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“Solo con más de un 60% de población en contacto con el virus estaremos cerca de la inmunidad de rebaño”

El Casco Histórico de Toledo durante el estado de alarma

Carmen Bachiller

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La Organización Colegial Veterinaria Española (OCV) ha creado un grupo de científicos expertos epidemiológicos que pueda asesorar sobre la evolución y el control de la pandemia COVID-19 y sobre la relación del virus SARS-CoV-2 con personas y animales. En este grupo se encuentra el  catedrático del Área de Sanidad Animal de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), Christian Gortázar.

Gortázar está adscrito al Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), un centro mixto de investigación dependiente de la UCLM, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Cree que su participación en este grupo nacional de expertos, que se va a reunir una vez por semana, “es un reconocimiento a la actividad el IREC respecto a la epidemiología y una oportunidad que se agradece” porque el  estudio de las enfermedades emergentes, explica, “es una de las líneas que siempre hemos llevado a cabo en el IREC. ¿Cómo se produce la emergencia de una enfermedad? ¿Por qué? ¿Cuándo es más probable que ocurra el salto de los patógenos, víricos o de otro tipo como bacterias o parásitos, desde los animales hacia las personas?”.

 

Se trata, dice este experto, de “conocer cómo funciona después la epidemiología de la enfermedad cuando cambia de su ambiente habitual a otro distinto. Eso nos ayuda a proponer medidas preventivas”.

“La idea es asesorar, aportar conocimiento cuando sea oportuno. Tocaremos tanto el aspecto animal de reservorios como cuáles pueden ser los procesos de emergencia de los patógenos pensando, sobre todo, en el futuro porque volverá a repetirse en algún momento”, advierte.

Gortazar sostiene que este tipo de fenómenos sanitarios “se producen cada vez más a menudo y nos debe preocupar porque la literatura científica sobre los patógenos nos dice que entre el 60- 70% de las enfermedades emergentes que aparecen en personas tienen un origen animal. Y se sabe que la cantidad patógenos nuevos que emergen va creciendo con cada década”.

Eso, dice, “es consecuencia de muchas cosas: tenemos una sociedad muy globalizada e interconectada. Lo que ocurre en una parte del mundo se va a difundir en la otra de forma relativamente rápida. Tenemos poblaciones humanas y animales mucho más densas y a veces muy en contacto. Y además hay un cambio de temperaturas, de los usos del suelo…Eso contribuye a una mayor conexión entre personas, patógenos, animales y los vectores de transmisión”.

“Aprovechar las capacidades de médicos, veterinarios y ecólogos”

La iniciativa de crear un grupo de expertos no es nueva. La Junta Permanente de la OCV ya consideró el pasado año, tras la incidencia de la crisis de la listeriosis, la conveniencia de contar con un grupo de trabajo que abordase las interrelaciones que pueden existir entre las personas y los animales, especialmente los de compañía. Ahora esta nueva crisis sanitaria lo vuelve a poner sobre la mesa.

 

“En el fondo es lo mismo, son situaciones de enfermedades compartidas entre personas y animales y eventualmente el medio ambiente”, comenta el catedrático, quien aboga por una perspectiva “que no sea monocolor. No tiene sentido que un problema multiangular se aborde solo desde un único aspecto. Hay que aprovechar las capacidades de distintos profesionales: los médicos, los veterinarios y los ecólogos que deberían estar también representados”.

Ahora, cree que “debemos preguntarnos cuál es el papel de la biodiversidad cuando hablamos de enfermedades emergentes. También hay que plantear cómo incide en ellas el correcto mantenimiento de la salud de los animales, en especial los domésticos”. Este es un concepto, recuerda, que defiende la Organización Mundial de Salud Animal (OIE) y también la Organización Mundial de la Salud (OMS), bajo el enfoque One Health: salud humana, sanidad animal y protección del medio ambiente.

“Me da la impresión de que ese concepto no ha tenido toda la trascendencia que debería en España y honestamente no sé por qué. No se trata ahora de buscar responsabilidades ante la actual crisis sanitaria sino de prepararnos para la siguiente”.

Al científico le llama la atención “que no se estén usando todavía más las capacidades de los laboratorios españoles de ganadería para realizar test PCR ahora que se necesitan con tanta urgencia” y reclama más papel para los veterinarios en la gestión de la crisis: “Estamos acostumbrados, seguramente más que otros profesionales, a trabajar con poblaciones y no tanto con individuos” para evaluar cómo funcionan las enfermedades en las poblaciones, con muestreos y seguimientos en las variaciones de afectados con cualquier problema.

“También estamos habituados a la contención, al control de movimientos, esos que tanto estamos ahora aplicando en humanos. Es algo rutinario con animales. Podemos aportar desde muchos ángulos”, insiste.

El “salto” del coronavirus de los animales al hombre, una historia de hace 400 años

A este experto que ya trabajó en 2013 en los trabajos que identificaron a los dromedarios como hospedadores intermediarios del coronavirus MERS-CoV causante del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio no le sorprende la aparición de esta nueva pandemia y su virulencia.

“Las emergencias relacionadas con los patógenos que transmiten los animales hacia el hombre ocurren con mucha frecuencia. Todos los coronavirus que han circulado entre las poblaciones humanas tienen un origen animal, algunos ocurrieron hace 400 años y ahora son muy poco patógenos, es decir, no desarrollan enfermedad”.

