Por qué sabemos que nuestros antepasados vivían mucho más de 30 años

Darío Pescador

9 de abril de 2022 22:44 h

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Cualquier visita a un foro de Internet en la que se hace referencia a que nuestros antepasados prehistóricos eran más sanos y musculosos, no tenían caries, ni diabetes ni obesidad, invita a la consabida respuesta de algún listillo que dice “sí, pero morían a los 30 años”. Esta afirmación es errónea, sin embargo, ¿por qué el mito es tan persistente?  

La idea de que nuestros antepasados eran viejos con 25 y caían como moscas con 30 no tiene base. En el siglo XXIV a.e.c., el visir egipcio Ptahhotep escribió versos sobre los estragos de la vejez. Los antiguos griegos consideraban la vejez como una de las maldiciones divinas, y sus lápidas atestiguan la supervivencia más allá de los 80 años. Las obras de arte antiguas y las figurillas también representan a personas mayores: encorvadas, flácidas y arrugadas.

¿Y si nos remontamos más atrás aún? ¿Cuánto vivían los neandertales y nuestros antepasados de las cavernas? Una forma es estudiar a los pocos pueblos de cazadores recolectores que todavía existen, como los Hadza de Tanzania o los Yanomami de Brasil. En ambos casos la edad más probable de la muerte es de unos 70 años, mucho más elevada de lo que la gente cree. 

Los restos fósiles son otra fuente de confusión. Cuando se encuentran restos humanos muy antiguos, se intenta estimar su sexo, edad y salud general. Los marcadores de crecimiento y desarrollo, como los dientes, permiten estimar con relativa precisión la edad de los niños y adolescentes. Sin embargo, en el caso de los adultos, las estimaciones de la edad se basan en el desgaste y esto puede ser muy impreciso.

Una vez que una persona alcanza la edad de unos 40 o 50 años, las variaciones en el desgaste dependen de la vida que llevara. Por eso los arqueólogos dan una estimación abierta, por ejemplo, “más de 40”, lo que igual podría ser 41 años o 104. 

Como muchos animales, los humanos hemos evolucionado con una duración de la vida típica, pero siempre estamos sometidos a morir por otras causas que no son la vejez. Las tasas de mortalidad en las poblaciones de cazadores recolectores o poblaciones sin acceso a la medicina y la sanidad son muy elevadas durante la infancia, pero luego disminuyen y se mantienen constantes hasta los 40 años aproximadamente. 

Es decir, en estas sociedades hay muchas probabilidades de morir durante la infancia, pero si sobreviven, la mayoría de los individuos aguantan sanos y vigorosos hasta los 60 años o más. Cando llega la vejez y el declive físico alrededor de los 70, las posibilidades de morir aumentan de nuevo.

Otro motivo para que persista el mito de los antepasados que morían con 30 años es que la gente confunde la esperanza de vida con la duración de la vida. El término esperanza de vida se refiere a la vida media de toda una población. Por el contrario, la duración es una medida de cuántos años vive un individuo. 

¿Qué quiere decir esto? La esperanza de vida se calcula dividiendo la suma de los años de un grupo humano por el número de personas. Si en una familia de 10 personas cinco murieron al nacer y las otras cinco llegaron a los 70 años, la esperanza de vida de esa familia sería de 35 años.

Según datos de la OMS, la esperanza de vida media al nacer varía entre 50 años en Sierra Leona y 84 años en Japón. Esto no quiere decir que los Japoneses vivan necesariamente más años, sino que Sierra Leona tiene la mortalidad infantil más elevada del mundo, con 122 bebés que mueren por cada 1.000 nacimiento. 

No hace tanto tiempo, la mayoría de los países tenían estas cifras terribles. En España en 1900 la esperanza de vida al nacer no llegaba a los 35 años de edad. La higiene ha tenido mucho que ver en el avance en la esperanza de vida, ya que permitió atajar las enfermedades infecciosas como el cólera o las fiebres tifoideas, que mataban a miles de personas.

La edad máxima que puede vivir una persona se ha mantenido constante a lo largo de la historia, y está en unos 125 años. Se calcula que si se eliminaran las tres principales causas de muerte en la vejez actual, que son las enfermedades vasculares y el cáncer, como media solo aumentaríamos la esperanza de vida en 15 años. Pero la ciencia ya está investigando cómo saltarse ese límite

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

Foto: Michael Brace