En estos tiempos extraños se están produciendo dos fenómenos al mismo tiempo. Por un lado aumenta el número de personas que creen que nunca fuimos a la Luna, y que todo fue un montaje.
Al mismo tiempo, Estados Unidos, China, Israel, la Agencia Espacial Europea, Rusia y varias compañías privadas tienen planes para volver a poner personas en la Luna en los próximos años.
Entre 1969 y 1972 Estados Unidos envió a 24 astronautas a nuestro satélite. Ahora el vicepresidente Mike Pence, apuesta por enviar una misión tripulada a la Luna antes de 2024. Que lo proponga este señor podría ser motivo para rechazar la idea, pero hay muchos motivos para volver a la luna.
El nuevo programa de la NASA se llama Artemis, por la hermana de Apolo. La idea es enviar un vuelo tripulado en 2022, colocar una estación en órbita lunar llamada Gateway, y alunizar en el polo sur de la luna en 2024.
Pero ¿para qué?
Por un lado, la Luna puede ser una fuente inagotable de materiales, entre ellos hidrógeno-3, un isótopo muy raro en la tierra, y que podría hacer posible la producción de energía limpia mediante fusión nuclear. Además, el simple desafío de viajar y colonizar la Luna puede traer grandes avances que se podrán usar en la tierra. Las misiones Apolo de hace medio siglo nos trajeron sistemas más eficaces de purificar el agua, fibras resistentes al fuego, mejores ordenadores, y en última instancia, internet.
La Luna también es un museo del sistema solar.
La teoría más aceptada es que en los orígenes del sistema solar un cuerpo celeste llamado Theia chocó contra la tierra y dio lugar a nuestro satélite. Los restos de la colisión han desaparecido de la tierra, pero están en la Luna intactos. Estudiándolos podríamos entender cómo se formaron los continentes, los océanos e incluso la vida. Toda esta información nos ayudaría entre otras cosas a comprender mejor los mecanismos del cambio climático y conseguir frenarlo.
La cara oculta de la Luna es un lugar perfecto para instalar radiotelescopios. Con ellos sería posible estudiar el espacio profundo, protegidos de todas las interferencias electromagnéticas de la atmósfera terrestre.
La Luna también es una escala un ensayo general para el viaje a Marte. La Luna solo está a 400.000 kilómetros de distancia, comparada con los 400 millones de kilómetros que nos separan del planeta rojo.
Pero ¿por qué mandar personas? Con todos los avances tecnológicos, ¿no es mejor mandar robots? Como hemos visto en un episodio anterior, aún hay cosas que los robots no saben hacer. En la misión del apolo 17 en 1971 el rover lunar se rompió. Eso habría sido el fin de la misión para un robot, pero y los astronautas lo arreglaron… con cinta americana y unas pinzas.
Los astronautas en la Luna también consiguieron muestras de rocas mucho más interesantes, y las trajeron de vuelta.
Ok, pero ¿Cuánto cuesta esto? El programa Apolo costó 20.000 millones de dólares en su época, que serían 264.000 millones de dólares en dinero de hoy. El precio del programa Artemis sería mucho menor, alrededor de 22.000 millones. Es mucho dinero, pero basta pensar que Estados Unidos gasta el año más de 500.000 millones de dólares en presupuesto militar.
Aún así siempre surge la pregunta, por qué investigar el espacio cuando hay tantos problemas en la tierra? La respuesta es simple. Si nunca hubiéramos mirado por telescopios o por microscopios, seguiríamos en la edad media.
Si nuestra especie sobrevive, sorprendentemente, es gracias al conocimiento. Solo 12 personas han puesto pie en la superficie de laLuna, todos hombres. Los que sobreviven tienen más de 80 años. Sería genial que antes de morir, pudieran ver a la primera mujer en laLuna.