Las obras del castillo de Galve de Sorbe avanzan “más lento de lo esperado”
Dos meses después de iniciarse, las obras en el castillo de Galve de Sorbe, municipio enclavado en la sierra norte de Guadalajara, avanzan “más lento de lo que desearíamos”. Así lo confirman a eldiarioclm.es los responsables de la Asociación Castillo de Galve, la entidad que desde hace más de diez años viene luchando en favor de la recuperación de este monumento construido en el siglo XV y declarado Bien de Interés Cultural (BIC).
Los trabajos de conservación en este inmueble corresponden a sus propietarios, a instancias de la Junta de Castilla-La Mancha. De hecho, la Administración regional ya sancionó con 78.000 euros a los dueños del castillo por incumplimiento de la Ley de Patrimonio. Siguiendo las instrucciones de los técnicos de Cultura de la Delegación de la Junta en Guadalajara, los trabajos consisten en la limpieza y desescombro del edificio, pero también las labores relacionadas con la investigación arqueológica. Además, debe eliminarse la caseta y la cubierta erigida en la Torre del Homenaje, el elemento más importante desde el punto de vista histórico y artístico del monumento.
El alcalde de Galve, Javier López, afirma que “es esperanzador que después de tantos años la propiedad haya decidido realizar estas obras en el castillo”. Además, asegura que “desde junio se ha desescombrado parcialmente el interior, se ha retirado la uralita de la torre y se han afianzado paramentos, pero va despacio y somos cautelosos a la espera de ver cómo evoluciona la situación”.
Por su parte, Rosa Herrero, secretaria de la Asociación Castillo de Galve, valora “positivamente” el paso dado para iniciar las obras, pero reclama una aceleración en los trabajos iniciados. “Llevamos más de una década luchando por este monumento y hasta ahora no habíamos visto el más mínimo gesto por parte de la propiedad. El hecho de ver movimiento en el castillo y que hayan arrancado las obras es algo que nos alegra enormemente”.
Sin embargo, desde esta entidad piden a los propietarios que no demoren más las actuaciones. “No hay tiempo. El castillo atraviesa un estado de conservación deplorable, tanto en el exterior como en el interior, que está hecho una pocilga. Por tanto, si la propiedad no se da prisa, debe ser la Junta de Castilla-La Mancha la encargada de hacer cumplir la legislación”, subraya Herrero.
La cantidad abonada por la propiedad a través de la licencia de obras en el Ayuntamiento de Galve de Sorbe (14.000 euros) es muy inferior al valor del proyecto presentado (29.000 euros). Este hecho, unido a que el plazo de finalización de las obras concluye el 31 de diciembre, ha despertado inquietud entre el Consistorio y la asociación galvita. El castillo de Galve de Sorbe es uno de los monumentos de mayor valor histórico de la Sierra de Guadalajara. Fue edificado durante la segunda mitad del siglo XV por Diego López de Estúñiga y se convirtió en el núcleo del viejo condado y señorío cuya capitalidad residía en esta localidad. De hecho, la última condesa de Galve fue la duquesa de Alba.
A cerca de la posibilidad de que el edificio se rehabilite en un futuro, el primer edil explica que “facilitaremos a la propiedad todo proyecto que suponga recuperar el castillo, porque sería fundamental para la comarca, atraería mucho más turismo y se crearían puestos de trabajo”.
En la actualidad, la propiedad del inmueble corresponde a una sociedad cuyo titular es Enrique Calle Pinker, hijo de quien adquirió el castillo en los años 80. Fue entonces cuando inició unos trabajos de restauración que lograron levantar algunos de los lienzos exteriores del edificio, aunque fueron bloqueados por el Estado después de comprobar que no seguían las normas adecuadas para un monumento protegido como BIC. Se usaron materiales inadecuados, como uralita y ladrillo, y no disponía de los requisitos técnicos adecuados. El castillo galvito inició entonces, a finales de los 80, un proceso de abandono que se ha extendido hasta nuestros días, lo que ha provocado el deterioro general del edificio.
El castillo ha sufrido derrumbes en sus muros exteriores –particularmente lamentable han sido los desprendimientos en la Torre del Homenaje-, mientras que el recinto interior se ha convertido -literalmente- en un vertedero, con muros caídos, maleza y restos de basura.