Sabemos que algunos animales, incluidos los humanos, pueden ser inteligentes. Incluso algunos grupos de animales, como los enjambres de abejas. Pero ¿pueden ser inteligentes los planetas?
En los años 70 del siglo pasado el químico James Lovelock propuso una idea revolucionaria, la hipótesis de Gaia, que supone que todos los seres vivos que habitan en la Tierra y sus entornos forman un sistema complejo y autorregulado cuya función es perpetuar la vida en el planeta. En otras palabras, la Tierra es un ser vivo.
En realidad, la actividad colectiva de la vida, la suma de todos los microbios, plantas y animales, ha cambiado la Tierra. Por ejemplo, las plantas “inventaron” una forma de realizar la fotosíntesis para mejorar su propia supervivencia, pero al hacerlo, liberaron oxígeno que cambió toda la función de nuestro planeta.
Este es sólo un ejemplo de formas de vida individuales que realizan sus propias tareas, pero que colectivamente tienen un impacto a escala planetaria. Si la actividad colectiva de la vida en el planeta, conocida como biosfera, puede cambiar el mundo.
Pero, ¿y si este cambio no es fruto del azar, sino una decisión que ha tomado en su conjunto la vida del planeta? ¿podría la actividad colectiva de la cognición de todos los seres vivos dirigir los cambios en el mundo? Dicho de otra forma, si un planeta con vida tiene vida propia, ¿puede tener también mente propia?
La mente del planeta
Según las conclusiones de los astrobiólogos publicadas en la Revista Internacional de Astrobiología, de la Universidad de Cambridge, los planetas que albergan vida no solo están vivos, sino que también se pueden considerar entidades inteligentes. Este cambio de paradigma plantea nuevas ideas sobre la forma de abordar el cambio climático y las perturbaciones causadas por la tecnología, entre otras crisis.
¿Cómo medir la inteligencia de un planeta? Para empezar tenemos que cambiar de perspectiva. No estamos hablando de la inteligencia de animales sensibles como los seres humanos, sino de la inteligencia de una “mente colmena” formada por todos los seres vinos. Pero un planeta puede tener una “mente verde” en cierto modo.
La inteligencia como concepto describe a individuos, grupos colectivos, incluso los curiosos comportamientos de los virus o los mohos. El micelio, las redes subterráneas de hongos, por ejemplo, forman un sistema complejo que reconoce las condiciones climáticas cambiantes y responde activamente a ellas, enviando mensajes entre los árboles y las distintas plantas que forman el bosque.
Esta idea de inteligencia colectiva se podría extender a todos los seres vivos. En ese sentido, la inteligencia planetaria se mide por la capacidad de la vida en un planeta para perdurar.
Inteligencia para que la vida siga
Los investigadores lamentan que los humanos todavía no tenemos la capacidad de responder comunitariamente en beneficio del planeta. Adam Frank, de la Universidad de Rochester, uno de los autores, señala que “hay inteligencia en la Tierra, pero no hay inteligencia planetaria”.
Sin embargo, podemos entender que los acontecimientos precipitados por nuestra especie, como el desarrollo tecnológico y el cambio climático, “no ocurren en un planeta, sino a un planeta”, según dice el estudio. La extinción de especies o la pérdida de hábitat forestal perjudican a una entidad mucho más grande con mente y vida propias.
La Tierra parece estar estancada en una etapa llamada “tecnosfera inmadura”. Se trata de un escenario en el que la actividad tecnológica se ha desarrollado y arraigado plenamente, pero aún no está integrada de forma armoniosa con otros sistemas, como el entorno natural.
Solo cuando los procesos biológicos y tecnológicos trabajen juntos para la supervivencia de la vida en el planeta, podremos asegurar la supervivencia del ser humano y del resto de los seres que la habitan. En otras palabras, los humanos podríamos ser más conscientes de nuestras acciones si pensáramos en la naturaleza física como un ser inteligente del que formamos parte. En nuestro sistema solar hay ejemplos de planetas muertos, como Marte y Venus. Pensar y actuar con la mente de la Tierra quizá pueda salvarnos de la crisis climática y otras amenazas existenciales.
* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.