Cómo protegerse de los vampiros emocionales
En la serie de comedia Lo que hacemos en las sombras, un grupo de vampiros comparte casa, pero uno de ellos es especial: es un vampiro emocional o de energía llamado Colin Robinson. En lugar de chupar la sangre de sus víctimas, el vampiro de energía, que tiene la apariencia de una persona normal y un tanto anodina, aburre o irrita a quienes se cruzan con él, dejándolos sin fuerzas y absorbiendo su energía vital.
Lo más gracioso es que todos hemos encontrado personas así. Los vampiros emocionales existen, y son personas que (a veces sin darse cuenta) drenan nuestra energía emocional. Se alimentan de nuestra buena voluntad de escucharles y atenderles, acaparando nuestra atención y desviando nuestros recursos hacia sus problemas, en lugar de los nuestros. Una conversación con un vampiro de energía es agotadora.
En psicología los vampiros emocionales se asocian al narcisismo, un comportamiento caracterizado por el egocentrismo y a falta de empatía. En el peor de los casos se produce abuso narcisista, un tipo de abuso emocional en el que al narcisista solo le importa él mismo, e intenta manipular a los demás para que se sientan peor, y a su vez sentirse mejor en comparación. Esto puede ocurrir tanto en las familias como en las parejas o en el trabajo.
¿Cómo reconocer a los vampiros emocionales? Estos son algunos de sus comportamientos típicos:
- No aceptan nunca la responsabilidad: cuando hay problemas se escabullen o echan la culpa a los demás.
- Siempre tienen algún tipo de drama: para absorber la atención de los demás a menudo se hacen las víctimas de algún tipo de drama o abuso o injusticia imaginaria.
- Quieren ser los protagonistas: los vampiros de energía no soportan que otras personas queden por encima, y les cuesta sentir alegría por los demás, por lo que intentarán minimizar o sabotear los logros ajenos.
- Tus problemas no son importantes: un vampiro de energía no quiere hablar de tus problemas, y desviará la conversación para que gire en torno a los suyos propios.
- Te hacen sentir culpable: se aprovechan de la buena voluntad de otras personas para que les hagan constantes favores, haciéndoles sentirse culpables por no ayudar.
- Critican e intimidan: cuando lo anterior no funciona, recurren a las críticas o amenazas para conseguir sus propósitos.
Por ejemplo, si alguien en el trabajo recibe un ascenso, el vampiro emocional dirá “Me alegro, pero yo también estoy haciendo un buen trabajo y nadie me lo reconoce. ¿Por qué no me ayudas a terminar mi informe? ¡Nadie me quiere ayudar y no sé por qué! Este sitio está lleno de gente sin sentimientos”. Ya te haces una idea.
Defensa contra los vampiros emocionales
No siempre es fácil identificar a un vampiro emocional y a veces consiguen que nos culpemos a nosotros mismos por las consecuencias de su narcisismo. Aunque ni el ajo ni los crucifijos tienen efecto, estas son algunas formas de protegerse de ellos:
- Pedir cuentas: los vampiros emocionales no se hacen responsables, y esto es especialmente grave en el trabajo. Tener mecanismos para analizar los resultados y pedir responsabilidad sobre ellos es esencial para desactivarlos.
- Establecer límites: como los vampiros de verdad, no pueden entrar en tu vida si no les invitas. Aunque no siempre es fácil, evita su compañía, las interacciones y di que no firmemente cuando te pidan algo.
- No intentes curarlos: aunque el narcisismo se puede tratar, es poco probable que puedas modificar su comportamiento. En su lugar, cuando te cuenten sus penas, evita ofrecer consejos.
- Protégete si te encuentras débil: los vampiros emocionales saben detectar cuándo tus defensas están bajas o tienes un mal día, y se aprovecharán para manipularte.
- Ignora y bloquea: no prestes atención a sus constantes llamadas y mensajes, y si es necesario elimínalos de tus redes sociales y bloquea su número.
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