Lo que veo desde mi ventana, o mejor, lo que veo desde mi ordenador
La reflexión es parte de una época como la que vivimos. Nuestra vida puede parecer solitaria, triste, descolorada, aunque estemos rodeados de personas. ¿Cuándo fue la última vez que nos abrazamos? ¿Cuándo fue la última vez que nos besamos?
La ventana de los periodistas es estos días el teléfono y el ordenador. Se acabaron las ruedas de prensa, se acabaron las entrevista cara a cara. La rapidez de la información que está corriendo estos días es abrumadora, la necesidad de las personas de sentirse acogidas, de sentirse acunadas en sus casas para combatir el miedo es también abrumadora.
Desde mi ventana veo mucha injusticia, todos los días. Por la falta de recursos, porque el sistema simplemente no llega a todos. Porque hay gente que se va quedando en el camino, porque viven muy lejos, porque son muy mayores, porque no saben lo que les está pasando. Porque una fiebre puede ser muchas cosas, porque la falta de aliento puede significar muchas cosas.
Siento el estupor que se siente al ver a gente que sigue saliendo a la calle, sin hacer caso de lo que está pasando a nuestro alrededor. Yo misma estuve dos días antes de que estallara la crisis en una rueda de prensa sin ventilación con otros diez, veinte compañeros. ¿Por qué ahora? ¿Cuál es la diferencia?
La diferencia es que sabemos. Y por eso nuestra responsabilidad es tan grande. Lo irresponsable sería no reflexionar. ¿Es nuestra culpa? ¿Es culpa nuestra que la gente no se esté quedando en su casa? ¿Es culpa nuestra que estén sacando a pasear perros de peluche? ¿Que estén haciendo barbacoas mientras en los hospitales los sanitarios se están dejando, literalmente, la piel para salvarnos?
Se acabó el momento de hablar de culpas. La culpa no existe. Lo que existe es la responsabilidad.
Quédate en casa.
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