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“¡Por ahora, bien!”

En Los siete magníficos, de John Sturges (1960), ante un peligro inminente, el personaje que interpreta Steve McQueen cuenta la historia de un hombre que se desploma desde un décimo piso y mientras cae en el vacío, sus vecinos asomados a sus respectivas ventanas le oyen decir para tranquilizarse: “Por ahora, bien”, “Por ahora, bien”. Ese es el diagnóstico de los últimos aconteceres de nuestra vida política. Mientras el PP alicantino sigue en caída libre, sus dirigentes actúan como si con ellos no fuera la cosa y, con cierto cinismo, incluso se atreven a acusar al tripartito recién llegado de dejar que Enrique Ortiz siga siendo el mayor contratista municipal, cuando han sido ellos los que han hecho posible el milagro de “la polla insaciable”.

“Por ahora, bien”, parecen repetir para mantener la calma. Cuando estalló el escándalo de la gestión de las basuras de la Vega Baja y el supuesto amaño del Plan General de Ordenación Urbana de Alicante (las dos piezas del caso Brugal, acrónimo de Basuras-RUrales-Gestión-ALicante), la mayoría de los veintiséis imputados eran cargos públicos del PP alicantino, entre ellos dos alcaldes y un presidente de la Diputación. Hoy todos están fuera del partido. Los que quedan al mando, y que fueron compañeros de filas de los defenestrados, respiran hondo y repiten para sus adentros el mantra de Steve McQueen: “Por ahora, bien”.

Sin embargo, el miedo a la cárcel ha provocado que el promotor Ortiz confiese que ha financiado ilegalmente al PP dentro del sumario Gurtel. Un tortuoso camino que otros empresarios, para no verse entre rejas, se están planteando transitar. El viaje será largo para un personaje como Ortiz, a quien le espera el caso Brugal, por el que le piden diecisiete años de prisión.

¡Cuánta vulgaridad detrás del gran saqueo! Si el lector cierra los ojos y escucha las grabaciones policiales en las que Ortíz habla con funcionarios, alcaldes y políticos, descubrirá al auténtico amo de la ciudad como en una novela de Dashiell Hammett, con la cotidianidad -por ejemplo- de poder decirle a la jefa de los servicios jurídicos de Urbanismo: “Bueno, cariño mío, pero cúrratelo, trabaja para mí un poco”. O a la exalcaldesa Castedo:“Tengo que hablar contigo para pensar qué hago. Marcarme mi estrategia de todo”; y ordenarle suavemente:“Intenta tener el planito y me lo enseñas”.Información privilegiada, tráfico de influencias, corrupción cotidiana… Poco después, Ortiz indica a uno de sus empleados: “Mírate con el plano los suelos nuestros en qué situación se encuentran… Puedo hacer que los pinten de verde, de azul..”.

Alicante Avanza, Cívica, Éthica, Tizor… Estos son los nombres de algunas de las compañías o grupos liderados por Ortiz. Sentido de humor con las nomenclaturas no le falta a este hombre, que ahora intenta salir de la primera línea sin arruinarse y antes de que lo echen estruendosamente. Tras su confesión al juez del caso Gürtel a cambio de rebajar la petición del fiscal, ¿cómo logrará Ortiz evitar la cárcel de Brugal? ¿Quizás desvelando nuevas financiaciones en campañas electorales y repartiendo leña a diestro y siniestro? Ya veremos.

El “modus operandi”

El “modus operandi”Vale la pena que nos hagamos otra pregunta: ¿con Ortiz se acaba una época marcada por el ladrillo fácil y la corrupción política generalizada? Permítanme que lo dude. Después de un cuarto de siglo galopando a sus anchas sobre la ciudad, y por mucho que se jubile a Díaz Alperi o se procese a Castedo, toda su metodología y su red clientelar de tráfico de influencias siguen intactas, agazapadas, a la espera de que vuelva a soplar cualquier viento a favor.

El “modus operandi” de Enrique Ortiz, a la sombra del poder,se curtió con el PSPV local liderado por Ángel Franco, y se desarrolló exponencialmente con el PP de Luis Díaz Alperi. Durante años, tuvo una relación excelente con Franco, a quien la Policía, en un informe ya famoso, considera un intermediario a quien el promotor calificaba como “un artista”, “el rey”, “una máquina”,“el mejor político que ha habido en la historia. (…) No ha habido otro como Ángel. Digan lo que digan”… (Está grabado y transcrito).Incluso le consultaba si convenía concederle una plaza de garaje al secretario general de su partido y entonces portavoz municipal. Según el informe de la Policía, las conversaciones grabadas demuestran “la alineación de Ángel Franco con el empresario investigado”. ¡Ay las hemerotecas!

La base del desastre actual viene de lejos y tiene raíces profundas. El consistorio presidido, a principios de los noventa, por el socialista Ángel Luna le concedió sus primeros contratos importantes. Siempre que fue necesario, Ortiz contrató a sus amigos socialistas; un exalcalde trabajó para él a través de un bufete de abogados, también lo hizo un ex portavoz socialista que posibilitó con el voto de su grupo el pelotazo del Plan Rabasa (y un sueldo para todos, aprobado en aquel mismo pleno del 26 de abril de 2005).

Entre chistes, risas, yate y comilonas, Ortiz compró voluntades tan ricamente y puso la ciudad al servicio de sus intereses. Cuando conseguía una concesión pública, contrataba como contrapartida a un número determinado de afiliados que, cuando fuera preciso, podían inclinar la balanza de las asambleas locales, tan agradecidos ellos. Después llegaron los veinte años de su reinado con el PP, todo un holocausto zombi para los defensores de la legalidad, y puso Alicante a sus pies, con la banalidad y la ostentación de quienes se creen impunes.

Ahora, mientras Ortiz pregona de nuevo su renuncia al proyecto del macrocentro del plan Rabasa-Ikea en el que basó su futuro empresarial, el tripartito de izquierdas que gobierna Alicante se ha puesto manos a la obra con la intención de desmontar el carrusel Ortiz-Alperi-Castedo. Un trabajo complejo, porque Ortiz controla tres de las cuatro grandes contratas de la ciudad. El gobierno municipal quiere que la unión temporal de empresas (UTE) de recogida de basuras y limpieza se desvincule de Ortíz, rompa con él, al tiempo que se dan pasos para municipalizar contratas. Para el portavoz del tripartito, Natxo Bellido: “Después de que Ortiz reconociera que ha financiado ilegalmente al PP, la gran pregunta es: ¿a cambio de qué? El PP de Alicante debería explicar si Ortiz le financió a cambio de algo”.

Es la pregunta del millón de dólares. Porque en el PP, mientras caen, siguen diciendo que “por ahora bien, por ahora bien”. Aunque, como añadía Mathieu Kassovits en su film La haine (1995): “Lo importante no es la caída, es el aterrizaje”. Con los dientes, sin duda.