en España y puede y debe competir políticamente en el debate climático e impulsar la transición energética”.
Sin embargo, la extrema radicalización negacionista del programa del partido Vox, puede llevar a paralizar por completo la acción climática de un gobierno de coalición liderado por el PP. Así, corremos el riesgo de ver una legislatura retardista por bloqueo negacionista que llegará a detener la necesaria y justa transición ecológica a gran escala que recomienda a todos los gobiernos la comunidad científica internacional en el sexto informe del IPCC publicado en 2022. Actualmente España, –pese al impulso de las renovables- incumple el objetivo de reducción de emisiones de carbono de un 55% para 2030 marcado por la Unión Europea. El gobierno que saldrá de las urnas el 23J, independientemente de su signo político, tendrá que actuar en esta dirección, porque la realidad de la crisis climática no se puede derogar.