Manolo Mata, portavoz socialista en las Corts Valencianes y reputado penalista, intervino recientemente en el programa L'hora fosca de la cadena autonómica À Punt dedicado al 'caso Maeso', en el que tuvo un relevante papel como letrado. En algunas de las imágenes de archivo del juicio al doctor Maeso se le ve como un rejuvenecido penalista en plena acción. El abogado Manolo, un poco más envejecido pero igual de astuto (o más), ha vuelto a las andadas suplantando al portavoz Mata y se ha metido esta semana en un tremendo jardín de consecuencias imprevisibles —que afronta con vistosa alegría— al aceptar ejercer la codefensa del empresario Jaime Febrer, uno de los ejes del 'caso Azud' sobre corrupción y urbanismo en el Ayuntamiento de Valencia durante la era de la fallecida alcaldesa Rita Barberá.
El sumario de la causa, aún secreto, apunta a una especie de Tangentopoli valenciana con escenarios clave como el despacho de José María Corbin, cuñado de Barberá, epicentro de la presunta trama de mordidas. Si algún día una productora decide adaptar el 'caso Azud' al formato serie, la primera temporada versaría sobre los manejos del círculo de la exalcaldesa mientras que la segunda incorporaría a nuevos personajes y disparatadas tramas.
Mientras que la primera fase de la instrucción se ha centrado en la gestión del urbanismo por parte del PP, la segunda tanda de detenciones ha incluido a relevantes cargos socialistas como el exsubdelegado del Gobierno en Valencia, Rafael Rubio, o el abogado José Luis Vera. El exresponsable de finanzas de la formación, Josep María Cataluña, figura como investigado. El foco de la trama se ha movido así de los populares a los socialistas, que ya se salvaron por los pelos (prescripción) de la investigación sobre la agencia Crespo Gomar.
La decisión de Mata, conocida este miércoles en una asombrosa comparecencia, ha escandalizado a propios y extraños. El penalista, conocido por su legendaria capacidad dialéctica, expuso: “Creo que es legal, creo que es ético garantizar el mejor derecho de defensa e incluso es estético. Pero todo es opinable”.
Opiniones ha habido, y para todos los gustos, en su partido y en el Palau de la Generalitat. Las fuentes consultadas por este diario en las filas socialistas coinciden en que el portavoz parlamentario cruza este charco solo al volante y sin GPS y destacan la proverbial capacidad de Mata para meterse en líos monumentales (y salir vivo).
Un ejemplo divertido de su temerario palique en la rueda de prensa que ofreció (y a la que su compañera socialista Carmen Martínez acudía con una mezcla de inquietud y prisa por que acabara) es la reivindicación del papel de los políticos que compatibilizaban el escaño con el ejercicio de la abogacía en los primeros años de la democracia. “El ser abogado y político, al principio de la democracia, era fenomenal” dijo Mata, a quien no se le ocurrió un ejemplo más idóneo que el de Txema Montero, diputado y letrado de Herri Batasuna; lo cual a cualquier jefe de prensa en esa tesitura podría haber provocado severos problemas cardiacos. El resto de la comparecencia fue tan explosiva que ni siquiera la prensa de derechas se dignó a aludir a este detalle.
La decisión de Mata es, además, insólita. La llamativa situación empuja al síndic a una más que probable comparecencia en la comisión de investigación sobre el 'caso Azud'. Así, el portavoz socialista comparecería en calidad de letrado, en un Parlamento en el que tiene escaño, y con la intención ya anunciada de no revelar secreto profesional alguno sobre una causa que, de momento, sigue bajo secreto de sumario.
El portavoz Mata también se escudó en que “todos los penalistas” de Valencia están metidos en el caso. De hecho, la tribu de los penalistas valencianos ya prepara la minuta para sus clientes, tanto empresarios como políticos del bipartidismo. Virgilio Latorre ha asumido la defensa del ex subdelegado del Gobierno mientras que la empresaria Mónica Montero, puesta en libertad esta semana, ha contratado a Vicente Grima. Javier Boix, decano de los penalistas en este tipo de procedimientos, también es uno de los abogados del 'caso Azud'. En un bloque compacto figuran como investigados el cuñado de Barberá y sus sobrinas.
El político socialista comparte despacho con su mujer, tras haber renunciado a la dedicación exclusiva en la cámara autonómica, y defiende a dos militantes socialistas en el 'caso Alquería'. El abogado especificó que no había consultado la decisión con el presidente Ximo Puig. Mata, cuyo cliente comparte celda en la cárcel de Picassent con Rafael Rubio, también deslizó algunas claves de la estrategia de defensa, aunque más bien parecía aludir a la del partido, cuyas alcantarillas se han visto señaladas directamente.
“Es imposible que yo vaya a obtener una información de una supuesta financiación ilegal del Partido Socialista en una época en que ese delito no existía”, dijo en referencia a la visita a su cliente y a una clara apuesta por la estrategia de la prescripción. El delito de financiación ilegal, razona Mata, no existía en la época investigada, que se remonta a hace más de una década, en un argumentario calcado del que salvó a los socialistas (y al Bloc) del fango de Crespo Gomar.
El levantamiento del secreto de sumario permitirá a los letrados modular por dónde van los tiros. Y a Mata le servirá, en su ambivalente condición de abogado y de dirigente del PSPV-PSOE, para calibrar el daño (si es que lo hubiere) que el resultado de las pesquisas puede suponer para el partido en materia de conversaciones indecorosas, ingresos opacos o tesorería inconfesable.
Su cliente no es un personaje cualquiera, ni mucho menos de segunda fila en la supuesta trama. Febrer, al que Mata visitó en el centro penitenciario Antonio Asunción, en Picassent, al no poder resistir la “intriga” que le causaba el personaje, impulsó numerosas actuaciones urbanísticas y mantenía inversiones hasta en la Rivera Maya. Su agenda, según ha trascendido por las filtraciones (que “sólo pueden provenir o de la Fiscalía o de la UCO”, dijo a modo de recado el portavoz socialista), ha servido a los investigadores para seguir el rastro de las presuntas mordidas.
La segunda fase de la instrucción ha eclipsado a los protagonistas iniciales del caso: el clan político-económico Corbín-Barberá y la antigua mano derecha de la alcaldesa fallecida, Alfonso Grau, convertido en un viejo conocido de la Fiscalía Anticorrupción. En ese movimiento del foco del PP al PSPV-PSOE, Mata ha llegado al 'caso Azud' para quedarse. “Probablemente esto dure más que toda la etapa que estoy de diputado aquí”, advirtió en la inaudita comparecencia.
Como todo buen agente doble (o triple) de las tramas literarias, los superiores de Mata no saben muy bien a qué responden sus movimientos. Él dijo que el 'caso Azud' es “apasionante jurídicamente”. “Un tema en el que me gusta estar”, comentó. Su prioridad, dice, es la defensa de Febrer que, al fin y al cabo, es quien lo ha contratado. En la balanza entre el partido y su cliente, Mata pareció abogar, nunca mejor dicho, por el Manolo penalista.