Así se vive la pandemia en Atención Primaria: sin cerrar, con un 30% menos de plantilla y 12 bajas con COVID
Jorge Barco es coordinador de Enfermería del centro de salud número 1 de Ciudad Real en el que atienden a unos 27.500 usuarios que fluctúan debido, en buena medida, a la población universitaria. Cuentan con 16 unidades básicas de atención compuestas bien por un médico o pediatra y un enfermero: 12 de ellas atienden al cupo de adultos, tres se centran en Pediatría y una más atiende al consultorio local del municipio de Poblete.
Cada una de ellas se ocupa de una media de 1.700 tarjetas sanitarias de población mayor de 14 años. En el caso de los pediatras, esa cifra oscila entre las 1.000 o 1.200.
El 25 de marzo, en pleno pico de la pandemia por la COVID-19, el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM) anunció una reordenación de los centros de salud y consultorios, incluyendo cierres en caso necesario. Lo hicieron según explicó la propia gerente, Regina Leal, en función de los recursos humanos disponibles y de las necesidades asistenciales de cada zona, concentrando al personal disponible para ganar en eficacia y minimizar riesgos de contagio.
No fue el caso de este centro de salud de Ciudad Real. Aunque actividades habituales como las extracciones de sangre o la cirugía menor quedaron paralizadas, “en ningún momento hemos cerrado el centro de salud al público, ni en los momentos más graves de la epidemia, con una plantilla reducida en un 30”, asegura Jorge Barco.
Los profesionales de este ambulatorio tuvieron que cambiar su forma de trabajo, sobre todo para “filtrar” el acceso de los usuarios. “Ha habido filtro para que las personas con patologías respiratorias fuesen atendidas en un lugar diferente a su consulta habitual sin mezclarse y las visitas presenciales se reconvirtieron en telefónicas”.
Los usuarios del centro de salud recibían el primer filtro en el mostrador de entrada del centro de salud y su cita se convertía en telefónica. “En el caso de no poderse resolver vía telefónica, se les daba cita presencial o quedaba convertida en cita administrativa que podía ser resuelta en farmacia, recogiendo la medicación o recibir un parte de baja en el mismo mostrador y sin entrar”.
Todo el funcionamiento de este centro de salud se mantuvo a pesar de que 12 de sus trabajadores se vieron afectados por la COVID-19. “Con pocos refuerzos porque además de esas ausencias, estaban las guardias y descansos semanales y la distribución de recursos para atender el filtro del mostrador de la entrada y las llamadas”.
El coordinador de Enfermería del centro explica que “la situación llegó a ser dramática por el gran número de casos” y cuando se empezaron a dar altas hospitalarias, el seguimiento de los pacientes recayó en la Atención Primaria, vía telefónica.
“En diferentes momentos han participado muchas personas. Al principio lo hicieron residentes de Enfermería. Las que hoy están como rastreadoras, antes de mayo todavía eran residentes, estaban en fase de formación especializada. Pero en el proceso han participado residentes de Medicina, higienistas buco-dentales, odontólogos -que estaban sin trabajo-, trabajadores sociales y todo el equipo en general”.
El papel de la Primaria en el ‘rastreo’ de sospechosos y su entorno
El centro de salud fue recuperando su actividad, “especialmente en la última quincena de mayo” sin haber llegado a la “normalidad porque en eso tardaremos tiempo”, señala el enfermero, ya que algunas técnicas sanitarias siguen muy limitadas por seguridad y, además, subraya, “el hecho de los hospitales estén recuperado parte de su actividad, no significa que en Primaria sigamos ese mismo ritmo”
Jorge Barco ofrece un ejemplo: “Imagine que se recupera la actividad quirúrgica oftalmológica para operar de cataratas. Se necesitarán una serie de pruebas que deberán hacer los centros de salud. Si se da cita a la gente sin contar con nuestras posibilidades… ¿Qué hacemos? ¿Decimos que no porque hemos completado nuestro aforo o decimos que sí y nos saltamos las normas de distancia social?” y, recuerda, “ni siquiera estamos todavía citando a pacientes crónicos porque estamos atendiendo a personas derivadas del hospital. Si les atendemos a ellos, no podemos hacerlo con los nuestros”, lamenta.
A los centros de salud y a sus coordinadores se les abre ahora esta y otras disyuntivas que, a causa de la pandemia, lleva un extra añadido. En el nuevo papel que se ha asignado a la Atención Primaria en esta pandemia está ahora la de ocuparse de realizar test PCR “para captar nuevos casos y hacer seguimiento”.
Y se funciona así, nos explica Jorge Barco: la petición la realiza el médico, la recogida de muestras la hace Enfermería y en los casos con valoración previa de sospecha o los confirmados por PCR, son las enfermeras rastreadoras las que han de buscar en el entorno de esos pacientes. “Están ubicadas en el hospital, quizá algún día estén en los centros de Primaria. Ahora no”.
En todo caso, subraya, “nosotros no tenemos refuerzos de Enfermería por encima de la plantilla. Tenemos gente nueva, pero porque se están cubriendo algunas bajas laborales”.
“Las líneas de teléfono están saturadas pero esta forma de trabajar ha llegado para quedarse”
Jorge Barco apela a los responsables de la gestión sanitaria regional a que “se cubran al menos las ausencias porque no se está haciendo al 100%, ya ni pedimos refuerzos”. Tampoco los esperan en verano. “Eso no viene ocurriendo, en particular para los grandes olvidados, el personal administrativo”.
Y es que, recuerda que con la crisis sanitaria casi todo pasa por estos profesionales a través del teléfono. “Las líneas están saturadas, no hay trabajadores suficientes”. En este centro, de los seis administrativos, durante un mes solo hubo tres porque los otros estaban de baja con COVID.
“Un usuario que llama toda una mañana y no se lo cogen, la sensación es que no le atienden. No es que no se quiera, es que no se puede”, lamenta el enfermero, quien asegura que “seguirá ocurriendo porque esta forma de trabajar ha llegado para quedarse. Gran parte de las consultas se van a redirigir y serán online o telefónicas. Los administrativos tendrán nuevas cargas”.
En lo positivo, Jorge Barco se queda con “el equipo” y su buen funcionamiento. “La situación ha sido muy dramática para todos y la hemos resuelto, como en todos los sitios porque la gente se compromete”. Ahora, en el futuro más inmediato piensan en “adelantarse” en la organización, pero con el “handicap”, nos dice, “de no controlar ni presupuestos ni posibilidad de sustituciones”.
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