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Ayer, las enfermeras del Servicio de Urgencias del Hospital de Albacete nos pusieron delante la realidad de manera contundente. El desbordamiento y la insuficiencia.
Las cifras de la pandemia son desorbitadas. Hoy, están enfermas 39.673 personas -que no casos-; en nuestra región son 2.465 personas. Se estima que el 14% de los infectados, son personal sanitario. Excepto para quienes no quieren ver o maquillan la verdad, es una tragedia pero también es la señal de que, en el abordaje de esta crisis se han cometido grandes errores y que de éstos, se deriva un daño a la salud de los profesionales sanitarios.
Lo más grave, la cuestión más dolorosa es pensar que mañana será igual, si no se analiza su porqué y no se ponen en marcha las acciones que lo eviten o al menos, lo mitiguen. Achatar la curva vale también para nosotros. Estamos dispuestos a aceptar un riesgo inevitable, pero ya no más, no del que puedo ser protegida.
No se ha dispuesto de recursos suficientes y adecuados para un trabajo seguro de las enfermeras. ¿De cuántos equipos de protección individual -EPI- se dispone? ¿De qué productos se ha sido capaz de aprovisionar? ¿Cómo se distribuye el material? ¿Qué criterios diferenciales por zonas, por técnicas o intervenciones se han dado? Agradecemos las donaciones y contribuciones de los vecinos, los comercios y pequeñas industrias locales. ¿Pero por qué no ha llegado parte del cargamento que anunciaron las autoridades sanitarias la semana pasada? ¿Y los 480.320 artículos que se distribuirían este martes?
Ampararse en lo superficial de las redes sociales no lo explica y suena a excusa pobre pues, ¿cómo es posible que se comparta permanentemente y por todo un colectivo, como un clamor, la falta de batas de diversos usos y tejidos, monos, mascarillas -especialmente las de aislamiento respiratorio- gafas, pantallas, botas o impermeables, sin que sea replicado con el abastecimiento?
Cada equipo de trabajo debe llegar a cada profesional, que tenga la seguridad de su repuesto y de un circuito de lavandería o esterilización -si procede- para que nadie sienta que no hay más o que lo tengo que lavar en mi casa o rociarme con una fumigadora de lejía con agua.
No sólo los materiales. ¿Dónde están los tests? Hemos reclamado la extensión de la PCR, que debe poder hacerse y leerse rápidamente, como un buen criterio diagnóstico y de seguridad. No es serio, estimar si un enfermero puede seguir cuidando o seguirá contagiando a los pacientes o al equipo sanitario, cambiando y estrechando la interpretación de los síntomas: leve-moderado, ¿según convenga?
Y, sobre todo, los pacientes, su gravedad y su soledad. Las condiciones para atender a los pacientes. Las horas en espera para un ingreso, la falta de camas dotadas, de respiradores, aparataje, medios. Para las enfermeras es inmenso el sufrimiento de esta forma de trabajo, la indignación, la impotencia y el agotamiento. Multiplicado en las residencias de ancianos, cara factura de tantos años sin dotación.
Habilitar espacios no sanitarios requiere cierta intervención y dotaciones, también de profesionales, ya escasos y sobrecargados pero, ¿hay alguna razón para no haber integrado ya las Clínicas privadas de la ciudad?
Desde el Colegio de Enfermería velamos por un ejercicio profesional seguro y de calidad técnica, humana y ética. Exigimos la protección de la salud y la seguridad de las enfermeras cuya obligación recae en el empleador sea quien sea. Pedimos actuaciones inmediatas y pediremos responsabilidad por los daños, por la omisión.
La comunicación franca y directa de los responsables sanitarios con los profesionales es también un recurso limitado. ¿A qué tanto centralismo? ¿También comunicativo? El equipo directivo de las Gerencias debe dar explicaciones directas a los profesionales de su centro. Salgan.
Ayer, el director general de la OMS alertó sobre la desprotección del personal sanitario y dijo: “únicamente pueden hacer su trabajo de forma efectiva cuando están seguros. Si no protegemos a los sanitarios, sin su intervención, muchas personas más morirán”. No podemos estar más de acuerdo.
(*) La carta se recibe a las 23 horas del 25 de marzo de 2020
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