Recuerda que solo en los últimos 20 años se han producido tres de estos “saltos” de patógenos desde animales a humanos. El precedente del que hoy sufrimos fue el SARS-1 (son las siglas en inglés del coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave) entre 2002 y 2003. “Fue bastante severo”.

Una década después llegó el MERS-CoV, causante del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio hacia el año 2012 y ahora el SARS-2 (la COVID-19) que volvió a surgir en la misma zona que el SARS-1, es decir, en China.

“Los dos eventos anteriores son más patógenos, es decir, son más capaces de producir una enfermedad grave y eventualmente la muerte, pero son mucho menos transmisibles que la COVID-19. Lo que es realmente sorprendente en el SARS-2 es su alta transmisibilidad, varias veces mayor que la de la gripe estacional”.

Explica que sobre este grupo de coronavirus “se sabe perfectamente que su origen suele estar en murciélagos insectívoros. Algunos de ellos tienen una amplia variedad de coronavirus circulando de manera normal entre sus poblaciones y ocasionalmente se produce el salto hacia las personas. Normalmente ese salto, además, ocurre a través de otra especie”.

Así, en el caso del SARS-1 ese mediador, el huésped, fue la civeta, un pequeño mamífero carnívoro que vive en el sudeste asiático. En el caso del MERS-CoV fueron los dromedarios y “ahora no está claro cuál ha sido el intermediario, pero se sabe que lo hay y que es una especie de mamífero que facilita el salto desde el murciélago hacia las personas”.

“Sorprende que se haya ignorado saber qué proporción de población ha estado en contacto con el virus”

¿Es optimista respecto a la contención de este nuevo virus? El científico insiste en el factor transmisibilidad. “En los dos casos anteriores bastó con la contención. Eran pocos casos, muy aparatosos, pero con menor transmisión. Ahora hablamos de asintomáticos y eso es muy difícil de contener, sobre todo sí desde el principio no se actúa con pruebas masivas para saber dónde poner barreras”.

De ahí, dice, que se haya llegado al confinamiento masivo que “tendrá un final”. ¿Cuánto riesgo hay de una segunda ola? “Eso depende de la proporción de personas en contacto con el virus. Sorprendentemente lo hemos ignorado hasta ahora. Eso en epidemiología veterinaria sería motivo de suspenso. No puede ser que no tengamos idea de qué proporción de nuestra sociedad ha tenido contacto con el virus”.

Eso deberá solventarse con el estudio de seroprevalencia por provincias anunciado por el Gobierno de España cuyos primeros resultados se podrán conocer a finales de la próxima semana. “Si la proporción está por encima del 60%-70% y estamos cerca de la famosa inmunidad de rebaño, es poco probable que siga circulando el virus. De lo contrario, y eso puede ocurrir en algunas provincias, a lo mejor allí hay riesgo de una segunda ola. Pero hasta ahora estamos a ciegas porque no se dispone de esa información”.

¿Por qué ha ocurrido? Su opinión es que “se está yendo por detrás de las cosas para tapar el fuego inmediato no pensando en lo que pueda ocurrir en medio mes. Es por ejemplo lo que ha hecho Alemania. Con un buen trazado de los casos han podido mantener el tamaño del problema a menor escala que nosotros. El mejor ejemplo es Corea de Sur, con confinamientos locales y un trabajo ímprobo de testar a los asintomáticos o a los sospechosos”.

Sostiene que no es un problema de medios. “España es un país que produce test de diagnóstico, hay una industria biotecnológica muy competitiva. Lo que pasa es que no hemos sido capaces de organizarnos. El debate no es si se actuó antes o después sino cómo se actúa”. 

“Hay que preguntarse cosas más allá de especies animales objeto de tráfico”

Durante la crisis sanitaria se ha especulado mucho sobre si la ingesta de determinados animales ha incidido en la propagación del virus y se ha apuntado directamente al murciélago o al pangolín. “No está demostrado” nos dice este experto cuando preguntamos si el consumo humano debe cambiar para intentar prevenir este tipo de crisis sanitarias.

 

“Cuando las poblaciones animales no tienen toda la atención veterinaria que merecen, y me refiero a los animales domésticos, también surgen problemas sanitarios. Los brotes de gripe se originan en la misma zona geográfica a partir de ciertos manejos de aves que a lo mejor no son las más controladas desde el punto de vista veterinario. Hay cosas que preguntarse más allá del consumo de especies objeto de tráfico que pueden, o no, estar en el origen de todo esto”.

Sostiene que en Europa los niveles de bienestar animal y seguridad alimentaria son altos “y empiezan en las propias granjas” y que “no tiene nada que ver con la forma de gestionarlo en otras partes del mundo. A veces por razones económicas, a veces por razones de desarrollo. Eso habría que cambiarlo para cerrar algo la puerta a enfermedades emergentes, pero es complicado”.

Animales domésticos y COVID-19

La Organización Colegial Veterinaria Española (OCV) sostiene que hay muchas incógnitas en torno a si los animales pueden contagiarse entre ellos con este virus y transmitirlo al ser humano. “Estamos atentos porque sería una cuestión relevante, pero de momento lo único demostrado es que, de forma experimental y en laboratorio, cuando se intenta infectar a determinadas especies no es posible. Sí ha sido así en gatos y hurones, insisto de forma experimental en China”.

Este experto pide “tranquilidad” con las mascotas y ante cualquier duda “hay que consultar al veterinario”.

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