Las estadísticas oficiales sitúan el número de positivos por COVID-19 en la Comunitat Valenciana desde que se detectó el primer caso de coronvirus en 12.834, mientras que las muertes que ha dejado la pandemia ascienden a 1.279 -la primera víctima mortal se confirmó el 3 de marzo aunque el deceso se produjo semanas antes, concretamente el 13 de febrero-. En el conjunto de España, el número de víctimas mortales de la epidemia es superior a las 25.000, una cifra sensiblemente inferior a las 30.000 muertes por encima de la media de los últimos años recogidas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y las cifras de vigilancia diaria -2019 y 2020- del Sistema de Monitorización de la Mortalidad (MoMo), del Instituto de Salud Carlos III, en este mismo período -unos 5.000 fallecimientos que podrían estar relacionados (o no) con la COVID-19 pero que no están contabilizados como tales.
Y algo parecido sucede en la Comunitat Valenciana si tomamos como referencia estas mismas estadísticas. Desde el 1 de enero y hasta el pasado 20 de abril, teniendo en cuenta la media de las muertes recogidas desde 1978, deberían haberse registrado alrededor de 14.175 decesos. Sin embargo, la cifra real de muertes se situó para esa fecha en 16.177, unas 2.000 personas por encima de esa media. La conselleria contabilizó a 20 de abril 1.094 muertes confirmadas a causa del coronavirus, lo que deja a 900 fallecidos por encima de la media de las últimas cuatro décadas y cuya causa se desconoce oficialmente.
En estos años se han registrado picos de elevada mortandad en algunas semanas, acumulados que podían durar una, dos y hasta tres semanas y en los que las muertes fueron notablemente superiores a las que se han visto con la COVID-19, ya fuera por epidemias de gripe en invierno o por golpes de calor en verano. Son los casos de la última semana de diciembre de 2017 (1.869 decesos) y la primera de 2018 (2.026) coincidiendo con una de las peores gripes de los últimos tiempos; las últimas tres semanas de 2015 (alrededor de 2.000 cada una); las dos primeras semanas de 2012 (más de 2.000 muertes cada una); o los primeros días de agosto de 2003 (1.709 muertes) por una fuerte ola de calor.
Sin embargo, la característica de 2020, a diferencia de años anteriores, es que se han contabilizado hasta siete semanas en las que se han superado los 1.600 fallecimientos, circunstancia del todo inusual y que se podría relacionar directamente con la pandemia que estamos sufriendo. Estas semanas se sitúan claramente diferenciadas en dos picos de decesos, uno que se produjo en enero y que se podría haber relacionado con la gripe común, y otro a partir de marzo, una vez declarada la pandemia. El hecho que diferencia lo sucedido en el comienzo de 2020 con años anteriores es, obviamente, la crisis sanitaria del coronavirus.
No obstante, el impacto sobre vidas humanas en la Comunitat Valenciana no es de los mayores en el conjunto de España. Los efectos de esta enfermedad han sido mucho mayores en autonomías como Madrid, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Catalunya, País Vasco y Navarra.
La mayor mortalidad desde que hay registros oficiales
Atendiendo a las estadísticas, España sufre la peor crisis de mortalidad desde que existen registros oficiales, y eso teniendo en cuenta que los datos actuales están infraestimados, ya que sólo incluyen al 93% de la población con registros civiles informatizados, por lo que se pueden producir retrasos en las notificaciones. Así, las estimaciones del sistema MoMo calculan en 68.000 el número de fallecimientos habitual entre marzo y abril, mientras que los registros han notificado más de 98.000 decesos en este mismo periodo, 30.000 por encima de la media histórica.
Por edades, la mayor diferencia entre las muertes esperadas según el MoMo y las registradas oficialmente se encuentra entre las personas más mayores. El exceso de muertes entre los fallecidos con más de 74 años es ya de un 75% sobre lo esperado hasta el 28 de abril. Entre 65 y 74 años, de un 52%.